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Reflexiones 2017

Leiner Vargas [email protected] | Martes 27 diciembre, 2016


La tendencia al aumento en la brecha social es mayor, la desigualdad económica no cesa y se reducen los márgenes de acción ante desequilibrios históricos en lo fiscal, las pensiones y la infraestructura pública


Reflexiones 2017


A las puertas de ingresar a 2017, es bueno tener una idea de las principales tendencias y pronósticos para el próximo año. Sorprendentemente y como parte de un estilo poco común en lo económico, el Banco Central ya ha hecho público su informe y perspectivas para 2017 y 2018. Bueno, en lo personal creo que lo que eso significa es que pretende imponer su criterio, sobre el de muchos de los analistas que ya anticipaban algunas desventajas o presiones de la economía nacional en 2017 y que en definitiva, no pintan muy bien. El principal desequilibrio de 2017 sigue siendo el desempleo, la economía definitivamente no arrastra con su crecimiento a muchos de los nuevos ingresos al mercado laboral y tampoco permite un adecuado acomodo de los adultos jóvenes, las mujeres y las personas con discapacidad en su dinámica de empleabilidad. Así las cosas, el desempleo no parece ceder y como tal, poco o muy poco se esperaría que cambie para este 2017, lamentablemente las promesas del gobierno en este campo se quedaron muy lejos de la realidad. Empero, la inflación subiría un poco en 2017 empujada por factores de oferta, esencialmente el aumento en los precios del petróleo y una posible devaluación del colón, no muy fuerte pero sí hacia arriba, que anticipa la subida en tasas de interés locales y un repunte en los costos de las empresas, por supuesto más dificultades para una economía que apenas y muestra signos de reactivación.

Al parecer, el motor local de la economía no terminó por funcionar y el avance, con un solo motor, no parece llevar la nave más allá de lo sucedido en otros tiempos. El crecimiento sigue siendo moderado y muy articulado a las zonas francas e industrias de servicios, por lo que el añorado vuelo con dos motores se ha quedado en la sala de espera para el gobierno. Poco o muy poco se podría esperar de la reforma fiscal para los ingresos del gobierno, por lo que la presión de la deuda seguirá siendo fuerte, sobre todo ante las escasas fuentes de ahorro público y los limitantes que impone un presupuesto ajustado de gastos. Nada de novedad en los anuncios del Ministerio de Hacienda, el ajuste del gasto viene otra vez por el lado de la inversión pública y la mejora en ingresos parece podría desvanecerse con la vuelta atrás del beneficio de los términos de intercambio, favorables ya por casi tres años consecutivos, pero que volverían a su nivel en la primera mitad de 2017. Pareciera nuevamente que el frenazo a la inversión pública es la única forma para evitar un aumento en el déficit fiscal aún mayor. Todo lo anterior, anticipa un año regular, donde serán más noticia, la política y el fútbol, que los hechos económicos relevantes.

En lo sustantivo de mediano y largo plazo, el país avanza con pocos logros significativos. La tendencia al aumento en la brecha social es mayor, la desigualdad económica no cesa y se reducen los márgenes de acción ante desequilibrios históricos en lo fiscal, las pensiones y la infraestructura pública. A cosechar logros si es que los hubo, en algunos campos del gobierno Solís, dado que la posibilidad de negociar en este 2017 que se avecina, nuevos acuerdos, pareciera esfumarse con los vientos alisios navideños. Quedan en la agenda, temas importantes por atender, entre otros, la negociación del FEES, que pende de un hilo con un acuerdo anual en los últimos años, las promesas incumplidas del ferrocarril, la carretera a San Ramón y por supuesto, un acuerdo en materia fiscal, de pensiones y laboral, que no camina al ritmo necesario para convertirse en realidad.

El entorno internacional sí que ha cambiado, la llegada de Trump a la Casa Blanca será un cambio significativo en la dinámica regional. Sus promesas mercantilistas no presagian buenos tiempos para aquellos que han apostado por el libre comercio, al menos por la versión occidental del mismo, al mejor estilo mercantilista de Trump, solo mira bueno el comercio si le da superávit comercial y de empleo a Estados Unidos. La situación migratoria podría agravarse y las relaciones con América Latina serán complejas, con un gobierno esencialmente conducido por militares e ideólogos de extrema derecha. Las políticas proteccionistas podrían alterar el patrón de inversión y, el país podría sentir algunas consecuencias en nuestro sector externo, aspecto que deberá ser de gran importancia en la agenda comercial del país para el futuro. Tampoco se mira un respiro en Europa o en Asía, donde las presiones para detener la maquinaria China son cada vez mayores. La situación política seguirá tensa en Europa, al igual que seguiremos con la novela de Maduro en Venezuela y los avatares de apertura de la economía cubana en la región. La situación de Brasil tenderá a estabilizarse, a pesar de los berrinches de nuestra política exterior, y la región centroamericana no parece tener mayores sorpresas en el horizonte en los próximos meses. Así las cosas, el eco internacional más sonoro será entonces la trumpmanía, que seguramente traerá un aumento en la vulnerabilidad externa de nuestra economía, mayor ruido en el escenario internacional y consecuencias sobre la atención del principal tema global de largo plazo, el cambio climático.


Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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