Pobreza e injusticia con nuestros niños
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 06 agosto, 2018
Pobreza e injusticia con nuestros niños
El VIII Informe Estado de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Costa Rica presentado recientemente por UNICEF nos indica: “El país todavía enfrenta problemas de equidad que se reflejan en la pobreza infantil y disminución del acceso a bienes y servicios en la población, las desigualdades afectan con mayor fuerza a las niños, niños y adolescentes que viven en zonas rurales, costeras y fronterizas.”(Destacado es del original) Y en su informe de labores de 2017 UNICEF señala: “Entre los retos que tiene el país para lograr que las niñas, niños y adolescentes ejerzan plenamente sus derechos, está que las instituciones encargadas de liderar las acciones para la niñez y la adolescencia logren una mayor coordinación y mejoren el alcance de las políticas y las leyes existentes que promueven los derechos de esta población, y que progresivamente se reduzcan las desigualdades que todavía les afectan”.
Esas afirmaciones que se dan a pesar de los logros de Costa Rica en temas de educación y salud me movieron a revisar el programa en contra de la pobreza infantil del primer ministro del Reino Unido Tony Blair y las cifras de pobreza de niños y adolescentes en nuestro país.
El primer ministro Blair en 1999 anunció un compromiso del gobierno con la reducción de la pobreza infantil con metas específicas para varios periodos a fin de erradicarla en 2020, a cuyo fin el Parlamento aprobó la Ley de Pobreza Infantil. El Primer Ministro indicó que erradicar la pobreza infantil era el mejor mecanismo para crear igualdad de oportunidades y romper la trampa de la pobreza.
En la primera década de aplicación de este compromiso, que ciertamente coincidió en buena parte con años de buen crecimiento económico, se aplicaron medidas como ayudas en créditos de impuestos a las familias con niños, incentivos para promover el trabajo de los padres, educación temprana y una agenda de cooperación interinstitucional para dar apoyo a la niñez. En esos años la tasa de pobreza infantil se redujo muy significativamente y las metas se sobrepusieron a cambios de partido en el gobierno, a la Gran Recesión y a nuevas iniciativas de políticas para la niñez.
El éxito del programa se dio porque se establecieron metas relacionadas con las políticas económicas y sociales que tomaron en cuenta el crecimiento, la estabilidad económica y el desarrollo de otros programas sociales; con objetivos de corto y mediano plazo y que usaron instrumentos de educación, salud, capacitación, empleo y transferencias sociales.
Los informes de UNICEF sobre la situación de la niñez en nuestro país, los datos de matricula en los dos años de preescolar y la evolución de la pobreza infantil deben movernos a la reflexión y a la acción para establecer, aprobar y ejecutar metas que sobrevivan cambios de gobierno y de políticas, y que logren disminuir significativamente el flagelo de la pobreza de niños y adolescentes.
En los primeros cinco años de vida se basa el desarrollo posterior de la persona, pues se configura la gran mayoría de las conexiones y funciones del cerebro, y se condicionan las capacidades del adulto. Además la educación es un proceso acumulativo que construye sobre los conocimientos ya adquiridos.
Por eso en 1998-2002 establecimos un segundo año de educación preescolar para los niños de cinco años y lanzamos un programa para incentivar a los padres a estimular a sus infantes de cero a cinco años.
Para los niños de cinco años la escolaridad ya fue del 26,4% en 2002 y para los de seis años subió 6,6 puntos al pasar del 81,2 en 1998 al 87,8% cuatro años después. En los 13 años siguientes solo aumento 3,2 puntos para llegar en 2015 al 91,0%.
El programa De La Mano brindó a las familias de escasos recursos la información, capacitación y materiales necesarios para la estimulación temprana de sus hijos.
Para los niños de cinco años la cobertura sigue siendo insuficiente (64,1% bruta en 2015) y para los de seis años la proporción de la población cubierta que —alcanzó su máximo en 2008— ha venido disminuyendo. No se logró aprovechar la merma demográfica en la población de seis años para incrementar la proporción de cobertura. En 2015 la escolaridad bruta de estos niños era menor a la que ya se había alcanzado en 2003 y que siguió creciendo hasta 2008.
Para peores la falta de educación preescolar es mayor entre las familias que por su pobreza más la necesitan. El VI Informe sobre la Educación de Estado de la Nación investiga y nos dice: “se presentan diferencias en la cobertura de Interactivo II (cinco años de edad) y Transición (seis años de edad) de niños y niñas provenientes de distintos quintiles de ingreso. Específicamente, el gráfico 5 muestra una disminución desde el año 2010 en el acceso a la educación preescolar para los niños de familias en los quintiles I y II, con algunas pequeñas fluctuaciones entre año y año. Mientras para el año 2010 el 40,79% de los niños y niñas provenientes de los dos primeros quintiles se encontraban matriculados en los niveles Interactivo II y Transición, para el 2015 ese porcentaje bajó al 34,19%. En contraste, se observa una tendencia creciente en la asistencia de niños de familias en los quintiles IV y V. Mientras que el porcentaje de matrícula para los dos quintiles más altos fue de 37,62% durante el 2010, éste llego a 43,86% en el 2015 para los niveles de Interactivo II y Transición.” Además indica: “mientras en los hogares con climas educativos altos aumenta la cantidad de niños y niñas de menos de 4 años que asisten al sistema educativo, en los climas educativos medios y bajos esta asistencia se mantiene constante desde el año 2006”
Los datos de pobreza son apabullantes:
La proporción de costarricenses en pobreza no extrema de cero a cinco y de seis a 15 años de edad es mucho mayor a la de quienes son mayores a esa edad. En promedio de 1990 a 2017 entre los niños de cero a cinco años la pobreza no extrema fue del 20,7%, entre los de seis a 15 del 21,6% mientras entre los mayores fue de 13,2%. De manera similar la pobreza extrema golpea más a los menores, pues entre los menores de cinco años es de un 9,7%, entre los costarricenses de seis a 15 es del 9,6% y entre los mayores de 15 es de solo poco más de la mitad (5,1%)
Además la mayor pobreza de los niños aumenta en los últimos años, incluso si solo se toman los datos a partir de 2010 cuando se produce un cambio en la metodología de la Encuesta de Hogares que genera esta información del INEC.
A pesar de la crisis fiscal y de la desaceleración de la economía, este es un problema que no podemos dejar de lado ni posponer. Urge un gran acuerdo nacional que establezca metas y nos obligue y permita reducir la pobreza infantil y romper el círculo en el que la pobreza nos tiene entrampados.
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