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NOTA DE TANO


Una retaguardia sólida, salvó también el repechaje

Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 16 junio, 2022

Francisco Calvo merece un calificativo: extraordinario

Francisco Calvo solo merece un calificativo: extraordinario.

En una Selección Nacional, que basó su éxito y clasificación a su sexta Copa del Mundo en el sacrificio casi heroico de su retaguardia, la figura del zurdo defensor central resultó determinante para salvar del naufragio en varios juegos de la eliminatoria, el flojo desempeño de otras zonas del equipo.

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Desde luego que estuvo presente Keylor Navas. Sus atrapadas y vuelos de halcón, como el que ejecutó para “robarle” a Matt Garbet el gol del empate de Nueva Zelanda, resultaron vitales para que la Tricolor sumara puntaje en varios juegos donde el resultado final caminaba hacia senderos de derrota.

Navas y Calvo lideraron una zona defensiva sobre la que recayó todo el peso de la eliminatoria y el partido del repechaje fue y se convirtió en copia al carbón de lo acontecido en la octogonal.

En zona de ataque, Costa Rica tuvo un enorme mérito: en el 90% de los juegos, siempre halló la fórmula de meter mínimo un gol, anotación que, como en el repechaje, resultó letal para aniquilar al rival y vital, para que el equipo sobreviviera.

Pero claro, un equipo que se abraza al trabajo de su retaguardia como fórmula prioritaria para buscar el triunfo, está condenado al sufrimiento. Por eso, el repechaje fue un martirio, como fueron la mayoría de los juegos de la octogonal.

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Costa Rica liquidó el repechaje a su favor por el sacrificado trabajo de su línea defensiva, con Calvo monumental y Bryan Oviedo en su mejor juego de la eliminatoria, pero además, tuvo la suerte de toparse con un árbitro honesto, nada malicioso, como Abdulla Mohamed, quien no se dejó intimidar por los reclamos de los neozelandeses, cuando el VAR le anuló a Chris Wood el gol del empate.

Podemos apuntarlo jocosamente, don Abdulla hizo un trabajo “casero” en favor de los ticos.

Ayudó muchísimo al triunfo de la Tricolor, el enfrentar a un equipo robótico, con escasos argumentos ofensivos, que repetía una y otra vez la fórmula de hallar el gol, con centros a la guerra en procura de que el “mamulón” de Wood, en solitario resolviera.

Nueva Zelanda mostró ser un equipo poco imaginativo, no tiene futbolistas técnicos, desafiantes, desequilibrantes, salvo su defensa izquierdo Liberato Cacace, lo que lo hunde en el puesto 131 del ránking FIFA.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado y ahora se deben abrir las páginas de otra larga historia.

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