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COLUMNISTAS


¿Tenemos una agenda energética desconectada de las necesidades económicas y sociales del país? (IV)

Roberto Dobles [email protected] | Lunes 09 septiembre, 2019


En las columnas anteriores de esta serie se analizaron tres de los elementos claves que contribuyen a desconectar la agenda energética del país de las crecientes necesidades y exigencias nacionales e internacionales que son necesarias para poder prosperar económica y socialmente en un mundo cada vez más competitivo:

• La ausencia de prioridad y de interés sobre el desarrollo de energía de bajo costo, la cual es un componente clave hoy en día en la competencia mundial y para potenciar el desarrollo económico y social.

• La fijación de los precios de la energía con base en el “principio del servicio al costo”, que termina siendo en el “principio de servicio a cualquier costo”.

• La falta de competencia entre las fuentes de energía que fomenta el desplazamiento progresivo de las fuentes viejas por las fuentes nuevas que están emergiendo, lo cual conduce, entre muchas otras cosas, a reducir continuamente los costos de la energía y las emisiones al ambiente de los países.


En esta columna se analiza otro de los factores claves que desconecta la agenda energética de las necesidades económicas y sociales del país y de la realidad internacional:


• La no incorporación a la matriz energética nacional, de manera relevante, de las fuentes de energía líderes en el mundo que están impulsando la transición energética, la reducción de los costos de la energía y la reducción de las emisiones al ambiente.

Me refiero en particular a la energía solar (para la generación eléctrica) y al gas natural (como combustible y como materia prima para productos industriales y agrícolas), que son las dos principales fuentes de energía que están impulsando el cambio energético mundial por su bajo costo y sus bajas emisiones.

La decisión política en el país de restringir el desarrollo potencial de la energía solar y de prohibir el desarrollo del potencial de gas natural que existe en el país conduce también a desconectar la agenda energética de las crecientes necesidades y exigencias de desarrollo que tenemos, ya que provoca crecientes desventajas competitivas con respecto a los países con los que competimos en el comercio internacional y en la atracción de inversión externa directa (IED).

Esta decisión política, la cual no se fundamenta en estudios técnicos, económicos y financieros rigurosos, auto excluye al país de las dos principales fuentes de energía que se están usando el mundo de manera creciente por su bajo costo y su mayor competitividad energética.

Esta auto exclusión y este auto flagelo económico y social se da a pesar de que la evidencia muestra de manera clara y contundente que la energía solar y el gas natural son las dos fuentes de energía líderes en el mundo que están impulsando la transición energética y la reducción de los costos de la energía.

Aquí se limita y se obstaculiza fuertemente el desarrollo de la energía solar y se prohíbe vía decreto el desarrollo del potencial nacional de gas natural.

Como lo he señalado en columnas anteriores, los abundantes estudios realizados por organizaciones internacionales de gran prestigio muestran contundentemente que estas dos fuentes de energía son las que, por mucho, están liderando el cambio energético mundial.


Entre las organizaciones y estudios se encuentran los siguientes:


• International Energy Agency (World Energy Outlook 2017: A World in Transformation): “La forma en que el mundo va a satisfacer sus crecientes necesidades de energía cambia drásticamente en el Escenario de Nuevas Políticas, con el liderazgo ahora tomado por el gas natural, el rápido aumento de las energías renovables (particularmente solar y eólica) y la eficiencia energética”.


• International Energy Agency (World Energy Outlook 2018): “Las tecnologías bajas en carbono (particularmente solar y eólica) y el gas natural satisfacen más del 80% del aumento de la demanda mundial de energía”.


• International Energy Agency IEA (The Role of Gas in Today’s Energy Transitions, 2019): “El gas natural es uno de los pilares de la energía global: el consumo mundial está aumentando rápidamente y en el 2018 el gas natural representó casi la mitad del crecimiento en la demanda total global de energía. El gas natural juega muchos papeles diferentes en el sector energético y, así como sustituye a los combustibles más contaminantes, también reduce la contaminación del aire y limita las emisiones de dióxido de carbono”.


• BP (Energy Outlook, 2019 Edition, Outlook to 2040): “Las energías renovables (particularmente la solar y la eólica) y el gas natural representan casi el 85% del crecimiento de la energía primaria, y su importancia aumenta en relación con todas las demás fuentes de energía”.


Todos estos estudios internacionales muestran claramente que las fuentes que están liderando la transición energética, la descarbonización de las economías y la reducción de los costos de la energía son la energía solar y la energía eólica en el subsector eléctrico y el gas natural en el subsector combustibles.

Pero en Costa Rica no se está viendo lo que está pasando en el mundo y más bien el país se está auto excluyendo de las principales tendencias energéticas mundiales que están reduciendo los costos de la energía y las emisiones al ambiente.

Con respecto a la energía solar, el país está inclusive peor que los países de Centroamérica, como bien lo señala un artículo publicado por el periódico La República titulado “Costa Rica, entre los peores generando energía solar en Centroamérica”.

En este artículo se indica que los “especialistas señalan que el principal culpable de una generación (solar distribuida) tan baja es el reglamento actual que limita el uso de este recurso” (Reglamento de Generación Distribuida, Decreto N° 39220-MINAE del 14 de setiembre del 2015).

Otro artículo titulado “Costa Rica desaprovecha potencial para generación de energía solar”, publicado por el periódico La Nación, indica, entre otras cosas, que las “instalaciones fotovoltaicas aportan apenas 0,34% de la electricidad local, pese a condiciones favorables en el país para usar esa fuente renovable”.

La Cámara de Industrias ha sido clara en señalar públicamente que la energía solar “en vez de liberalizarla más bien buscan limitarla”.

En el 2018, la participación de las diversas fuentes de energía en la generación eléctrica centralizada nacional fue la siguiente: hidroeléctrica 73,47% (que es la más vulnerable a las variaciones climáticas anuales y al cambio climático), energía eólica 15,84%, geotermia 8,53%, búnker y diésel 1,40%, bagazo 0,68% y solar 0,09%.

La generación con energía solar en el 2018 fue entonces del 0,43% (0,34% correspondiente a la generación distribuida o descentralizada y 0,09% a la generación centralizada).

La generación de electricidad con energía solar en el 2018 ocupó la última posición y fue mucho menor que la electricidad generada con los caros búnker y diésel importados.

Las perspectivas futuras para la energía solar en el país tampoco son buenas.

De acuerdo con el Plan de Expansión de la Generación 2018-2034, la participación de las fuentes primarias de energía en el 2027 serían las siguientes: Hidroelectricidad 71%, Geotermia 14%, Eólica 11%, Térmica (Diésel y Búnker) 3%, Bagazo 1% y Energía Solar (centralizada) 0,2%.

El 0,2% en el 2027 es una participación muy insignificante, a pesar de que la energía solar es la fuente renovable de energía que más rápidamente está creciendo en el mundo, la que más reducción en sus costos está teniendo y es la principal fuente de energía del país.

Con respecto al gas natural, un decreto del Gobierno de este año eliminó la posibilidad de desarrollar el potencial que existe en varias zonas del país, el cual ha sido detectado por diversos estudios nacionales e internacionales y ha sido revelado por varias organizaciones.

Entre estas organizaciones se encuentra el Colegio de Geólogos, el cual ha señalado que “Sí hay gas natural en Costa Rica” y que está “demostrado que nuestro país tiene un considerable potencial para explotar petróleo y gas natural”.

Mientras el mundo se encamina hacia fuentes de energía renovables y no renovables de bajo costo (particularmente energía solar y gas natural), el país se encamina hacia fuentes de energía renovables caras y no renovables importadas también caras, según se verifica al analizar los datos de la cruda realidad energética nacional, la cual resulta muy diferente a la retórica energética existente.

Esta cruda realidad muestra además que el consumo nacional del caro petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero (energía no renovable) está creciendo aceleradamente y más rápidamente que el consumo de las caras energías renovables nacionales.

Los caros derivados de petróleo importados, que representan actualmente casi las dos terceras partes del consumo energético nacional, se han convertido en la fuente de energía de mayor crecimiento en el país, muy por encima del crecimiento las fuentes renovables nacionales de energía, por lo que su participación en el consumo nacional aumentará en el futuro.

Al limitar el desarrollo de la energía solar (cuya radiación llega al país gratuitamente todos los días) y al eliminar la posibilidad de desarrollar el gas natural nacional (cuya formación en el subsuelo nacional se realizó también gratuitamente hace millones de años), Costa Rica se auto excluyó de las principales fuentes de bajo costo que están liderando el cambio energético mundial y se está encaminando, contrario a lo que se indica en la retórica actual, en una ruta diferente basada en energías caras, tanto nacionales como importadas.

Los países con los que competimos en el comercio internacional y en la atracción de inversiones están desarrollando una ventaja competitiva cada vez mayor sobre nosotros, al ir introduciendo fuertemente fuentes de energía de bajo costo en su matriz energética (particularmente energía solar y gas natural).

Dentro de este contexto, la brecha energética competitiva nacional continuará creciendo, lo que impactará negativamente nuestras posibilidades de crecimiento económico y social, y deteriorará aún más, entre muchas otras cosas, el raquítico crecimiento económico (que no genera las crecientes necesidades nacionales) y la crítica situación fiscal y social (altos niveles de desempleo, de empleo informal, de pobreza, etc.).

Si no hay cambio en la política energética, el país continuará desconectándose cada vez más de la realidad mundial y de las apremiantes necesidades económicas, fiscales y sociales (pobreza, empleo, educación, salud, vivienda, etc.), con las serias consecuencias económicas y sociales que esto tiene.


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