Reflexiones: Con rebote o sin rebote, hacía una nueva normalidad
Leiner Vargas [email protected] | Martes 28 abril, 2020
La economía es una ciencia y aunque algunos parecen tratarla a patadas o peor aún, como si fuera una simple descripción lineal de datos estadísticos o un saco de prejuicios ideológicos, lo cierto es que el comportamiento de los agregados económicos responde a condiciones sistémicas cuya proyección o aproximación es compleja. La economía no es una pelota de fútbol, por eso tampoco es sencillo deducir que por el hecho de tirarla al suelo, necesariamente tendrá que rebotar. ¿Qué pasa si el suelo dónde se supone debería rebotar no está plano, es un charco o simplemente no es algo firme? Peor aún, decir que por la fuerza de caída tendremos una mayor fuerza de recuperación puede ser una simple falacia.
El rebote es una forma de asumir que lo que sucederá mañana, después de la crisis del COVID19, será igual al comportamiento que tenemos hoy y entonces, lo que hemos vivido es un simple shock de demanda que no tendrá efectos en la estructura y composición de la economía y la sociedad. Nada más alejado de la realidad de lo que opera en el contexto de esta crisis global. El mundo después del Coronavirus y sus efectos no volverá a ser el mismo. Empero, si así fuese, estaríamos claramente condenados como humanidad a que se repita la historia y a tener muy cerca nuestra propia destrucción. Los que estudiamos la economía como parte del ecosistema social vemos un mundo muy distinto al que teníamos meses atrás, vemos una nueva normalidad, tal como se ha venido llamando a lo que tendremos después del COVID19.
La economía no necesariamente crecerá por rebote, dado que los nuevos sectores productivos y su dinámica están por verse. Las condiciones de partida de cada economía y su posible quiebra también generarán una resaca mayor para quiénes no hagan correctamente la tarea. La necesidad de repensar cada una de las acciones y las consecuencias de ellas es un tema de vital importancia para ubicar dónde y cómo rebotaremos. Las preguntas de ¿A qué nuevo mundo nos enfrentaremos al pasar el COVID19?, ¿Queremos una mejor sociedad más igualitaria, más inclusiva, más democrática? o ¿Queremos una sociedad más desigual, autoritaria, excluyente? De eso se trata el nuevo normal visto desde la proyección de lo que hacemos hoy. Es por eso que debemos claramente apostar por lo primero y construirlo con firme convicción.
En el ámbito económico es claro que la normalidad será muy distinta. Los mecanismos convencionales de creación de riqueza están claramente en entredicho. Continuar con un sistema financiero concentrado en el comercio suntuario y la especulación sólo nos traerá una mayor concentración de la riqueza. “Lamentablemente, el zorro ya no se conforma con comerse los huevos del gallinero, ahora quiere comerse las gallinas”, lamentablemente no se da cuenta que con ello se está provocando su propio exterminio. Los banqueros usureros y sus negocios nefastos para la sociedad deben de ser exterminados por la regulación pública. La banca y en general el sistema financiero, deben recuperarse para orientar el desarrollo empresarial y los recursos del ahorro nacional a las necesidades de una nueva economía basada en la innovación, el conocimiento y el desarrollo emprendedor de múltiples negocios que van a venir, muchos de ellos enfocados en economía social y solidaria.
En el mundo que está por venir hemos de comportarnos mucho mejor y más balanceadamente respecto al ambiente y los ecosistemas globales. No podemos tratar en el mercado a bienes cuya naturaleza es sistémica. Se trata de una nueva forma de cuidar nuestra casa común. El planeta nos exige límites en nuestro accionar y vivir, límites para no apropiarnos del espacio común de quienes vendrán en el futuro y sobre todo, límites para vivir y convivir colectivamente con recursos como el agua, los bosques y su ecosistema, los océanos, el clima global. O viramos hacia una economía verde, circular y sostenible o tendremos el fin muy cerca.
Así las cosas, o diseñamos un nuevo orden internacional basado en la cooperación y el respeto a la diversidad o tendremos una nueva guerra global cada tiempo y un proceso creciente de migración que desatará aún más el racismo y la xenofobia globales. Ya no estamos para muros, el mundo nos exige una cooperación mutua que permita abrir el conocimiento a esferas más democráticas en la salud, el ambiente, la alimentación global, la energía, el agua. Hemos aprendido que no podemos esperar 10 años para patentizar una vacuna para una u otra enfermedad, no podemos seguir de la forma individualista y excluyente que lo hemos hecho si tenemos en frente problemas y dilemas comunes que nos exigen solidaridad y cooperación. Debemos democratizar el acceso al conocimiento y lograr convenir una nueva forma de entender la ciencia y la tecnología.
De que nos vale un viejo mundo si se encuentra claramente manchado y desangrado por el egoísmo individualista. De que nos sirve el viejo mundo si tenemos que poner barreras y alambradas para disfrutar de un encierro digno. Para que tenemos dinero si no podemos comprar la sonrisa de un niño o la alegría de nuestros abuelos en su caminar lento en un parque o una plaza. Si vamos a rebotar, preferiría rebotar diferente en otros campos y con otras condiciones. Rebotar con una banca y un sistema financiero dedicado a la producción, al emprendimiento, al desarrollo social de nuestras comunidades. Si vamos a rebotar que sea en una sociedad que brinde más y mejores oportunidades educativas y de desarrollo. Si vamos a rebotar que sea con un sistema de salud robusto y universal. Si tenemos que rebotar que sea en una sociedad dónde todos de manera justa paguemos nuestros impuestos, sin tanta exoneración perversa y tanta elusión y evasión de las grandes empresas corporativas. Si vamos a rebotar que sea en una sociedad más democrática, con mayor respeto a la diversidad y a la pluralidad. Así el rebote será sustantivo y será un paso hacía un nivel mayor de desarrollo.
Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com
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