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De cal y de arena

Ortega... ¿Saldrá ortigado?

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 18 noviembre, 2010


La convicción correctamente fundada de que la razón nos asiste y de que en la Isla Calero lo que hay es una invasión del territorio nacional y por tanto una violación de nuestra Soberanía, no debe llevarnos a desechar la posibilidad de que esto tome otro rumbo: el rumbo de un conflicto fronterizo a ventilar en la Corte Internacional de Justicia. Deberíamos prepararnos para tal eventualidad, que no ha de ser tan remota si tomamos en cuenta los razonamientos de diplomáticos acreditados ante la OEA que ven en los hechos una contienda derivada de la interpretación que un país y otro dan a la ubicación de la línea fronteriza y al mandato de los tratados, laudos y fallos. Tras lo resuelto por esta Organización la semana pasada, la litis será sometida al lento y exasperante proceso previsto en los instrumentos del Sistema Interamericano.

Aún en el evento de que Costa Rica agote las instancias del Pacto de Bogotá y del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, no está clara la exitosa viabilidad de que una resolución de ejecución coactiva que mande a Nicaragua retirar sin más dilación a sus tropas sea ejecutada por Ortega, quien está jugando con el tiempo y con la esclerosis que por razones varias padece el Sistema Interamericano. En el interregno, podría materializar el traslado del problema a La Haya para “congelar” las pretensiones ticas. Ante esta hipótesis debemos alistar nuestro arsenal y examinar qué pasos ha de dar nuestro gobierno en ese distinto escenario a fin de conseguir una resolución interlocutoria que saque las tropas y detenga la devastación de la Naturaleza.

El presidente de Nicaragua posiblemente calcula que el Consejo de Seguridad de la ONU no va a estar –vistos los enormes problemas de su agenda mundial— para ir más allá de una invitación al diálogo entre las partes y quizá de una orden sin fuerza coactiva de retirar tropas.

Me parece que el enfermizo autoritarismo de Daniel Ortega lo hace emular al gobierno de Israel en su juego con la carta de los “hechos consumados” en Cisjordania y la trasplanta a este pequeño patio confiado en que nadie se va a quemar las barbas por este conflicto.

Pero bien podría salirle el tiro por la culata si, contra todo pronóstico, la comunidad internacional se le planta con energía suficiente y claridad elocuente. Eventualidad esta que dejaría su posición política en el frente interno muy maltrecha, a riesgo de que todo el entarimado que ha montado para auparse pueda caer.

Por qué Ortega se ha metido en este callejón sin salida es un espeso enigma pues es abundante en los tratados, laudos y fallos la normativa que da a Costa Rica la Soberanía sobre la Isla Calero y visto que no se está disputando la pertenencia del río San Juan ni sus derechos sobre él. Asido al pretexto del interés en represar sus aguas o en construir un canal interoceánico para justificar su ocupación, podría resultarle una alegría pasajera para sus cálculos electorales. La misma acción podría convertirse en su pira política si la comunidad internacional le sale al frente. Ojalá así sea. Amén.

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