Tras el volcán, el burócrata
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 07 enero, 2010
De cal y de arena
Tras el volcán, el burócrata
Redacté lo que consta a partir del siguiente párrafo en la mañana de este martes. Ya para la tarde del mismo día, la actividad del volcán Turrialba había pasado a una segunda fase con expulsión de materiales piroclásticos. Lo que confirma la pertinencia de esta queja.
Vivir, trabajar o explotar una finca en las inmediaciones del volcán Turrialba no deja de ser una temeridad. Su incesante actividad, hoy más intensa, expresada en la expulsión de gases y espigadas plumas por su cráter, retumbos y fumarolas por allá y por acá, ha reducido la población a cifras mínimas. Muchos han emigrado y otros tantos apenas cumplen sus tareas, pasan la noche en sitios más retirados, advertidos de que algo va a pasar. Lo insinúan los gases tóxicos que han achicharrado potreros y quemado el follaje de los árboles, abatiendo sensiblemente las explotaciones agrícolas y ganaderas. Los entes especializados refieren que en octubre el flujo de dióxido de azufre llegó hasta las 2.500 TM diarias y que para noviembre la lluvia ácida se propagó por los flancos sur, sureste y noreste del cono volcánico. Un día despejado permite ver su efecto destructivo. No queda más que encarar el desafío sin margen para abandonar las fincas ni para venderlas. ¿Quién va a comprar en esa zona de los anillos de mayor exposición y riesgo a un desastre?
Como las desgracias nunca llegan solas, con la virulencia volcánica aparecieron las valoraciones hechas para efectos del impuesto sobre bienes inmuebles por el bienaventurado Órgano de Normalización Técnica de la Dirección General de Tributación y luego acogidas por la Municipalidad de Alvarado. Disparate, sandez, abuso de poder... lo cierto desde un escritorio los burócratas valoraron el metro cuadrado de ahí en ¢.1.500 (¢15.000.000/Ha valor tributario), más de diez veces lo establecido hace cinco años y sin importar que fuesen tierras sitas en el borde del primer anillo de peligrosidad, bajo la amenaza de una explosión pronosticada y, claro, fuera del comercio humano. Luego la Municipalidad, sin entender tampoco los principios de racionalidad y proporcionalidad exigibles en materia tributaria, aprobó la tabla y llamó a los contribuyentes para aplicarles el torniquete. Evidentemente, el margen para ajustar valores a las particularidades del terreno es relativo porque el valor-matriz es alto.
Lo que ocurre allá en el Turrialba es una pequeña muestra de la orfandad que vive el agro no exportador, relegado a batirse con sus propios recursos, con obstáculos para acceder al crédito bancario, sin CAT’s y hasta con caminos destruidos. En contraste, los políticos corren y dócilmente ceden a la presión de los poderosos conglomerados de Zonas Francas que exigen exención de impuestos, escudos fiscales y mecanismos proteccionistas como condición para trabajar y exportar. Como dice el XV Informe del Estado de la Nación, desde hace 20 años las políticas públicas hacia los sectores productivos tradicionales se han debilitado o abandonado y aún se sigue a la espera de la promoción de la pequeña y mediana empresa. Sobre esta mísera realidad se posan las promesas de los políticos en campaña electoral.
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