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Sinceramente

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 09 junio, 2023


Gobierno republicano

En una república el gobierno es ejercido por tres poderes diferentes, responsables y competentes que para lograr resultados y alcanzar los objetivos de bienestar ciudadano nacional deben ponerse de acuerdo. En una república no existe un poder absoluto, no existe un tirano, no existe quien gobierne por encima o a espaldas de todos.

La división de poderes fuerza a alcanzar coincidencias, a trabajar unidos, unos legislando, otros administrando los asuntos comunes dentro de la ley y otros juzgando si los otros dos ejercen sus funciones conforme el pacto fundamental y las leyes generales de administración pública así lo hayan dispuesto. La división de poderes y el estado de la legalidad minimizan las ocurrencias y las decisiones precipitadas, de unos y otros, que no hayan contemplado consecuencias en su ejercicio legal y que puedan afectar a la república.

El crear fisuras entre los poderes de la república, el crear conflictos donde no los hay, el intentar imposiciones de uno sobre los otros dos resultará en un gobierno fallido, en un gobierno incapaz de llevar adelante la tarea que le fue encomendada.

La figuración, el aparecer bajo los reflectores y en las cámaras estelarmente no está prohibido por ley alguna o por la constitución misma, más eso no es, no ha sido ni será gobernar. Se confunde a veces ejercer gobierno con la estelaridad de la figura pública. Gobernar es el ejercicio complejo y sistemático de fijar metas y objetivos en el tiempo, persuadir al legislador de la conveniencia de esa fijación de objetivos y claro está situarlo todo dentro del marco de la legalidad. El gobernar no es solo el administrar lo que se recibe sino transformarlo para bien a través de ese proceso virtuoso de complementación entre poderes y de capitalizar sobre la diversidad de enfoques e ideas que genera una sociedad.

Es claro que la incapacidad para comprender este esfuerzo republicano de síntesis, persuasión y de materialización de metas y objetivos, resulta trascendental para la sociedad como un todo. Si el círculo virtuoso de gobernar no se da, se pierde el tiempo y la sociedad dependiente de su dirigencia quedará rezagada en su desarrollo.

La acción en equipo, en respeto, decencia y buena fe, en conocimiento, en solemnidad y altura de cada uno de los poderes de la república que constituyen el gobierno es lo que permite que la república avance, aventaje a otras, alcance progreso económico, social, cultural y espiritual. El intento de superposición de un poder sobre los otros lo que genera es la destrucción de la gobernanza de la república, la generación del caos en la administración de los asuntos comunes y la degradación del respeto de los ciudadanos por el sistema republicano y su sistema eleccionario democrático.

Cada quien a lo suyo. Cada quien a su competencia. Cada poder a sus funciones primigenias. Todos los costarricenses al frente de estos tres poderes deben de comprender claramente y actuar en consonancia con las funciones, las metas y el espíritu con que fue estructurada y redactada la constitución política de nuestro país. Los poderes no buscan socavar el estado de la legalidad, ni disociar al pueblo sino buscar la concordia y la unidad nacional. El objetivo de cada uno de los tres poderes no es destruirse es construir juntos.

La República de Costa Rica no es una empresa, tampoco es gerenciable. Cuando elegimos diputados no se elige la junta directiva de una gran firma. Cuando elegimos presidente y vicepresidentes no estamos nombrando gerentes. Cuando se nombran magistrados no estamos eligiendo y designando fiscales o auditores. La confusión en torno a estos principios básicos, que todos creíamos que los funcionarios electos entendían al ser designados democráticamente y que reafirmaban en sus juramentaciones, debe de disiparse plenamente. Todos los poderes están obligados a fortalecer la república y su sistema republicano y democrático. Ningún poder está autorizado a desacreditar o a mermar la reputación o poner cortapisas ilegales a las labores de los otros poderes que constituyen gobierno. El fortalecimiento de la institucionalidad no es solo cuestión de la letra de leyes y de la constitución sino fundamentalmente del espíritu de la misma, del espíritu que nos vio nacer a la independencia, del espíritu que guio a sus gobernantes desde entonces.

Que los padres fundadores de esta República de Costa Rica, que los Beneméritos de la Patria, que los gobernantes de todos los tiempos sean guía y ruta para los que nos guíen en el presente y hacia el mañana. Que el espíritu democrático y el espíritu republicano, ambos, continúen soplando con fuerza dentro de nuestras fronteras y a nuestros hombres y mujeres guardianes del futuro del país.

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