No hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos
No hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos
El recién galardonado Nobel de Economía, Jean Tirole, pone el dedo sobre la llaga en el eterno debate Estado-mercado. Su propuesta es adecuar la regulación a las condiciones de mercado específicas de cada sector. Según explica, cuando no se regulan, los sectores de la economía son dominados por unas pocas empresas; produciendo efectos no deseados, como alza en los precios y empresas improductivas que restringen que otras más eficientes ingresen al mercado.
Entonces, ¿hasta dónde debería el Gobierno intervenir? Jean Tirole ha creado un marco general de políticas regulatorias para diversos sectores, brindándoles a los gobiernos una valiosa herramienta para fomentar a las empresas a ser más productivas al mismo tiempo que se evitan los daños causados a los competidores y consumidores.
Las compañías dominantes han sido uno de sus enfoques y sus trabajos resaltan el rol que los gobiernos deben cumplir para intentar acercarse a “la competencia perfecta’’.
El ideal de competencia es aquel en el que los consumidores decidan quién se queda y quién se va, cierto. Pero Tirole plantea que en la práctica, el Estado también escoge, por lo que la pregunta no es si seleccionar sectores o no, sino cómo hacerlo de la mejor manera.
El Estado tiene a su haber instrumentos que le permiten ejercer esa intervención de manera inteligente. Ningún otro ente tiene a su disposición el acceso a información privilegiada y la potestad de generar políticas públicas. Bien lo señala nuestra Constitución: “El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza”.
Tirole nos recuerda que las empresas no se autorregulan, que el mercado no se acomoda solo y que no existe tal mano invisible, porque esa mano se llama Estado.
El Nobel recomienda aplicar dosis de intervención selectivas, ya que los mercados buscarán la mayor eficiencia en la medida en que el Estado les obligue a competir. No digo que la mediocridad sea la regla dentro de las empresas, pero hacer de la competencia un requisito es la manera más segura y responsable de desarrollar una economía con éxito.
Se trata de hacer la mezcla adecuada, que el Estado cumpla su rol y promueva las distintas potencialidades que nos ofrece el mercado.
Mónica Segnini
Empresaria
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