Una verdad de tres caras
Candilejas [email protected] | Viernes 07 diciembre, 2018
Frank sufrió un accidente de moto y lleva 52 operaciones quirúrgicas. Randy perdió sus dos piernas y fue un camión quien cometió el error de atropellarlo.
Este 2018 ha estado, en el tema de seguridad vial en las carreteras, marcado principalmente por un tipo de vehículo- el más vulnerable en las calles- que por error humano dejó ya 178 muertos en sitio.
Y el fin de año es un momento de alta tensión porque estadísticamente, es el mes en el que más muertes se pueden presentar por esta causa.
Se trata de las motocicletas y sus usuarios, en su mayoría hombres - sin excluir a mujeres - entre “los 19 y 39 años”, dice Rónald Ramírez, vocero institucional del COSEVI.
Estas muertes están ligadas a un problema de género y de consumo de licor, mayormente en el mes de diciembre, asegura Ramírez, sin que este consumo sea la única y principal causa de dichos siniestros viales.
Para Ramírez estos accidentes, aparte del licor, se deben a un excesivo uso de la alta velocidad, algo que la motocicleta facilita.
Existe un fenómeno social importante a destacar: el hombre sobretodo, pero también la mujer, utiliza la motocicleta para posicionarse socialmente.
¿Qué significa esto? Quiere decir, a nivel social, que la persona que conduce una motocicleta da y siente poder, incluso, a nivel sexo afectivo.
Mucha gente las admira por ejercer una especie de dominio sobre las carreteras.
Los trajes e implementos que utilizan los hacen ver, para mucha gente, como “sexis”, según constató Candilejas en una encuesta, no extrapolable, con gente en las calles de San José y Heredia.
Más allá de los siniestros viales, la Organización Mundial de la Salud ha indicado este año que la muerte o lesión permanente de las personas motociclistas, lleva a sus familias - en muchos casos - de inmediato a la pobreza extrema, debido a que estas personas son, en general, las proveedoras del hogar.
Esta es una situación seria para las autoridades y para la sociedad en general, ya que además del dolor humano por fallecimientos y heridos con secuelas graves, a veces incapacitantes, este tipo de accidentes viene a engrosar el número de pobres en el país.
Se genera en estos casos, en las personas usuarias de esos vehículos, un exceso de adrenalina que lleva a conducir de modo imprudente, sin darse cuenta de que están poniendo en peligros sus vidas, el futuro de sus familias y el de la gente contra la que pueda ocurrir el siniestro.
Es decir, una cultura que debemos cambiar.
En el caso de estos accidentes de motociclistas, la verdad no tiene solo dos caras sino tres: la persona motociclista fallecida, las personas que recibieron o dieron el impacto, y las familias de ambos.
Pero hay esperanza. De acuerdo con la vocera de prevención del Instituto Nacional de Seguros (INS), Gina Córdoba, a pesar de un estudio del Hospital del Trauma en el que los encuestados en accidentes de motocicleta consideran que no deben cambiar nada, sí se puede cambiar mucho.
El INS ha iniciado una campaña de educación intensiva con el lema “soy protector de mi vida”, y más allá, somos protectores de la vida de otros en carretera.
A pesar de la adrenalina y sensación de poder que da la motocicleta, Gina Córdoba nos hace recapacitar: “cuando el viento le pega en la cara, mientras maneja su moto, le da sensación de libertad”. Una sensación que lo puede llevar a usted y otros a la muerte.
Carmen Juncos Biasutto
Editora jefa y Directora de proyectos