Partido atípico con Martinica, dijo Suárez. Tiene razón.
Gaetano Pandolfo [email protected] | Jueves 06 julio, 2023
Lo que valió fue el triunfo; el cómo se logró fue secundario. La victoria era urgente para no solo apagar el incendio interno de una Selección Nacional que sumaba seis partidos sin triunfo, sino también tapar el nuevo fracaso que significaba ser eliminado en la fase de grupos y no clasificar a los cuartos de final.
En México, la selección que será rival de Costa Rica en los cuartos de final el próximo sábado, hicieron “chota” del desarrollo del juego entre Martinica y la Tricolor y lo calificaron como una “mejenga” de esas que juegan solteros contra casados en las plazas públicas.
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La broma no hace gracia, pero si es válido reconocer que los dos primeros goles de la “Sele”, anotados por los defensas Waston y Calvo, fueron más propios de una “mejenga”, que de una acción elaborada.
Las dos anotaciones fueron similares, gestadas dentro de un “molote” de jugadores de los dos equipos, en las narices del portero Yannis Clementia.
Waston empujó el balón a la red de cabeza, sentado en el zacate y Calvo hizo lo mismo con el dedo gordo de su pierna derecha.
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Nada que ver con el mejor gol del partido, el primero de Martinica, anotado por el talentoso Patrick Burner, jugador del Nimes francés, obra de arte que no pudo “ensuciar” Kevin Chamorro a pesar de su vuelo.
Lo importante fue que ese par de goles de “mejenga”, le permitieron a Costa Rica salir con ventaja 2-1 al término del primer tiempo y le dio confianza al equipo para soltarse en ofensiva. La media docena de goles da fe de que fue el mejor partido de la Tricolor en zona de ataque, destacando el sacrificio de Anthony Contreras, las acciones oportunas de Joel Campbell, aunque tuvo pasajes erráticos en el juego y el magnífico partido que se jugaron dos futbolistas en los que Luis Fernando Suárez depositó su confianza: Wilmer Azofeifa y Christopher Núñez.
Ahora, y esta es una lección táctica para Suárez, que él se la sabe de memoria porque la cita en las conferencias, sumar hombres en ataque dejó espacios muy abiertos en la retaguardia y desatenciones de los defensores, de ahí los cuatro “pepinos” del rival.
Si te vas a cobijar, la tela debe alcanzar para tapar cabeza y pies, para que no se de un resultado más propio de un juego de tenis que de fútbol.
Sigue México: si Qatar los hincó, quizá podamos repetirle la receta.
Se evitó el ridículo; busquemos ahora la proeza.