Pragmatismo, no a la retórica ideológica
Natalia Díaz [email protected] | Jueves 14 febrero, 2019
Durante los períodos de crisis, que son cíclicos casi en todas las naciones del orbe, es conveniente hacer a un lado el casarse con temas controversiales no sustantivos que polarizan las sociedades, para un exitoso proceso de paliación o resolución de la crisis.
Cada uno de los problemas que agobian nuestro acontecer cotidiano, requiere una respuesta con acciones concretas al inconveniente por resolver. Se individualizan las situaciones conflictivas y se establecen las soluciones respectivas.
Si las dificultades no se individualizan y se entremezclan unas con otras, es imposible ir solventando las mismas en bloque. Si a esto se suma que los conceptos ideológicos trasnochados se anteponen a las soluciones prácticas inmediatas, el resultado será el empeoramiento del desconcierto existente.
Introducir discusiones sobre temas controversiales en lo moral, la religión, laicismo o estado confesional, entre otros, para desviar la atención sobre el crecimiento del desempleo, el aumento de los asaltos y la criminalidad, el costo de la vida, el deterioro de los valores, la reorientación del modelo educativo, las políticas de reactivación económica y otros más de igual relevancia, le hacen un flaco favor al clima de confianza y certidumbre que un país requiere para su despegue económico.
Es por ello, que hago una instancia al presidente Alvarado y sus ministros, para retirar temporalmente de la discusión diaria, aquellos temas y proyectos de ley que desvíen la atención de lo realmente importante. Cuando el conductor del equipo abre muchos frentes a debate, o no prioriza lo esencial, es muy probable que la vorágine de opiniones encontradas le empantanen el campo de juego. Cuando esto sucede, es indiscutible que también las soluciones claras se extravíen, pierdan el norte, y se alejen las acciones positivas necesarias para el buen desenlace de todo aquello que pretendamos ordenar.
Retomemos lo urgente ya, pospongamos lo cosmético para tiempos mejores. Gobernar bien es administrar bien y establecer las prioridades del momento, con los planteamientos adecuados para cada temática en conflicto, sean estos afines o no a la postura ideológica conque el electorado lo llevó a la primera magistratura.
Más pragmatismo y menos retórica ideológica es lo que necesitamos, señor presidente.
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