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Retretas

Pedro Oller [email protected] | Martes 17 marzo, 2009


Retretas

Pedro Oller

Hoy quiero escribir distinto. Me antojan temas diversos pero inexactos. Al rato, los hago coincidir pero no me comprometo.
¿Cómo no entender la politización de un país que vive un clima electoral indefinido por lo corto de los periodos y lo fallado del sistema? Si hoy es el MOPT que, según trasciende, hace usos indebidos de fondos para favores políticos que se centran en la Asamblea Legislativa.
Nuestro congreso es una lacra clientelista que vive, no subsiste, a partir de favores. Los ejemplos han sido muchos, las fallas innumerables y el espíritu vacío de contenido legislativo. El último ejemplo, una ley para hacer a las jefas de hogar empleadas ficticias en aras de disminuir la carga tributaria. ¿Harán lo propio por cuestionarse lo que aprueban?
Y en cuanto a cuestionamientos, ¿cómo es posible que se siga apostando por el Obama candidato, optimista y propositivo, frente al Obama presidente, presente y realista? Barack ha dejado mucho en el camino de la esperanza. Su discurso es ahora sombrío y cargado de un pesimismo que no coincide con el de campaña.
Sin embargo, las bolsas empiezan a reaccionar bien a las noticias en retrospectiva que instituciones como Citibank, Bank of America, General Electric, General Motors (sí, señores, hasta los carros están mejor de lo que esperábamos y no necesariamente a propósito de la criolla Expomóvil) y Pfizer rindieran para que, sin mucho espacio, los mercados empezaran una tendencia ascendente.
Salvo porque, en nuestras tierras, un primer semestre divorciado de las perspectivas gubernamentales y en franco deterioro frente a la caída en los índices de turismo, inversión extranjera y lo que las importaciones pueden significar para los seis meses siguientes, nos pone en alerta. El Banco Central debe, necesariamente, obligarse a revisar un sistema de bandas ideado en tiempos de bondades y que subsiste en medio de necesidades de divisas, so pena de padecer la calamidad de un mercado paralelo como el que viven actualmente México y Colombia.
Y de estos países no más que comprobar la exigente situación de tranquilidad —tan mal catalogada como de seguridad— que vive este país. Me estallé este sábado en la Próspero Fernández de noche. No porque los trabajos de la carretera a Caldera estén mal ejecutados, creo que todos coincidimos en el valor que tiene la comprobación con los ojos de que las obras avanzan y las mejoras son notables. Ponché por razones absolutamente personales. Pasé, inadvertido, a una grúa del MOPT que iba cual alma que lleva el diablo quien sabe a dónde, dejándome con esa terrible sensación del desvalido.
Pero el tema es más bien de lo que nos toca vivir por las páginas de sucesos y en virtud de la incertidumbre. El narcotráfico nos ha acorralado en medio de sicariatos que, como buenos ciudadanos, suponemos no nos alcanzarán. Pero de repente se sucede una balacera no-oficial, a 25 metros de la UCCAEP, sea en las inmediaciones de alguien querido y a pleno día y entiende uno que barrios como los del sur de la Sabana están sometidos a la ley de la selva.
Por ahí cerca, y por vez primera desde que la DIS ocupa esas instalaciones luego de que fuera la dirección de transportes de la fallida campaña del ex presidente Echandi en el 82, vi luces en la fachada este fin de semana. Razón por demás para abrigar esperanzas de que el Premio Nobel nos regale, en algún momento de su administración, el desmantelamiento de un órgano que no corresponde a la democracia más antigua ni a las circunstancias actuales de este país. Luz de esperanza que no se debe extinguir.

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