Sinceramente
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 11 agosto, 2023
Ira popular y rechazo
Es fácilmente comprobable la ira popular que en este país se siente y se vive. Luego de años de corrupción de algunos y de compadrazgos de muchos la población ha llegado al hartazgo pleno. La reelección de candidatos y las puertas giratorias que hacen que una persona sea hoy diputado, mañana alcalde, o ministro y luego candidato a la presidencia enfurece a los electores. El ejercer los puestos de alcalde por largos, sí larguísimos períodos son rechazados de hondo con un visceral nunca más. La ira contra lo que las personas consideran granjerías es grande y eso de mantener personas que profesionalmente se dediquen a vivir del estado molesta muchísimo a los costarricenses con justa razón.
La reacción del pueblo es y ha sido contra el statu quo, contra los grupos que han sido beneficiados por este, contra las personas destacadas que han ejercido influencia o derivado poder y riqueza de la situación presente. El statu quo ha generado unas brechas de ingreso y de educación impresionantes. El modelo de sociedad nuestro ha generado pensiones de diez millones para algunos y de ochenta mil colones para otros. La situación presente ha generado desempleo, pobreza, miseria, colas insoportables de atención en la CCSS, y en la obtención de servicios básicos, falta de vivienda popular y tramitología extenuante. El malestar es tremendo. Contra todo eso está votando el electorado. El elector rechaza a las figuras emblemáticas de los partidos tradicionales a las que les atribuye todo este deprimente panorama y desearía no verlas más en el poder.
La renovación partidaria difícilmente se ha dado, baste ver los directorios políticos. Los candidatos partidarios se siguen sucediendo a pesar de que los electores les rechazan y eligen primero a un desconocido que a una persona de pedigrí político relacionado con el estado de cosas presente.
Los partidos políticos nacionales de siempre pareciera que no han entendido este fenómeno de los costarricenses de oponerse, votar en contra y rechazar las estructuras del pasado. Muchas personas siguen luciendo sus vinculaciones históricas con los “patriarcas” de hace 50 y 60 años. Muchos exaltan las soluciones de estos personajes de ayer sin darse cuenta que fueron soluciones y respuestas coyunturales a una Costa Rica que ya no existe. Muchos sacan a relucir éxitos políticos pasados cuando los mismos muchas veces no les llegan ni los sienten las generaciones actuales y que aquellos hechos y aguas ya no mueven molinos electorales. Estos exaltados patriarcas en el imaginario popular son el origen de sus problemas, del estado grande, del gasto excesivo, del empleo público para dar trabajo a sus estructuras partidarias. El invocarlos es invocar lo que los electores no quieren.
La política no es ni por asomo una clase de historia. Lo pasado es pasado. Las coyunturas son irrepetibles. Aquellas aguas no mueven ya votantes ni los moverán. Sin perjuicio de ello algunos siguen aferrados a lo que les queda en su memoria, a lo que resta de sus recuerdos, a lo que ellos admiran y añoran, aunque el electorado busque respuesta a los apremiantes problemas de hoy.
Empleo, educación, seguridad ciudadana, lucha contra el crimen organizado, estabilidad en las reglas sociales para emprender sin que las mismas varíen y dejen al emprendedor sin sustento legal, justicia pronta y cumplida son deseos fervientes del elector. Seguridad jurídica, claridad en la dirección del país, respeto mutuo, fin de la política electoral cuando la campaña concluyó meses atrás, son aspiraciones legítimas de los costarricenses de hoy. Nada tienen que ver con lo que algún prócer hizo o dejó de hacer en los 40s o en los 50s o en los 60s.
Ningún partido ha hecho y menos defendido un proyecto de país. Nadie sabe ni intuye para qué quieren el poder entonces. No dicen qué esperan de Costa Rica, cómo la van a transformar, qué metas y qué rutas seguirán para alcanzarlas. Menos aún cuáles son sus soluciones a algunos de los problemas ya enunciados. ¿Entonces cómo elegirlos, para qué llevarlos al poder?
Las elecciones de alcaldes es un asunto totalmente diferente a la elección de autoridades nacionales. Allí prevalecen los intereses locales y las soluciones propias de sus comunidades. Sin perjuicio de ello los alcaldes deben decir claramente para qué desean el poder y que harán con él.
Más de lo mismo es estéril. Invocar el pasado que es lo que se cuestiona, censura y rechaza es un absurdo. El no definir problemas y soluciones es suicida. El seguir postulando personas del pasado y personas con cuestionamientos le para el pelo a cualquiera. Argumentar soluciones del ayer para solventar problemas de hoy y de mañana carece de todo sentido.
Espero que los partidos políticos, fundamentales en la operación de la democracia representativa, reaccionen a lo evidente y recompongan su mensaje, sus planes, su estrategia y sus cuadros. Espero que los partidos emergentes hagan desde el inicio mismo la política que los electores añoran. El problema del país es eminentemente político. Para superar ese y otros problemas Costa Rica debe de relegar la mediocridad y abrazar la excelencia.
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