¿Qué viene después de la reforma fiscal?
Natalia Díaz [email protected] | Jueves 06 diciembre, 2018
Los distintos gobiernos desperdiciaron 16 años, obsesionados con más impuestos, cuando pudieron haber realizado una reforma estructural de un Estado obsoleto y desactualizado. El costo de eso lo pagamos hoy los costarricenses.
Con la reciente reforma fiscal tendremos más incertidumbre en nuestra economía familiar, aumentos en el costo de vida, aumento del desempleo e incremento de la pobreza extrema.
Lo más injusto de todo esto es que no son los ciudadanos los responsables de esta crisis fiscal, sino los políticos que defienden a capa y espada que el gasto público es el motor del desarrollo y hoy vemos las consecuencias de semejante engaño. Por eso mi propuesta es y será siempre promover la defensa de la libertad del ciudadano contra la voracidad fiscal del gobierno.
Sin embargo, aunque no esté de acuerdo con esta reforma fiscal, coincido en que recupera la credibilidad en la capacidad de pago del gobierno, lo cual es un alivio momentáneo para el tema de liquidez de las finanzas públicas, situación urgente en el corto plazo.
Nuestro deber cívico es velar por que las medidas fiscales aprobadas el pasado lunes se acompañen de acciones puntuales en reactivación económica y reducción del gasto público, que distan mucho de las generalidades manifestadas por el presidente Alvarado en su cadena nacional y en su comunicado de prensa.
En primer lugar, la agenda de empleo y reactivación del mandatario es poco seria y estatista. La inversión en obra pública como fuente de empleo es una especie de plan escudo 2.0, un espejismo al corto plazo ante una crisis económica vigente.
La ruta a seguir, por el contrario, debe ser la de promover el crecimiento económico. Hoy Costa Rica crece al 2,5% cuando deberíamos hacerlo a una tasa del 6% o el 7%. A mayor producción, más empleo, más ingresos y más recaudación tributaria. Debemos generar las condiciones para incrementar el consumo, la inversión y mejorar las exportaciones; estimular la productividad de la fuerza laboral.
Lo único que nos permitirá crecer para ser un país del primer mundo es más libertad económica sin tener que sacrificar las conquistas sociales que ha alcanzado nuestro país. Cuanta más libertad económica tengamos, menos pobreza tendremos y mejores indicadores sociales que fomenten el desarrollo humano.
La pregunta es, ¿cómo aumentar el crecimiento económico? Algunas ideas a considerar son las siguientes:
- Impulsar la formalización de mipymes y trabajadores independientes con cargas sociales diferenciadas y razonables.
- Establecer de manera inmediata esquemas de gobierno digital.
- Aumentar los encadenamientos productivos en sectores claves que estén impulsando el crecimiento económico.
- Realizar una mejora significativa de la infraestructura del país, a través de las alianzas público-privadas.
- Fomentar la innovación y los emprendimientos con recursos de banca para el desarrollo.
- Optimizar los planes educativos para el sector público. Concuerdo completamente con la importancia de nuestra educación, pero debemos exigir que los resultados guarden relación con la alta inversión que, como porcentaje del PIB, destinamos a este rubro (cerca del 8%).
- Desarrollar un sistema financiero más competitivo y eficiente, especialmente en la intermediación financiera en colones para ofrecer tasas de interés de un dígito y evitar que los agentes económicos sigan asumiendo el riesgo cambiario.
La intermediación en colones es dominada hoy por los bancos del Estado. Las tasas de interés promedio en colones son del 16%, pero la inflación es del 2%; esto incentiva a las empresas y familias a endeudarse en dólares.
- Implementar la educación dual, especialmente de carácter técnico, y así ajustar los planes de estudio a las carreras con mayor demanda laboral.
- Eliminar los monopolios públicos y privados para estimular la competencia en tarifas y calidad de mercado mundial. En este aspecto la reducción de la factura eléctrica es un tema esencial para mejorar la competitividad de nuestro país y reactivar la economía.
- Evaluar el momento oportuno, en el medio plazo, para simplificar el sistema tributario por un impuesto de renta bajo y único, y la reducción de otros impuestos y cargas sociales.
- Avanzar en la aprobación de proyectos de ley como teletrabajo y la flexibilización de las jornadas laborales.
¿Y para racionalizar el gasto público? ¿Qué se puede hacer?
Una vez más se menciona la contención del gasto, pero no existe un compromiso claro ni una agenda precisa de cómo conseguirlo por parte del presidente Alvarado. Una revisión a estas alturas es intolerable porque las medidas se necesitan ya. No necesitamos de más análisis y diagnóstico, sino de ejecución.
No se debe aprobar más deuda externa o eurobonos para cubrir gasto corriente, sino para readecuar pasivos a más largo plazo y tasas más cómodas. De lo contrario, se convertirán en un cheque en blanco para ser utilizados para otros fines y muy pronto nos estarán hablando de más impuestos.
Es necesario avanzar en una transformación del Estado e impulsar temas como una reforma integral al empleo público y fusionar, vender o cerrar instituciones que hoy no se necesitan o que duplican funciones, entre otros temas relevantes.
Álvaro Pereira, director de Estudios Económicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), describió el perfil del mercado costarricense la semana anterior en el evento Empresario del Año 2018 del periódico El Financiero. Nos confirma que Costa Rica es uno de los países más caros de la región y del mundo y que sus altos costos de producción y los obstáculos para regularizar a empresas provocan que los bienes y servicios se encarezcan. Los precios en nuestro país son más caros que en países como Estados Unidos, Chile, España, México y otros.
Lo anterior, mencionaba Pereira, se debe a diversos aspectos como las regulaciones complejas que imponen barreras a la competencia. En otras palabras, el Estado ejerce un control excesivo en diversos sectores. En el caso de emprendedores, las cargas administrativas y las barreras legales son muy altas. En el aspecto de atracción de inversión extranjera directa, el país ofrece beneficios para empresas extranjeras, pero no para las locales que tienen que vivir un calvario para cumplir con los burocráticos y costosos trámites para poder registrar una empresa y operar. Por otra parte, indicaba que las normativas laborales y la fijación de tarifas para servicios regulados resultan en precios altos.
Una vez que sustituyamos el entrabamiento burocrático por la eficiencia, aumentaremos la productividad y lograremos satisfacer los intereses ciudadanos que, con una buena intención pero por un ruta incierta, busca tutelar don Carlos Alvarado.
Señor Presidente, no celebre antes de tiempo cuando hay tanto pendiente de hacer en materia de reducción del gasto público y una agenda seria de reactivación económica.
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