Productividad: el paso en falso de Costa Rica
Alejandra Esquivel [email protected] | Jueves 21 julio, 2016
Productividad: el paso en falso de Costa Rica
Recientemente se publicó la segunda edición de la Revista Intégrate, “Hacia una Centroamérica más competitiva”, de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana y sus Consejos de Ministros de Integración Económica y de Transporte, misma en la que se destaca que “en Centroamérica, la agenda por elevar la productividad es el reto estructural más desafiante del siglo XXI”.
En función de ese reto, a través del Índice Global de Competitividad (IGC), el Foro Económico Mundial evalúa la capacidad de las economías del mundo para aumentar su productividad, por medio de tres etapas: competitividad impulsada por factores básicos, por la eficiencia y por la innovación. Según se revela en el primer artículo de la revista: ¿Cuánto avanzó Centroamérica en la última década?, “Costa Rica y Panamá, son economías en transición hacia la tercera etapa, donde la innovación y sofisticación se vuelven los pilares de propulsión de la productividad”. En el contexto global, relativo al desempeño de los otros países incluidos en el índice, el desempeño de Costa Rica nos ubica en la posición 52 del ranking 2015 (a nivel de innovación, Costa Rica supera al 72% de los países evaluados).
La productividad ha sido y seguirá siendo un ingrediente clave para el desarrollo. En países como Costa Rica, donde la industria de servicios continúa mostrando un crecimiento robusto y donde el turismo sigue siendo la rama económica diferenciadora, aún mostramos rezago significativo ante la promoción de la productividad y maximización de la eficiencia, a pesar de contar con recurso humano bien posicionado a nivel de cualificación, dentro de la región latinoamericana. No en vano dada esta justificante, seguimos atrayendo las miradas de inversión extranjera, a pesar de que investigaciones como “Transformación estructural y productividad sectorial en Costa Rica”, publicada en diciembre 2015 por el Banco Central de Costa Rica (mismo en el que se utiliza una métrica de productividad equivalente al valor agregado por hora trabajada), se revela que la razón principal del rezago de la productividad en la economía costarricense, en términos agregados, se debe al lento crecimiento en la productividad de servicios.
En Costa Rica, las políticas de desarrollo productivo, inversión y acompañamiento a las actividades económicas para dinamizar el desarrollo de las empresas nacionales, ha sido pobre y consecuentemente de bajo impacto frente al potencial del país, a nivel de capacidades técnicas, operativas, políticas, organizacionales. En materia de productividad, las asociaciones público privadas siguen marcando la ruta para mitigar el rezago en el que estamos inmersos. La innovación difícilmente resulte de ideas extraordinarias de funcionarios públicos, no porque no tengan la capacidad, sino porque probablemente no dimensionen los efectos de automatizar, digitalizar, probar, eficienciar los procesos repetitivos propios de cada realidad empresarial; producto que sí debería evidenciarse dentro de cada estructura organizacional privada, pero que muchas veces no se transforma en resultados, por falta de acompañamiento, inversión y oportunidades propiciadas desde el sector público (por ejemplo, por distante que pareciera a primera vista, el tan popular control sobre el congestionamiento vehicular, tema en manos del sector público, también incide sobre la productividad del sector privado de los países, dado el componentes logístico empresarial).
Es imposible argumentar la importancia de la productividad sobre el desarrollo de un país o una región, en un pequeño comentario, por lo que tendré que limitarme a llamar la atención de las autoridades públicas y agentes privados, sobre los costos de no darle la importancia debida al potenciamiento de la productividad en nuestro país. Si queremos un “país inteligente”, tenemos que promover “empresas inteligentes”, si queremos mejorar las estadísticas de empleo, ingreso per cápita, calidad de vida de nuestros habitantes, salir del estancamiento económico: no podemos “dejar a la libre” la productividad sectorial, pues ello podría implicar no un paso en falso, sino una caída categóricamente dolorosa.
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