Una nueva lección
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 30 julio, 2008
Una nueva lección
Vilma Ibarra
Por supuesto que cualquier campaña política puede estar plagada de bajezas y sucios ataques y la prensa puede hacerse parte o no de esas sandeces, particularmente cuando se nutre del escándalo para añadir números a los apetecidos ratings. Lo contrario es que cada medio de comunicación fije sus parámetros de conducta, sus principios guías y se mantenga apegado a ellos independientemente de que pueda perder “una exclusiva”, lo cual por supuesto en lo inmediato puede sugerir una falta de astucia, pero en el momento siguiente se traduce en una mayor credibilidad: el activo más importante de políticos y periodistas.
Me impresionó por ello favorablemente la decisión de CNN el fin de semana de no dar a conocer el contenido de una nota privada del senador y aspirante demócrata Barak Obama; lo cual habría hecho —lo asumo yo porque ellos no lo argumentaron— básicamente por tres razones: por respeto al derecho a la intimidad del senador Obama, por respeto al judaísmo y por respeto a su propio ejercicio periodístico. Para quienes no se enteraron del hecho, les cuento: en el último y más significativo acto en Tierra Santa, Obama acudió al Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado del judaísmo y al igual que millones de personas, depositó en una de las ranuras de las grandes piedras que conforman el muro, su petición en un pequeño trozo de papel. Sobra decir que esta es una práctica tan respetada que dos veces al año funcionarios oficiales extraen los pequeños papeles y los entierran en un sitio que tampoco puede ser vulnerado para que la naturaleza haga su trabajo. Pero esta vez no faltó un profanador de la tradición. Se dice que, concluidos los actos, un estudiante universitario extrajo la petición del candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos y por supuesto el preciado trozo de papel llegó hasta un diario israelí (quién sabe si habrá de saberse a qué precio) que no tuvo reparo, ni pudor ético alguno en publicar la nota en primera página.
En las noticias del fin de semana, el corresponsal de CNN en Jerusalén, José Levy, narró con lujo de detalles todo lo acontecido. Todo, excepto el contenido de la oración que apenas podía verse en la imagen distorsionada que se había hecho del periódico israelí. Al final del relato Levy solo añadió: CNN decidió no publicar el contenido de la petición del senador Obama.
Una decisión de publicación es algo que cotidianamente parece sencillo, pero cuando enfrenta dilemas éticos de la naturaleza de un suculento plato prohibido, no es fácil de adoptar. Es claro que CNN apostó a perder el manjar de la nota de Obama al haber ponderado el principio guía del “derecho del público a saber” frente al no menos poderoso principio guía “de la intimidad de las comunicaciones personales”.
Y como en este caso no estaba por supuesto en juego el interés común, CNN optó por respetar la intimidad de la plegaria. Desconozco si otros medios, además del periódico israelí, reprodujeron la nota. Es muy probable que sí. Pero la lección de CNN fue impartida y constituye una gran lección de apego a los principios éticos, que no tienen nada que ver con las sanciones. Especialmente para quienes todavía no logran comprender qué es un código de ética.
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