Recordando al escritor costarricense Carlos Luis Fallas “Calufa” en su 110 aniversario de nacimiento
Thomas Rodríguez [email protected] | Lunes 04 febrero, 2019
Carlos Luis Fallas Sibaja, nació el 21 de enero de 1909 en la ciudad de Alajuela. De origen humilde, cursó hasta segundo año de la educación secundaria. A los 16 años se marchó a trabajar en las plantaciones de la United Fruit Company, en la provincia de Limón. Aprendió el oficio de zapatero, labor que le permitió involucrarse con el sector proletario e ingresar al Partido Comunista de don Manuel Mora Valverde.
Este 21 de enero se conmemoraron 110 años de su nacimiento.
Además fue peón campesino, trabajador bananero, y ferrocarrilero; estas son solo algunas de las labores que desempeñó “Calufa”, quien se convirtió en uno de los escritores emblemáticos de la literatura costarricense.
A sus 22 años, y con entusiasmo de las ideas revolucionarias que por ese entonces comenzaron a agitar el país, ingresó al naciente movimiento obrero. Intervino en la organización de los primeros sindicatos alajuelenses y en la dirección de las primeras huelgas, por las cuales fue a la cárcel en varias ocasiones.
En 1933, los tribunales lo condenaron a un año de destierro en la provincia de Limón. Y formó parte de la organización de la gran huelga bananera de 1934 que logró movilizar a 15 mil trabajadores.
La colaboración con el periódico comunista Trabajo se convirtió en la base para que el escritor profundizara la formación intelectual. Los resultados de estos afanes se materializaron en artículos, folletos y libros, de estos últimos, los más conocidos, algunos de los cuales alcanzaron una difusión internacional como “Mamita Yunai” de (1941), “Gentes y gentecillas” (1947), “Marcos Ramírez” (1952), “Mi madrina” (1954) y “Tres cuentos” (1967).
Obtuvo el Premio Nacional de Cultura Magón en 1965. Así mismo la Asamblea Legislativa lo nombró Benemérito de la Patria en 1977.
Después de su muerte el 7 de mayo de 1966, sus novelas que hasta entonces habían sido ampliamente difundidas en el extranjero, empezaron a ser reimpresas en nuestro país.
Este fenómeno se acentuó luego de 1970, cuando algunas de esas obras se incluyeron dentro de las lecturas obligatorias de los estudiantes de secundaria.