Urge potenciar talento, creatividad e innovación
Urge potenciar talento, creatividad e innovación
Hablando con innovadores, inventores y emprendedores rápidamente se percibe el concepto de la maduración de las ideas.
Las genialidades distan mucho de ser un flash que se enciende en el cerebro, y más bien parten de la retrospección y horas de análisis y duro trabajo. A veces son un cúmulo de conocimientos académicos y la capacidad de entender un problema. Otras, es resultado de la observación de algo que “no está bien” y se establece el reto de hacerlo mejor.
El gusanillo del emprendedurismo tiene diferentes tiempos de maduración, desde pocos meses hasta años de práctica profesional o de la experiencia.
Pese a que hay técnicas para plantear problemas y sofisticados métodos para analizar soluciones, esto es insuficiente y se requieren varios intentos para alcanzar la simplicidad y la visión de un resultado que se va amalgamando en etapas.
Pareciera que la tenacidad, optimismo y la capacidad de exponerse a ser diferente y asumir riesgos, son factores comunes entre estas personas. El talento para generar diferentes visiones de un problema o de cómo mejorar un proceso o la creación de una herramienta no está ligado a un perfil social o económico definido.
Las ideas que generan innovación son aún más difíciles de encontrar y esa es la parte más valiosa del ecosistema que genera empresas.
Por eso es fundamental que los sistemas educativos sean capaces de estimular el pensamiento creativo, eso incluye al hogar, la escuela, la familia y la empresa. No se logran resultados satisfactorios con solo asistir a cursos y seminarios de creatividad y empresarialismo para inducir a personas adultas a pensar como emprendedores.
Probablemente si alguien adulto arranca con una empresa es porque tiene talentos y habilidades que se mantuvieron activos y si revisa en retrospectiva, se dará cuenta de que ya había hecho pequeños arranques o ensayos.
Nuestro sistema de educación superior y técnico tiende a formar empleados y no empresarios, y allí comienza una de las trabas que afectan al emprendedor desde su inicio. Además, el exceso de trámites en el sistema bancario permite descartar planes de negocio, ya que los activos que les garantizarían las deudas son muy sofisticados.
La respuesta por ende es el llamado capital inteligente o capital ángel. Es capital de riesgo con el acompañamiento en la gestión estratégica de la empresa.
No es un préstamo, es la compra de una parte, normalmente minoritaria, de la empresa y la participación en la junta directiva. Es unir el talento y las habilidades de empresarios exitosos y experimentados, con nuevos emprendedores.
Ahora que tenemos una economía en recesión, es tiempo de afinar el lápiz y preparar el ecosistema empresarial para agrupar la mayor cantidad de innovación y empresarialismo maduro y articulado, con el fin de sacar ventaja de las oportunidades de negocio.
Director de Link Inversiones
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