Turistas nacionales
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 16 abril, 2008
Hablando Claro
Vilma Ibarra
Costa Rica es un país maravilloso. En un territorio muy pequeño es factible tener acceso a playas y montañas con sus respectivos entornos y microclimas que, incluso en la temporada lluviosa, invitan al descubrimiento y la aventura de sus parajes. Por otra parte, las necesidades del descanso, el ocio y la recreación son cada vez más reconocidas como tales para el ser humano pues en medio de nuestra agitada vida, el “escape” fuera de las asfixiantes ciudades constituye toda una terapia para el cuerpo, el espíritu y las emociones. Pero la denominada “oferta turística”, como lo han reflejado estos días varios enfoques periodísticos de LA REPUBLICA, resulta cada vez más de difícil acceso para los nacionales. No es ninguna exageración afirmar que es más barato irse de vacaciones a la atrayente Granada de Nicaragua, la bellísima Antigua en Guatemala, la subyugante Cartagena de Indias o la alegre y hermosa Isla de San Andrés que pretender incursionar en los lujosos parajes de Guanacaste, del volcán Arenal, de Herradura, Jacó o Gandoca Manzanillo.
Es comprensible que todo ello se explique según el Ministro de Turismo en el éxito turístico de Costa Rica y la consecuente ley de la oferta y la demanda. Se entiende. Por lo demás, nos enorgullecemos de tener como primera fuente de generación de divisas una “industria sin chimeneas” que asegura producción de empleo y mejoramiento de la calidad de vida en muchas zonas que de no ser por el turismo no tendrían mayor opción de crecimiento y desarrollo. Todo eso está muy bien. ¿Pero qué pasa con los nacionales? Es cierto que nuestros visitantes pueden pagar el costoso destino turístico en que nos hemos convertido (porque también hay que decir que los turistas extranjeros encuentran bastante caro nuestro país). Sin embargo, los costarricenses deberíamos tener mejores opciones para conocer nuestro terruño. La inmensa mayoría de los ticos no conoce el volcán Arenal y si han logrado verlo, fueron de día y no disfrutaron de sus maravillosos espectáculos nocturnos debido al costo de hoteles y servicios de alimentación, por no soñar con las estratosféricas tarifas de los deportes de aventura. La mayoría tampoco conoce los espectaculares espejos de los Canales de Tortuguero y es un hecho que los ticos más jóvenes ya no podrán siquiera conocer las emblemáticas playas guanacastecas.
Es cierto que periódicamente se hacen ofertas para promocionarnos como turistas en nuestro propio país. Pero esas ofertas están diseñadas para llenar hoteles en ciertos sitios y en ciertas semanas cuando baja la visitación de extranjeros y por eso son muy limitadas y no constituyen un programa de fomento del turismo interno, sino una estrategia económica (por lo demás válida) para el sector. Por eso, lo que realmente extrañamos es el diseño de políticas públicas para el turismo interno, que son importantísimas para mejorar la calidad de vida de la gente. De nuestra propia gente.
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