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PISAndo bajo

Leiner Vargas [email protected] | Martes 13 diciembre, 2016


Reflexiones

PISAndo bajo

Todos hemos de estar satisfechos de haber dado pasos importantes para garantizar el 8% del PIB a la educación, como inversión mínima requerida para el sector. Muy pocos se atreven a cuestionar, que la educación es la principal herramienta de movilidad social y de progreso y esperanza, que tenemos para garantizar más y mejores oportunidades a las futuras generaciones. Ha sido una constante en los distintos gobiernos de este siglo, la importancia relativa del sector en todos sus niveles y aunque con algún rezago, los aumentos en cobertura y las mejoras en infraestructura van llegando a los distintos niveles, regiones y segmentos del quehacer educativo. A pesar de todo ello, la baja o roja calificación obtenida en la prueba PISA de este 2015, nos debe encender las luces y prevenir sobre otros temas, que tal vez hemos olvidado y que, requieren consideraciones sustantivas.
Si bien es cierto la calidad del resultado del proceso de aprendizaje depende del sistema educativo y de complejas relaciones que se encuentran inmersas en él, la mejora en el presupuesto ha sido clara en aspectos de retribución a los maestros, aumento de la infraestructura educativa, nuevas versiones de programas académicos y algunas, nuevas prácticas pedagógicas alternas. Empero, la formación de maestros y profesores y los elementos que componen el estilo central del modelo pedagógico educativo costarricense, siguen estando fundadas en las reformas educativas del siglo XIX. Buena parte de la forma de enseñar a enseñar, para decirlo en lenguaje cotidiano, se quedó anclada en la preocupación central de trasmitir conocimientos. La formación de maestros y profesores sigue gestándose en facultades cada día más endogámicas, donde la formación doctoral es un asunto muy esporádico y casi siempre, en un círculo muy estrecho a nivel local con escasa vinculación a las nuevas corrientes de la pedagogía. A diferencia de otras áreas del conocimiento, la formación doctoral y profesional en educación se ha quedado anclada y muy concentrada en círculos locales; pocas innovaciones y relativamente, amorfos cambios en los currículum formales de nuestras distintas escuelas de educación.
La convivencia público privada en una simbiosis compleja, ha llevado a que la formación de maestros se ha diluido esencialmente a formar profesionales con escasas competencias pedagógicas, en programas tipo embutido, en las escuelas privadas de educación que más buscan la matrícula que la calidad de los maestros y profesores que gradúan. Es por eso que si bien, las pruebas PISA muestran un resultado del aprendizaje de nuestros estudiantes, son también un barómetro que mide, la calidad y la efectividad de nuestros docentes y profesores, en general. Siendo la UNA nacida en la tradición de la Escuela Normal Superior de Costa Rica, cuna de los grandes maestros y profesores del siglo XX, vale la pena preguntarnos: ¿qué ha quedado de esa tradición y cuánto ha cambiado o mejorado ese entorno? Me temo que empezando por casa, muchas cosas deben y pueden mejorar en nuestra querida facultad de Educación. Pero más aún, esta realidad está más compleja en la UCR y ni qué decir, de los antojadizos y poco sustantivos programas educativos de formación docente, que existen en las escuelas de Educación de las universidades privadas del país. ¿Por qué este rezago educativo es tan persistente en el país? ¿Cuáles son las razones de esta fuerte inercia o escasa habilidad de cambio en nuestro sistema educativo?
La respuesta, a mi parecer, se encuentra en la gobernanza del sistema. La estructura centralista y de grupo de interés, en que se articula nuestro sistema educativo y que es esencialmente, un balance de actores, los cuales han quedado atrapados y capturados en el modelo educativo del siglo XX. Siendo un tema tan relevante, pocas reformas requieren tanto interés y oportunidad, como la que se debe gestar en el sistema de gobernanza del sistema educativo costarricense. Ciertamente, pasa por una clara reinterpretación del papel del Consejo Superior de Educación, la composición de actores que están en él, la participación de nuevos actores y sobre todo, las visiones de lo regional y lo local, con mayor trascendencia en las circunstancias históricas de cada región del país.
No dudo de que existan grandes y buenos maestros y profesores en el país, no dudo de que exista buena voluntad e importantes acciones en nuestros ministerios, universidades y en general, en los actores que componen el sistema. Pero también, es hora de pensar si efectivamente la forma en cómo se ha gestado la gobernanza del sistema educativo costarricense, le está imponiendo límites y ataduras a visiones de mundo ya sobrepasadas. Sí, en mi criterio, efectivamente requerimos de una nueva generación de formación de formadores, más orientados a los cambios tecnológicos e institucionales de nuestra economía y sociedad, en general. Algo estamos haciendo relativamente mal o algo están haciendo mejor los países que hoy nos superan, significativamente en las pruebas PISA. Si realmente creemos que estos indicadores de PISA son reflejo de nuestros resultados educativos, deberíamos dar más argumentos que el efecto de cambios muéstrales o la simple e irónica argumentación, de que el cambio a un examen por computadora afectó a nuestros estudiantes.
En este contexto, si la educación es la principal herramienta de movilidad social que tenemos, un poco más de atención, discusión y debate, no debería preocuparnos. Cuestionarnos si estamos haciendo bien la tarea no es un tema casual o, simplemente, una postura política, debe ocuparnos y continuar siendo el desvelo de quienes como yo, creemos que, “cuando el río suena, piedras trae”. Más vale atender con prontitud este paciente, que pareciera ha entrado en un estado preocupante, donde los resultados claramente nos dejan, PISAndo bajo. Espero entonces con interés, que esta columna genere alguna reacción de quiénes han dicho, conocer a profundidad al paciente y, la medicina que debe dársele al mismo para su pronta recuperación.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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