Una crisis social, fiscal y cambiaria en ciernes.
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 14 septiembre, 2018
Una crisis social, fiscal y cambiaria en ciernes
El país está conmocionado. La discusión y próxima aprobación del proyecto de fortalecimiento de las finanzas públicas ha hecho que afloren variadas crisis adicionales y problemas subyacentes que permanecían ocultos de nuestro horizonte.
La huelga en Limón destapó la crisis social que se vive allí y que cíclicamente reaparece cuando se altera el normal transcurrir de la vida porteña. El desempleo muy considerable en aquella ciudad y en toda la provincia en general ha mantenido a grandes números de personas sumidas en la pobreza y en la desesperación. ¿Sin ingresos cómo se paga la casa? ¿Sin trabajo y sin salario cómo se lleva alimento a la familia? El resentimiento, la ira contenida por esta situación se manifiesta cada vez que hay otros problemas o tensiones.
La droga y su tráfico su comercio al menudeo, su consumo y las adicciones insatisfechas agregan violencia y crimen a la comunidad. Nadie es ignorante de los formidables problemas sociales de aquella región. No se resuelven a garrote o a punta de gases. Se resuelve con trabajo. Que los saqueos allá no contagien a otras comunidades, que las autoridades de orden público sean celosas en su cumplimiento del deber, con prudencia y con sensibilidad. No hay que agregar combustible a la hoguera.
Los sindicatos se han manifestado este miércoles próximo pasado llenando unas cuantas cuadras en las vías de San José. Ellos se oponen fundamentalmente a los cambios estructurales que el proyecto tributario contiene y los han enmascarado como una lucha por eliminar el 1% de impuesto al valor agregado sobre la canasta básica. Este impuesto es importante por el final de la trazabilidad no por la recaudación. Su impacto sobre las familias pobres es modesto ya que en un gasto de trescientos mil colones mensuales encarecerá en unos tres mil colones la compra. La defensa de las condiciones alcanzadas e insostenibles es lo que la dirigencia está persiguiendo con toda diligencia.
La crisis fiscal se profundiza y en un informe preliminar del Presupuesto Nacional hecho por la Contraloría General de la República se ofrecen datos relevantes al análisis de la crisis fiscal.
La deuda del Gobierno Central llega ya al 49,6% del PIB. Muchos países la tienen más alta pero se requieren muchos más ingresos para poder atenderla así como para cubrir los demás gastos.
En un semestre la deuda creció un 6,8% ese crecimiento no lo aguanta el país ya que está creciendo a un ritmo mayor que el de la economía misma.
Para julio del 2018 el déficit financiero era del 3,3% habiendo crecido respecto del año anterior. En el presupuesto para 2019 el déficit financiero implícito alcanza el 8,0% del PIB.
El 96,9% del gasto de gobierno se incurre en atender la deuda y servirla, en remuneraciones y transferencias. Queda solo un 3,1% para atender el resto de los compromisos. Claro los ingresos corrientes de gobierno solo alcanzan para financiar el 46,5% de los gastos. Lo que nos señala que el espacio de maniobra del Ministerio de Hacienda es cada vez más estrecho. Nos acercamos a la imposibilidad de maniobrar.
41,6% del presupuesto nacional se gasta en el servicio de la deuda pública y se gastan en ello 4.553.345 millones de colones anuales. ¡Cuatro billones!
El país marcha a un desastre sin precedente. Los gastos hay que abatirlos, la evasión hay que desaparecerla, la elusión hay que reducirla, el país debe de tener el nivel de gasto que puede pagar. Gastamos como país en lo que no debemos ni queremos y no gastamos en lo deseable.
El país requiere reformas estructurales a fondo. Se requiere fusionar instituciones, eliminar la duplicidad de competencias, eliminar todos los privilegios y granjerías. Se requiere que todos paguen los impuestos dictados por la Asamblea Legislativa.
Se Costa Rica necesita sin duda nuevos tributos . Debemos atender y enfrentar con toda seriedad esta magna crisis fiscal.
Sería lamentable que el valor externo de la moneda se viera de alguna forma empujado a una devaluación que todos sabemos cómo comienza pero que luego no sabremos dónde termina. Vive el país horas de decisión.
Con seriedad debe Costa Rica enfrentar la reducción del gasto público y la reducción de la deuda nacional. Los disparadores del gasto deben de erradicarse. La evasión y la elusión deben de perseguirse hasta cerrar portillos y cobrar lo debido a todos los que contribuyen al sostenimiento del estado.
El país va a cambiar para siempre. Ya la Costa Rica alegre que aprobaba instituciones sin pensar ni calcular cuál iba a ser su costo desaparecerá. Ya la Costa Rica idealista que establecía contribuciones y transferencias por altos porcentajes del PIB aunque no se tuviera el dinero no podrá continuar. Hay que poner los pies en tierra y es mejor el sacrificio presente, que una gran devaluación que borre las ganancias sociales, abra las brechas, nos despeñe en la violencia social y nos acabe como la democracia feliz que hemos sido.
Zafarrancho de batalla, ya no nos queda tiempo. Zafarrancho de batalla por la supervivencia común. Con justicia y equidad pero a todos va a alcanzar el aumento de impuestos, la persecución de la evasión y la elusión y la reducción de los privilegios.
No olvidemos, el mejor Ministro de Hacienda que pueda tener el país es una economía en crecimiento y la generación de más empleos.
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