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INVERSIONISTA


Rodolfo Chévez - Productividad e inflación

| Lunes 22 marzo, 2010





Productividad e inflación


En teoría económica se conoce como la dicotomía keynesiana al conjunto de argumentos según los cuales el nivel de producción está determinado por la demanda, mientras que el nivel de precios está influido por los costos de producción. En materia de precios, dado que el costo laboral medio por unidad de producto es influido por los salarios y la productividad, al producirse una caída de esta última ello conduce a un incremento en los costos por unidad, que se transmiten al nivel de precios en periodos cortos. Estos ajustes retroalimentan la inflación —a corto plazo— por medio de las reglas de indexación, perpetuando el problema en un círculo vicioso
Aunque no entraremos en una abierta discusión en torno a la correlación o causalidad entre variables reales (productividad) y nominales (inflación), un examen en torno a la evolución de la productividad puede ser fructífero.
La productividad laboral se entiende como el número de bienes que un trabajador produce por hora, y se vincula —complementariamente— con el producto por persona ocupada o productividad por trabajador.
Para el caso costarricense, el número de horas laboradas ha crecido más rápidamente que el producto por ocupado. Este último tendió a decrecer entre 2006 (¢1.028,3) y 2007 (¢966,8), para estabilizarse entre ¢976,8 y ¢968,4 en 2008 y 2009 (preliminar) respectivamente. No obstante, se invirtieron 2.244,1 horas por ocupado en 2007, 2.257,6 el 2008 y 2.245,2 en 2009. En otras palabras, se ha producido una cantidad de bienes por trabajador relativamente menor, invirtiendo 18 minutos más por semana por persona si se le compara con 2006 (2.228 hrs por persona).
Esto ha implicado una desaceleración en el crecimiento de la productividad por hora laborada. En promedio esta se había expandido alrededor del 10% entre 2002 y 2006, al pasar de un producto por hora de ¢0,418 en 2002 a ¢0,460 en 2006. No obstante, entre 2007 y 2009 el producto por hora se ubicó en un promedio de ¢0,432.
La interpretación se basa en cifras macroeconómicas y no sabemos cuán difundido o distribuido se encuentre este fenómeno a nivel microeconómico y sectorial. Empero, por la secuela de efectos que esta situación comporta, sea sobre los precios a corto plazo o la competitividad en el mediano plazo, se hace más evidente la perentoria necesidad de acelerar las mejoras en la inversión de capital físico (infraestructura de carreteras, puertos y aeropuertos) y humano (estímulos educativos, capacitación, salud), con el propósito de prevenir males mayores en el futuro.

Rodolfo Chévez Chévez
Gerente de Riesgo, Análisis y Desarrollo
CAAMB Puesto de Bolsa
[email protected]






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