Si la cintura de la “Sele” no carbura, sáltesela
Gaetano Pandolfo [email protected] | Martes 11 junio, 2019
Un equipo de fútbol es un cuerpo, y es la cintura la que une cabeza con pierna.
¿Cómo hacer que las piernas se muevan si la cintura no funciona, si está enferma?
La solución es brincársela, saltársela de manera tal que la cabeza se conecte con las piernas sin pasar por ella.
La Selección Nacional no tiene cintura, y Gustavo Matosas no encuentra las piezas que la muevan como lo hizo Bryan Ruiz en Brasil 14.
Prueba y prueba jugadores en la zona de gestación del cuerpo de su seleccionado, y la parte creativa no surge, no aparece, no se ve.
¿Por qué, entonces, no saltársela y planificar contra Nicaragua en el debut de la Tricolor en Copa Oro un juego más práctico, más simple y más directo?
Podría formar don Gustavo una zona de retaguardia con tres defensores centrales y dos volantes de marca. Por ejemplo Waston, Pipo y Duarte (Calvo) como centrales con Celso Borges y Allan Cruz en el medio del campo como volantes recuperadores.
Tendríamos, junto al portero Leonel Moreira, seis hombres con funciones defensivas. Súmele dos carrileros a escoger entre Gamboa, Fuller, Oviedo y Matarrita, y quedan tres espacios disponibles.
¡Aquí vendría la novedad!
Que Gustavo Matosas se olvide de Bryan Ruiz, Jimmy Marín, Elías Aguilar y Randall Leal, integrantes de esa cintura que no funciona; y que ubique a tres hombres en zona de ataque: Joel Campbell, Mayron George; y que escoja entre Saborío y McDonald.
Si se apunta a Saborío y lo junta con George, la Tricolor puede parar en el área enemiga a dos torres humanas, un par de rascacielos que con Campbell a la espalda, podría hacer daño.
Costa Rica jugaría un 3-4-1-2 y se ordenaría un fútbol práctico, largo y directo que ponga la pelota en territorio enemigo sin que pase por la mitad del campo.
Saques largos de pie del portero, despejes de los tres defensas centrales hacia zona de ataque, sin dársela en corto a los volantes, prohibido el fútbol horizontal; filtros largos de Celso y Cruz hacia el punto de penal del enemigo, y el empuje por los costados de los carrileros.
El tema pasa porque urge nutrir de balones a los delanteros, y dado el pobre desempeño de nuestros “dieces”, que no aparecen por ninguna parte, probar una nueva fórmula que ponga al equipo en posición ofensiva, no es mala idea.
Nicaragua podría convertirse, con todo respeto a su evolución futbolística, en ese conejillo de indias, que sirva de laboratorio al nuevo experimento táctico.
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