Una balanza mal equilibrada
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 30 mayo, 2011
Una balanza mal equilibrada
Hablemos de la justicia y el sistema penitenciario nacional.
Primer caso: La mayoría de las mujeres hemos tenido la horrible experiencia de ser agredidas en la calle por hombres enfermos que experimentan un perverso placer al tocar nuestras partes íntimas. Recuerdo la primera vez que me sucedió: tenía apenas 12 años. De inmediato me puse a llorar y la sensación de asco me duró muchos días.
La semana pasada una mujer denunció uno de estos ataques ante el Tribunal de Flagrancia y el agresor fue condenado a cuatro años y seis meses de cárcel. Está claro que el hombre cometió el delito de abuso sexual y debe ser castigado. La pena no es excesiva, más aún si consideramos que el acusado tenía una sentencia suspendida por portación de armas.
Lamentablemente en la cárcel el abusador no va a corregir su conducta: el sistema penal no tiene los recursos para la reeducación. Es imposible imponerle trabajo comunitario y darle seguimiento.
El enfermo sexual entrará a una prisión abarrotada mantenido por todos los contribuyentes y posiblemente sus actitudes antisociales aumenten.
Segundo caso: A propósito de prisiones, y recordando mi artículo de la semana pasada sobre el motín de La Reforma, hace pocos días apareció muerto en su celda Joel Araya, supuesto cabecilla del intento de fuga y famoso por haber tratado de huir de la cárcel años atrás. Araya había denunciado que los custodios lo habían apaleado y torturado a él y a otros privados de libertad. ¿Quién aprende a golpes?
No cabe duda que algunos funcionarios de la institución carcelaria habrían sido cómplices de quienes planearon la fuga y la muerte de un custodio alteró las emociones de todos sus compañeros. Ambos factores explican, pero de ninguna manera justifican el maltrato de ningún ser humano.
Si de verdad Araya fue torturado, como afirman sus familiares, el caso debe ser investigado a fondo por el Ministerio de Justicia. Todos deberíamos tener los mismos derechos y, por supuesto, los mismos deberes.
Tercer caso: Lamentablemente no es así: no todos somos juzgados por la misma balanza. Aunque nunca deseé que los implicados en los casos ICE-Alcatel y Caja-Fischel fueran a la cárcel (y sabía que no serían condenados a prisión) la sentencia fue muy leve si la comparamos con la del primer caso que expongo. ¿Los tribunales de justicia consideran que quien cometió dos abusos sexuales merece más años privado de libertad que quienes violaron a la Patria? No parece equilibrado.
Los ciudadanos han mostrado indignación ante las recientes condenas de estos delitos de cuello blanco y es comprensible. Cuando uno entiende que muchas pruebas fueron desestimadas, no por falsas si no por no haber sido recolectadas según las leyes, podemos tener la certeza de que no hubo inocentes.
Epílogo: El sistema carcelario y el judicial merecen una revisión de fondo y de forma pues parece estar colapsando como tantas cosas en nuestro país. Hay que ajustar la balanza de la justicia para que esté equilibrada. A ver si acaso recuperamos la fe.
Claudia Barrionuevo
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