Temor de Dios
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 07 mayo, 2010
Al menos la presidenta electa Laura Chinchilla sí va a misa, como también otros ex presidentes y candidatos que han desfilado por los templos católicos y han escuchado las homilías de Monseñor Barrantes, y lo han hecho en el momento más crucial para la democracia costarricense, el día de la elección presidencial.
Y nada pasó. Pero, lo que no me queda claro es, ¿quién los invitó?
Creo que al igual que la gran mayoría de los costarricenses, las personas que van a la Iglesia lo hacen porque les da la gana, nadie las obliga, ni existe una ley que exija a un individuo anticlerical asistir a misa.
Como de todo hay en la viña del Señor, hay a quienes no les interesa oír el sermón del domingo o profundizar sobre lo que enseña la doctrina social de la Iglesia.
Entonces parece lógico que si una persona asiste a un templo católico es simplemente porque siente afinidad con esa creencia, y por lo tanto no necesita ser convencida de algo de lo cual ya cree y forma parte.
Si un candidato presidencial está en contra de la vida, del matrimonio y de la familia, es bastante obvio que al menos dentro de la población católica no va a tener gran acogida.
“Por sus frutos lo conoceréis”, dice el Evangelio y por lo tanto no hay necesidad de más palabras.
Entonces, ¿cuál es el temor a los sermones que está llevando a la censura?
Dirán que nuestra Constitución y el Código Electoral prohíben que un clérigo o seglares hagan propaganda política con motivos religiosos o valiéndose de estas creencias.
Si este fuera el caso, entonces no debería existir el Partido Unidad Social Cristiana, ya que claramente es un motivo religioso y, es más, su ideología se fundamente en la misma doctrina social de la Iglesia.
Y qué tal de los políticos pastores que hoy en día son parte de uno de los poderes democráticos de este país.
También se deberían derribar los monumentos e instituciones que llevan el nombre de algún Padre que donara los terrenos o que fuera parte fundamental de su creación.
Y por qué no eliminar de nuestra Carta Magna la introducción, “Nosotros, los Representantes del pueblo de Costa Rica, libremente elegidos Diputados a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando el nombre de Dios y reiterando nuestra fe en la Democracia, decretamos y sancionamos la siguiente…”.
Y remover de todo Juramento, “—¿Juráis a Dios y prometéis a la Patria, observar y defender la Constitución y las leyes de la República, y cumplir fielmente los deberes de vuestro destino?
—Si así lo hiciereis, Dios os ayude, y si no, El y la Patria os lo demanden”.
Si al menos lo hicieran por Temor de Dios sería sabiduría.
Luis Alberto Muñoz
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