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COLUMNISTAS


Protestas de agricultores

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 31 marzo, 2023


Gobernar es buscar consensos para aumentar el bienestar posible de la población. Gobernar es educar en tolerancia, en comprensión de las contrapartes. Gobernar es comprender necesidades y angustias de los gobernados y conducir al país a un mejor estado de cosas siempre. Gobernar no es sencillo ni es fácil. La imposición está reñida con el entendimiento y la negociación. El pleito no construye, las discrepancias se resuelven de común acuerdo nunca mediante la imposición del criterio del más fuerte.

Cambiar las sociedades no es cosa sencilla y es asunto de un ritmo lento y de un paso firme. Siempre que se busca generar un cambio se deben prever las consecuencias. Siempre se deben de medir los cambios sociales que perjudican a unos, aunque beneficien a otros.

La liberación de los precios de productos básicos buscando que el mercado bajara los mismos es una receta usada en muchos países. Muchas veces la población prefiere la seguridad de poder comprar y poder consumir cuando se quiere que el pagar un poco más barato. La seguridad de no pasar hambres ni dificultades producto de la escasez, o de tener un precio estable y una producción nacional digna tiene un precio, un costo.

¿Si liberamos los precios quién va a manejar los inventarios nacionales de seguridad para garantizar a la población que no pasará limitaciones y faltantes? Los inventarios de seguridad y la compra de futuros para el país es una función social que la empresa privada no ejerce. El gobierno es el llamado a garantizar esas seguridades y la estabilidad de los precios. ¿Qué institución en el estado va a garantizar los inventarios de seguridad del país? ¿Con qué plata? ¿Qué oficina pública o institución estará a cargo de la compra a futuro de granos o de otros productos en las bolsas para garantizar la mayor estabilidad de precios? ¿Es el MAG quien estaría llamado a desempeñar esas funciones previsoras de estabilidad y de existencias?

Con la liberación del arancel proteccionista vigente al arroz, los productores pequeños y medianos no pueden alcanzar su punto de equilibrio, valga decir el punto en que no ganan ni pierden. Nadie pensó que eso podría suceder o si lo pensaron no les importó la suerte de esas empresas y personas agricultoras. ¿Cómo van a terminar de pagar sus deudas si la producción con que pagaban se acabó? Aquellas personas cuyas fincas y equipo y sus casas de habitación eran garantía de préstamos en el sistema bancario nacional no podrán más que entregarlas a sus acreedores.

¿Si se acaba la siembra de arroz qué producto sustituto hay para sembrar en esas fincas o zonas? No conozco programa alguno del gobierno para generar tal sustitución, que no es sencilla. Para cambiar el giro agrícola de una finca se requiere entrenamiento de los empresarios, de los capataces, de los trabajadores de campo. Se requiere disponer de las semillas, de las moléculas agroquímicas más avanzadas para poder competir. Pero las semillas y las moléculas agroquímicas están detenidas en su importación en este momento por procesos judiciales incluso. Se requiere que la vocación del suelo de la propiedad sea adecuada, se necesita un clima y una temperatura apropiados, así como un nivel de lluvia determinado. Nadie hizo previsión de sustitución alguna. Los empresarios pequeños y medianos del arroz y todas esas comunidades donde había un encadenamiento de la población y del consumo se están viendo al borde de quiebras generalizadas y desempleo súbito. Este tipo de decisiones de gobierno y este tipo de estructuración de la agricultura de cambio, si es que ya no se quería seguir protegiendo al productor nacional, no se hizo y eso tiene consecuencias económicas y sociales profundas.

Grandes y pequeños agricultores y finqueros van a sufrir grandes dificultades. Comunidades costeras dependientes de la agricultura del arroz van a ver sus economías sumergidas en grandes dificultades. Este tipo de decisiones de cambio de modelo agrícola son irrevocables. Si se volviera al modelo anterior ya muchos finqueros habrán sufrido el embate de las calamidades y las pérdidas de sus activos y casas de habitación. Ya miles de trabajadores habrán sufrido en desempleo. Hay una edad en la que ya no es posible comenzar de nuevo. Hay una edad en la que tampoco nos dan trabajo. Muchos deseaban dejar de subsidiar a los grandes. Los grandes finqueros y agricultores que son dueños hasta de sus propias marcas y que tienen sus canales propios de distribución sustituirán el producto nacional por el importado con relativa poca dificultad. Los pequeños y medianos se acabarán de manera súbita. Se ha generado dolor social, desempleo, serias molestias y quizás sea este el principio del final de la paz social. Gobernar también es ser humano. La paz social no tiene precio.

Gobernar es prever consecuencias de las decisiones. Gobernar es dialogar y escuchar a las gentes en sus dificultades y sus esperanzas. Gobernar es conducir suavemente al país hacia un derrotero mejor. No en balde unos cuantos miles de personas se manifestaron en las calles de San José. Todos los costarricenses fuimos, somos o hemos sido agricultores de alguna manera. Todos sabemos del esfuerzo de sembrar, de las plagas, de estar sujetos al clima, del lento aprendizaje de la agricultura de un producto, de lo que es capaz una finca de producir y de generar. Costa Rica se puso en pie gracias a la agricultura del café y luego del banano. Vencimos todas las dificultades y surgimos sin ayuda de nadie. Hoy es por decisión ajena que perdemos hacha, calabaza y miel. Hoy al generarse una decisión política respetable, pero sin las medidas complementarias que eran y son necesarias en cualquier cambio, hay gente sufriendo intensamente. Una idea en extremo interesante como la de abaratar el precio al consumidor que no se ha dado perceptiblemente genera una catástrofe regional agrícola y de impensables consecuencias humanas. No hay que crear enemigos. No hay enemigo pequeño.

Gobernar es educar, es dialogar, es compromiso y es ceder aquí para avanzar allá. Gobernar no es hacer las cosas de golpe, es hacerlas planeadas y de común acuerdo. Para los que están por perder sus casas, sus fincas, sus formas de vida mi sentimiento de solidaridad más hondo. A trabar los dientes, a pensar como comenzar de nuevo, a no rendirse jamás. Para Edwin Baltodano a quien vi desfilar en defensa de lo suyo, el abrazo fraterno de su compañero de pupitre.

Emilio R Bruce Profesor


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