Presos de un modelo que afecta la productividad
Alejandra Esquivel [email protected] | Viernes 02 noviembre, 2018
Presos de un modelo que afecta la productividad
El fin de semana anterior, en una de esas conversaciones filosóficas con la familia, comentábamos que en su trabajo algunos jefes sentían que muchos subalternos ya no valoran el trabajo como se apreciaba antes. La observación me “ensordeció” al pensar en cuántos entregables deficientes pasan por nuestros escritorios; cuántos pasillos de compañías serias, son testigos de personas que no dan ni los buenos días; cuántos huelguistas del movimiento más reciente en Costa Rica permitían cuestionar si realmente comprendían y respaldaban una causa con criterio o si la huelga era solo un medio para no versen obligados a ir a sus trabajos… ¿Será que realmente “la media” de nuestra población económicamente activa (PEA) no valora sus trabajos? ¿Será que nuestra PEA no entiende que ahí afuera existe una cantidad sustancial de gente desempleada?
Qué orgullo vivir en un país como Costa Rica. Todavía hoy no tenemos pudor al expresar este tipo de aseveraciones. Nuestro sistema político sigue siendo referente más allá de las fronteras de nuestra región; el nivel profesional de nuestra gente sigue siendo la causa de mayor peso para que los tomadores de decisiones en transnacionales de primer nivel tengan claro dónde está, qué es, qué está pasando en Costa Rica; seguimos teniendo confianza en las respuestas que nuestro sistema —desde sus diferentes aristas— da a las necesidades político-económico-sociales del país… En medio de la coyuntura actual costarricense y teniendo en mano el termómetro que nos ayuda a monitorear lo que ha estado pasando en otras economías del mundo, no creo que cuestionar actitudes de nuestra PEA sea honrar la oportunidad que tenemos los que somos dichosos de contar con un empleo digno… pero, desafortunadamente, esa es la realidad de infinidad de patronos costarricenses en nuestros días.
No importa cuán difíciles sean las funciones y responsabilidades que uno tenga en su puesto de trabajo, si se hiciera una encuesta nacional sobre el tema, me atrevería a plantear formalmente la hipótesis nula que enunciaría algo así como “la responsabilidad más desgastante en el ejercicio de la función de una jefatura, es la gestión del factor capital humano” (realmente desconozco y no fue del alcance de esta columna analizar si se ha hecho alguna investigación similar en territorio nacional), pero a donde quiero llegar es al planteamiento “espeluznante” de que lo que pudo ser una simple conversación de “fin de semana” podría estar impactando significativamente la productividad y debería ser abordado con la seriedad/integralidad del caso, por autoridades competentes para afrontar esta “enfermedad” que aprecio transversal al sistema público-privado.
En el primero, sector público, por muy sistema democrático, en un régimen de este tipo también deben existir límites en la gestión del capital humano, en función del desarrollo del país. No acredito los vicios absolutamente cuestionables de proyectos contenidos en el Plan Fiscal; pero tampoco puedo avalar “las formas” de por ejemplo el movimiento huelguista más reciente en el país, donde actores que deberían estar dando “ejemplo” de cómo expresar “correctamente” sus opiniones sobre un tema de impacto significativo para Costa Rica, como lo es el papel de los educadores en materia de las iniciativas gubernamentales, toman en cambio “algunos” de ellos una posición a mi opinión personal desafortunada en el abordaje de este tema que no solo deriva en productividad laboral del sector educativo, sino también en construcción y formación de los profesionales del futuro… mismos sobre los que tenemos el reto de corrección de la apatía hacia el trabajo… lo que dista mucho de fortalecer la distorsión ya existente sobre este particular, que a mis ojos es un resultado indirecto de la huelga.
Jueces de trabajo que al cierre de octubre siguen con colas de calificaciones de huelgas; educadores de paseo dentro y fuera de nuestras fronteras denotando que muchos de ellos se unen al movimiento por conveniencia y no por entendimiento de lo que se defiende; vacaciones —para muchos— pagas a expensas del resto del pueblo… He llegado a cuestionarme si somos presos de un modelo donde se premia la ineptitud y se celebra el retroceso porque si bien es cierto no permitiremos opresión política, tampoco debemos validar la insensatez de grupos que revisten de interés nacional —lo que converge en interés propio.
Estimable lector: usted juzgará objetivamente el impacto de un tema que solo pongo respetuosamente sobre su mesa.
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