Sí a la convención del PAC
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 07 enero, 2009
Sí a la convención del PAC
Vilma Ibarra
Sin rodeos. Una convención en el PAC —por donde quiera que una la observe— solo ofrece ribetes positivos para esa agrupación y consecuentemente para la partidocracia costarricense. Por eso resulta estimulante que Epsy Campbell no tire la toalla aún y por el contrario afirme que continúa en el “proceso de reflexión y análisis” que la llevará a anunciar su decisión final apenas en un mes más, cuando concluya su período como presidenta del principal partido opositor del país, un cargo formal que ha ejercido a la sombra, sobre todo en los últimos meses, (después del episodio de la consultoría que hizo para el proyecto de la reforma del Estado y que hizo que algunos torquemadas pidieran su cabeza) tanto que fue más que notoria su ausencia en la recién pasada celebración de los ocho años del PAC.
En mi opinión, una convención le daría al PAC la oportunidad de demostrar —en contra de lo que muchos desde ya están apostando— que sí está preparado como partido político para un proceso de escogencia libre de su aspirante presidencial, cosa que necesita para fortalecerse internamente y proyectarse entonces con más fuerza de cara a las elecciones de febrero de 2010.
También es cierto que la convención haría honor a la esencia misma que dio nacimiento a esa divisa política: la participación ciudadana; porque aún cuando nadie duda que es un signo identitario básico, lo cierto es que el PAC requiere potenciar y dinamizar esa participación. La convención, le daría un espaldarazo a ese propósito.
Lo más importante sin embargo, es que la convención daría carta de adultez al PAC, que tras ocho años de existencia, dos elecciones nacionales y un meteórico crecimiento, tiene que arriesgarse a dar el salto a las grandes ligas para no continuar en la misma esfera de otros partidos que no han podido crecer a ese nivel, como el Movimiento Libertario, o que han involucionado, como la Unidad Social Cristiana.
El PAC no puede seguir mostrándose como un grupo cerrado de liderazgo monolítico, normas pétreas y sin disidencias democráticas que le insuflen dinamismo. Resulta una agrupación tan importante para el régimen democrático que está obligado a revitalizarse y claramente un proceso convencional sería el marco apropiado para —reitero— dar prueba de crecimiento. Ubicándonos en la esencia misma de una convención abierta, tendríamos la estimulante posibilidad de contrastar las personalidades, los carismas y los matices de las propuestas pacquistas de don Ottón y doña Epsy. Un platillo de primera para los analistas, pero sobre todo, un menú de opciones más allá del plato único que hasta ahora han tenido en su mesa los simpatizantes del PAC.
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