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Sinceramente

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 26 mayo, 2023


¡Más impuestos!

El señor Presidente de la República y el señor Ministro de Hacienda han comunicado a los costarricenses que ellos habrán de presentar un proyecto de ley para ordenar algunos tributos, para gravar ingresos, e incluso aparentemente para confiscar los bienes de quienes la Dirección General de Tributación así lo disponga sin apelación ni la intervención de un juez.

Los impuestos, según dicen las autoridades, se requieren para impedir que los intereses de las deudas de gobierno ahoguen al fisco según hemos escuchado y leído. En estos momentos se está generando afortunadamente un superávit primario importante.

Los déficits fiscales se generan porque se gasta más de lo que se recauda. Una solución es aumentar la recaudación, pero la otra es reducir la cantidad del gasto. Aumentar la recaudación mientras se reduce el gasto es la solución óptima. Nunca se debe de gastar más de lo que se recauda, pero el gobierno de Costa Rica desde hace ya muchos años viene gastando mucho más de la recaudación lograda a base de aumentar la deuda pública. Se gasta y se gasta y cuando los impuestos no alcanzan se pide prestado lo que sea, para seguir gastando. Cualquier familia del país que manejara su economía como el gobierno lo ha hecho por años habría quebrado.

El gobierno ha denunciado que la defraudación presente equivale al total del déficit fiscal. Esta es una suma de inmensas proporciones, pero no han logrado encontrar dónde se defrauda ni quiénes son los defraudadores por lo que pareciera a los contribuyentes que las dimensiones de esa defraudación no son las aseguradas por las autoridades de hacienda. Esta aseveración ha hecho que muchos simplemente digan que si hay una defraudación por la libre para qué nuevos impuestos. Más impuestos, tributos y gravámenes con una presunta defraudación tan grande favorecería a los defraudadores y haría imposible la competencia de los formales y buenos pagadores de impuestos. Ya la mitad de la economía según se estima es informal y son los formales los que mantienen y pagan para que todo siga caminando.

Ha transcurrido suficiente tiempo en esta administración como para pensar que la defraudación debería estar ya bastante controlada por el Ministerio de Hacienda. Muchos aseguran que la lucha contra la evasión es importante pero que lo más importante es la elusión o sea el pago mínimo de impuestos conforme a la ley por lo que no es delito. Con sorpresa los costarricenses han presenciado cómo las medidas para controlar reduciendo deducibles a los ingresos de los contribuyentes no se han abordado, ni se están enviando a la Asamblea Legislativa proyectos para remediar ese pago mínimo legal y actual de impuestos sobre la renta a quienes mucho ganan.

Se insiste en que hay muchas empresas que declaran cero ganancias y siguen operando y que allí hay incorreciones y defraudación. Muchas veces tiendo a pensar que simplemente es la perseverancia y la resiliencia de quienes no desean acabar con el esfuerzo de una vida, de quienes guardan la esperanza de cambiar malos resultados por buenos en el futuro. Se publican listas de grandes empresas que no generan ganancia ni impuestos por ser estas subsidiarias las tenedoras de acciones corporativas. Las firmas tenedoras de acciones de las corporaciones de acuerdo con la ley no tienen operación ni generan beneficio. Esta acusación proviniendo de autoridades es un mal síntoma pues ellas saben bien de estas sociedades. Creo que se busca crear una reacción contra esas empresas culpándolas de delitos que no han cometido ni cometen creando un sentimiento anti empresarial. Es la vieja estrategia de crear un enemigo social para que ellos sean culpados de todo y perseguidos por todo, cuando lo que hacen es pagar los impuestos y generar los empleos que el país requiere con tanta urgencia. Muchos líderes políticos buscan crear estos chivos expiatorios para eludir sus propias responsabilidades. Nadie se debería pelear con los generadores de empleo ni con los pagadores de impuestos que mantienen el gobierno andando.

Lo único cierto es el enorme gasto público. Lo único prudente es reducir el gasto del gobierno. No se gasta cuando no se tienen recursos. No se inventan gastos adicionales cuando los ingresos no alcanzan para pagar los gastos mínimos. El combate del déficit debe venir por muchos costados. Hay que combatir la evasión, la elusión, las duplicaciones de instituciones y competencias. Hay que cerrar instituciones que ya no contribuyen al beneficio nacional, pero sobre todo hay que suprimir gastos dónde estos estén, aunque duela.

El clamor de las gentes en campos y ciudades es no más tributos ni gravámenes. El clamor de las gentes en todos los rincones es dejen de gastar. Paren el gasto, paren el desperdicio, paren las duplicaciones de competencias, paren el contraer deudas adicionales que generan intereses adicionales. El clamor popular es déjenos trabajar, déjenos comer, déjenos vivir en paz.

Proyectos para generar nuevos gravámenes encontrarán gran oposición en la ciudadanía no solo en las cámaras, sindicatos o partidos de oposición que ya se han manifestado en contra de manera clara.

Nunca ha sido popular buscar nuevos impuestos. La popularidad del gobierno que es su fuerza podría verse mermada peligrosamente. La popularidad del gobierno mermada y sin poder real en la Asamblea Legislativa es contraproducente para su capacidad de dirección del gobierno y del país. La popularidad del gobernante y su capacidad de influir en los acontecimientos es el pegamento social que permite a su gobierno emprender tareas y acciones. Poner en riesgo la popularidad y su liderazgo imponiendo tributos a quienes son los que lo apoyan y sostienen no parece buena ni sesuda estrategia política. Las ocurrencias muchas veces resultan en extremo caras. Prudencia y reflexión en estos momentos son indispensables. En democracia son los diputados los que aprueban los impuestos.

El país clama por menos estado, menos gasto, menos regulación, menos impuestos. Buscar lo contrario es enfrentarse al país. El país clama por unidad, por propósitos claros de interés nacional, por dejar de armar pleitos con todos en todo momento. Por dejar de escuchar y leer intercambios de insultos y descalificaciones. Es el momento de negociar, buscar y encontrar terreno común, de encontrar soluciones consensuadas para los problemas de solución urgente. Esa es la vía en democracia y en parlamentarismo. Nunca se insulta o se agrede a quienes se necesitarán para plasmar las soluciones requeridas.

Emilio R Bruce Profesor

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