Regresó el saber hacer artesanal
Candilejas [email protected] | Viernes 07 febrero, 2020
El 24 por ciento de las empresas en Italia eran artesanales en 2001. Su exportación representaba el 17% del PIB. El negocio se volvió un mercado en auge.
Es solo un ejemplo. En el mundo de hoy, donde la producción es mayormente con máquinas, lo elaborado a mano atrae al consumidor exigente que quiere lo exclusivo.
Así surge lo neoartesanal, donde las modernas tecnologías están al servicio de quienes lograron heredar, de generación en generación el “savoir faire”, saber hacer, en español, para la creación de valiosas piezas únicas.
La artesanía es un objeto totalmente cultural, ya que tiene la particularidad de variar dependiendo del contexto social, el paisaje, el clima y la historia del lugar donde se realiza.
Por ejemplo, existe la artesanía indígena, que representa la cultura de los indígenas, donde la funcionalidad y el arte se mezclan.
La artesanía tradicional, utiliza las materias primas de la región y herramientas que emplea la comunidad. Tiene finalidad decorativa y utilitaria.
Bolsos de bambú en un mercado de artesanías. Shutterstock
La artesanía suntuaria, con un fin de lujo, utiliza materias primas de gran valor, procedentes de la naturaleza, unida al conocimiento de los artesanos que saben cómo tratar esos materiales, para crear con ellos como principal o único insumo.
La artesanía contemporánea o neoartesanía, crea objetos muy útiles y estéticos, los cuales tiene una terminación muy actualizada.
Hay firmas en Francia que elaboran piezas de artesanía de paja, que en su mayoría exportan a Estados Unidos. Son objetos con muy finos acabados, con un brillo que los hace ver como barnizados, cuando en realidad se trata únicamente de paja trabajada a mano hasta obtener de ella un objeto de lujo.
La artesanía artística, se dedica a la producción de objetos estéticos, que pueden ser contemplados por todos sus lados. Estas piezas llegan a ser únicas, por tanto, son de colección. Entre otras.
Uno de los problemas de los artesanos de hoy, es que, al trabajar la mayoría en solitario, carecen de adecuada distribución y publicidad de sus piezas.
Sin embargo, la proliferación de las redes sociales ha contribuido a que estas personas puedan vender, incluso rompiendo fronteras en algunos casos.
La neoartesanía se acomoda a sus circunstancias y al parecer ha llegado para quedarse.
Por otro lado, al crecer en el mundo la conciencia de haber hecho un uso incorrecto de los recursos naturales y del daño que se le hace al planeta, surge también otro tipo de artesanía, en la cual sus creadores rechazan materias primas si no pueden estar seguros de su origen y forma de obtenerlas.
Sombrero tejido a mano. Shutterstock
Así nace la ecoartesanía, otra rama del trabajo actual hecho a mano, que surge de la conciencia de protección a la naturaleza y se caracteriza por conocer el origen de los productos, quienes están detrás de ellos y su inocuidad ambiental.
Por ejemplo, la del llamado “oro ético”.
Una reconocida firma de Europa, lo define como oro adquirido a través de fuentes y por medios responsables, que cumplen con estándares internacionales en torno a las mejores prácticas sociales y medioambientales. Los proveedores deben contar con certificación en ese sentido.
La Costa Rica pluricultural, tiene en ello una gran oportunidad para destacar con su artesanía. No obstante, si de exportar se trata e incluso para la oferta al turista, nuestra artesanía debería unir el saber hacer heredado, al amor por los más finos acabados.
Como país pequeño en territorio que somos, debemos aspirar a ser grandes por la alta calidad de lo que hagamos.
Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz
Editores jefes y Directores de proyectos