San José: Sin camino ni destino
Federico Cartín Arteaga [email protected] | Lunes 26 agosto, 2019
Por Federico Cartín Arteaga, Máster en Planificación Urbana (Universidad de McGill)
Candidato Alcalde - Chepe 2020-2024
En 30 años, la ciudad ha carecido de una dirección clara y prometedora como capital de nuestro país.
En un reciente artículo de opinión, el alcalde dice que la “…Gran Área Metropolitana de Costa Rica ha sido devorada por la fuerza centrífuga de una urbanización ausente de dirección planificada”.
En efecto, San José ha sido el epicentro del que han huido los espacios residenciales, el comercio y la industria.
El alcalde, como siempre, se lava las manos y achaca el fenómeno al resto de la institucionalidad, mientras que en 30 años no ha producido una visión de ciudad ni propuesto cambios a las leyes que él reclama.
Adiós, población y empleo.
Nuestra urbe sufre el llamado “efecto dona”. En 1950, la capital representaba casi 40 % de la población del área metropolitana de San José, mientras que al 2011 representaba apenas un 21 %
La periferia se expande de una ciudad que espanta.
Mientras que en 1950 los 4 distritos centrales albergaban 35 mil personas, para el 2011 se vació en un 40 %; por su parte, la GAM creció un 103 % entre 1985 y el 2015.
Si bien ha habido un aumento en la oferta residencial en los alrededores de la Sabana -apuesta bastante obvia en nuestro Central Park-, llamarle repoblamiento es una falacia.
No se puede repoblar algo que no tuvo población, mientras otras -contando ya con infraestructura ociosa- decaen.
El sector comercial y la industria ha sufrido el mismo “destino”, 125 mil metros cuadrados desocupados este 2019 y décadas de inversión extranjera directa que ha huido hacia San Antonio de Belén, Escazú, Curridabat, Cartago, Goicoechea… ¿cuántos empleos y encadenamientos se perdieron en San José?
Hola, deuda.
Como si fuera poco, un alcalde que ha destinado 95.5 % de su presupuesto a gastos corrientes - es decir, solo 4,5 % en inversión - según el BID, decide antojadizamente endeudar a la Municipalidad en pleno año electoral.
No estoy opuesto a la deuda para proyectos claves en una administración que haya comprobado poder ejecutar responsablemente su presupuesto: vamos a los datos.
Un manejo irresponsable de las finanzas de la ciudad ha generado resultados financieros erráticos que ponen en evidencia la incapacidad de gestión del alcalde.
El período 2011-2014 dejó pérdidas cercanas a US$6 millones, en promedio.
A partir del 2015 -período ausente por su candidatura presidencial-, comienza el superávit y llega al 2016 con un pico de US$18 millones a su haber -presupuesto legado de la alcaldesa quien le suplió- y que rápidamente se volvió a comer.
Ya para el año pasado el superávit apenas superó los US$300 mil.
Es decir, el incremento de casi 20 % del ingreso municipal en el 2016 se esfumó en gastos en cuestión de dos años, ¿en qué exactamente? Porque la ciudad sigue igual: desatendida.
El mal manejo no termina allí: solo en los últimos dos años, la alcaldía se ha carcomido el 25 % (US$5.5 millones) del patrimonio público, y las pérdidas por cuentas incobrables pasaron de US$3.3 millones en el 2011 a US$7.2 millones en el 2018.
Con estos tétricos números y cero resultados, el alcalde nos endeuda por los próximos 10 años por US$12 millones.
Para arreglar 475 metros de la Calle 78 en Rohrmoser-Nunciatura: US$1.2 millones, Calle 33 en Escalante US$3.3 millones, US$5.5 millones en “Alcantarillado, Obras Viales, Comunicaciones” para el proyecto T24 y US$2 millones para arreglar la desatendida red pluvial -como la rejilla de Avenida 4 “Bulevar Unión Europea” mal gestionada por la misma administración.
Ni un peso llegará a atender las múltiples necesidades de las comunidades en Pavas, Hatillo, San Sebastián, Zapote o San Francisco (los distritos más populosos), pero bien tendremos que pagarlo por los próximos 10 años quienes habitamos o trabajamos en San José.
Es hora de un cambio.
El camino hasta ahora ha sido huir de la capital y el destino que nos traza el alcalde: la deuda.
No, Johnny, a usted no lo contrato; no, San José no vive bajo su mandato.