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Reflexiones: La mezquindad de “La Nación” con la Universidad Pública

Leiner Vargas [email protected] | Martes 14 abril, 2020


En una reciente primera página del periódico “La Nación” del día 7 de abril del 2020, se hace referencia al rezago de las Universidades Públicas respecto de los procesos de virtualización de sus clases, que según ese diario se revela en la interrupción de lecciones de los estudiantes durante el primer ciclo del año 2020 y la lentitud de ajuste de los contenidos y cursos en plataformas de aprendizaje virtual. Tengo que decirles que el comentario de la Nación es parcial, incorrecto y sobre todo, falto a la proporcionalidad que cualquier ente periodístico debe tener, al realizar un reportaje sobre un tema. La gran mayoría de universidades en el mundo han optado por un proceso gradual de ajuste de sus cursos a modalidades virtuales y bi-modales, es decir, una parte presencial y la otra parte virtual. Lo anterior, es producto de un serio y muy metódico proceso de debate sobre el aporte real que la virtualidad realiza en el desarrollo de los cursos, así como, la naturaleza tácita del conocimiento presente en muchas de las disciplinas que se imparten en las universidades, sobre todo, en los ámbitos dónde el conocimiento tácito es más relevante.

El conocimiento no tácito, es decir, aquel que puede ser transmitido por libros, audios, videos y en general, por plataformas tecnológicas, es importante en varias partes del desarrollo de una carrera universitaria, mismo que de forma adecuada y proporcional se puede transferir siguiendo protocolos adecuados de evaluación, de debate y sobre todo, desarrollando una cultura de aprendizaje en línea, misma que lleva cambios profundos en el educando y en el educador. Estos cambios son importantes para realizar un proceso de aprendizaje significativo, así como, desarrollar capacidades para medir y evaluar los avances de los estudiantes a lo largo del proceso de aprendizaje. Empero, todo este proceso ha sido motivado en muchas unidades académicas universitarias y ha permitido avanzar no sin importantes sobresaltos tecnológicos, la cobertura de internet, las aplicaciones o plataformas de aprendizaje colaborativo y sobre todo, el nivel de penetración de la pedagogía en línea en nuestros profesores y estudiantes.

En el ámbito del conocimiento tácito, aquel que sólo es posible trasladar o intercambiar a través de la experiencia cercana de profesor a estudiante, del maestro al discípulo, del tutor al aprendiz, se trata de un mundo aparte. Estamos hablando de disciplinas que requieren de la práctica guiada, tales como, la enseñanza de la danza, el teatro, la música o las artes en general. Así como, nos referirnos a los necesarios laboratorios de física, química, biología o tantos otros en las ciencias exactas o naturales. En mi ámbito profesional, la economía, es normal el seguir ciertos procesos metódicamente y analizar casos o llevar ciertas rutinas de trabajo, cuyas competencias son solamente comprendidas cuando se realizan en forma presencial, dónde el estudiante aprende haciendo, cometiendo errores, en prueba y error. Empero, cada día las plataformas tecnológicas son más flexibles y cuentan con mayores utilidades, lo que podría llevar a trabajar en forma remota procesos que hoy son presenciales, tales avances aún no están disponibles en nuestras universidades, como la telemedicina o la integración de la robótica y la impresión tres D, por ejemplo, en el mundo de las ingenierías.

No obstante lo anterior, los cambios requieren aparejar los niveles de conocimiento tanto del educador como del educando. Pretender que de forma inmediata y como por arte de magia, todo sea virtual es una falacia. Las cosas tienen su margen de tiempo y los procesos virtuales requerirán estrategias de aprendizaje mayores, lo bueno de la crisis del COVID19 es que nos hace evidente y más urgente el debate, no necesariamente más fácil o simple la tarea. Irresponsable sería pretender que por decreto todo se haga virtual o se realice mediante robots.

En la Universidad Nacional se dieron dos semanas de tiempo para diagnosticar adecuadamente la situación de ambas partes, el profesorado y los estudiantes, al mismo tiempo que se lograron avances en convenios para la accesibilidad a internet con el ICE, la viabilidad de reprogramación de ciertos contenidos y un proceso de apoyo tecnológico necesario para los profesores que por primera vez tendían que enfrentarse a la virtualidad de sus cursos.

Para nada, señores de “La Nación” los profesores y los cuadros técnicos de apoyo han estado de vagos o ganando su salario sin trabajar, al contrario, han estado poniendo alma vida y corazón en aprender, experimentar y diseñar estrategias de aprendizaje en línea. Estoy seguro que lo harán mucho mejor cada día, que seguramente el aporte a la innovación tecnológica y pedagógica será de gran valor para la sociedad. Empero, su mezquindad e ingratitud periodística no se olvida y no puedo más que referirme con indignación ante ustedes periodistas de poca estampa, navegantes de agua dulce dirían en Dinamarca o Noruega. Cuando en medio de la crisis todos debemos sumar, ustedes de la Nación, restan y eso como sociedad no se vale, no es correcto, nos es ético, apesta a simple prejuicio y doble interés ideológico, dañar la imagen de las Universidades Públicas, que si bien tienen mucho dónde mejorar, son un bastión de la sociedad y la democracia costarricense.

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