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Una idea, la Idea… Vilariño

Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 21 octubre, 2013


Contemporánea de Mario Benedetti y amiga de Juan Ramón Jiménez, vivió un romance apasionado con Juan Carlos Onetti, a quien dedicó la mayoría de sus poemas de amor


Una idea, la Idea… Vilariño

Tendría yo quince o dieciséis años cuando descubrí, en alguna librería de Buenos Aires, un librito de poemas de Idea Vilariño. Era pequeño, publicado en papel rústico color café, bajo el título de “Poemas de amor”. Sin duda eso y el nombre de la autora fue lo que llamó mi atención de adolescente romántica. Reunía unas pocas poesías claras, no crípticas, sin mayor rima, y con una capacidad de identificación emocional que me enamoraron.
El libro lo presté o lo perdí o las dos cosas. Pero aún lo recuerdo. Aunque en realidad se me había olvidado, tanto el objeto como su autora. Por razones de trabajo, y en busca de poetisas hispanoamericanas, consulté con el poeta Luis Chaves: él la retornó a mi memoria. No solo a la Vilariño, a todo un momento de mi vida en el que el famoso librito era de lectura cotidiana para poder sufrir más intensamente de amor.
Mis padres eran fanáticos de la música latinoamericana y francesa. Crecí escuchando voces poco comunes para una adolescente centroamericana en un tiempo tan lejano a la globalización. De los uruguayos Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti aún conservo sus discos de vinilo. Ambos guitarristas, los dos con voces profundas, además de revolucionarios y combatientes, musicalizaron dos hermosos poemas de Idea: “A una paloma”, Viglietti y “La canción y el poema”, Zitarrosa.
Los Olimareños, el emblemático dúo que, invitado por el presidente Mujica, dio un concierto el día de su toma de posesión, hizo famosas dos canciones de la poetisa: “Los orientales” y “Ya me voy pa la guerrilla”.
Idea Vilariño nació en 1920 y se dedicó, como tantas de sus colegas del siglo XX, a la docencia. También fue ensayista y compositora y entre sus traducciones se destacan las obras de Shakespeare, “Hamlet” y “Macbeth” que fueron representadas en teatros de Montevideo.
Su curioso nombre se debe a que su padre Leandro, también poeta, era anarquista. Al resto de sus hijos los nombró Numen, Poema, Azul y Alma.
Contemporánea de Mario Benedetti y amiga de Juan Ramón Jiménez, vivió un romance apasionado con Juan Carlos Onetti, a quien le dedicó la mayoría de sus poemas de amor.
Vuelvo a recordar aquel pequeño libro que me permitió recorrer cada desilusión de mis amores adolescentes: todos los poemas parecían interpretar, o en verdad lo hacían, mis sentimientos.
Ahora que ya superé el tiempo del amor desaforado, del dolor sin alivio, del sufrimiento desgarrador; hoy que la pasión puede anclarme en el cuerpo pero no en el corazón, que casi logro dominarla en mi mente; aún puedo leer aquel viejo libro perdido, ya no en papel sino en la web y las viejas emociones —o no tanto— me trasportan a emociones no tan olvidadas…
“Sabés / dijiste / nunca / nunca fuiste feliz como esta noche. / Nunca. Y me lo dijiste / en el mismo momento / en que yo decidía no decirte / sabés / seguramente me engaño / pero creo / pero esta me parece / la noche más hermosa de mi vida.”

Claudia Barrionuevo
[email protected]

 

 

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