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Resistiendo al fascismo

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 08 noviembre, 2013


Acabar con el fascismo le costó a la humanidad la más sangrienta conflagración de su historia: La II Guerra Mundial y sus 50 millones de muertos


Resistiendo al fascismo

Las crisis que afectan al sistema financiero suelen tener terribles repercusiones en el campo político, pues engendran regímenes fascistas, como se dio en Europa en 1929.
A esos regímenes y a sus ideologías se les califica de fascistas.
El fascismo surge en Europa en la primera posguerra: Italia con Mussolini, Alemania con Hitler, España con Franco y Portugal con Salazar.
Con frecuencia, esos regímenes recurrieron a manipulaciones de inspiración religiosa; Hitler encabezaba en Nüremberg sus multitudinarios e histéricos desfiles con una gigantesca manta que decía: Gott mit Uns (Dios está con nosotros).
Franco acuñó la moneda (peseta) con su efigie y a su alrededor decía: Caudillo por la gracia de Dios.
Acabar con el fascismo le costó a la humanidad la más sangrienta conflagración de su historia: La II Guerra Mundial y sus 50 millones de muertos.
Frente a esa barbarie surgieron hombres y mujeres heroicos de todas las latitudes, tradiciones culturales y credos religiosos pero con convicciones antifascitas, que se organizaron en redes clandestinas de resistencia, arriesgaron sus vidas; muchos murieron o sufrieron vejaciones y torturas en campos de exterminio.
Los testimonios de estos heroicos resistentes no cesan de aparecer. Un intelectual de origen belga radicado en nuestro país, el Dr. Víctor Valembois, acaba de publicar el diario de una compatriota suya anciana que vive en las faldas del Volcán Poás.
En ese impactante libro, la autora muestra con dureza y lucidez, pero sin perder el amor a la vida, los horrores que vivió por dos años en campos de concentración nazis siendo una jovencita.
El libro se titula: Esmeralda. Crónica de mi supervivencia, (Editorial Promesa, San José, 2013). Su autora se llama Luisa Hermans (Esmeralda fue el de su clandestinidad).
Experiencias similares han sufrido innumerables víctimas de las tiranías de Nuestra América. Leer estos escalofriantes relatos debe servirnos para hacer que nunca olvidemos de lo que es capaz el ser humano (¿?), sobre todo ahora que no pocos compatriotas, desengañados con la corrupción imperante en los medios políticos tradicionales abogan por un gobierno “autoritario”(¡!).
Estas lecciones, extraídas de la historia reciente, deben servir para reforzar nuestras convicciones democráticas.

Arnoldo Mora
 

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