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COLUMNISTAS


No tendremos una solución sin dolor a la compleja crisis fiscal

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 11 octubre, 2019


Sinceramente


Es claro que vivimos un proceso de desaceleración económica. Ese proceso de crecimiento cada vez más lento es a su vez claro que proviene de la economía doméstica, del mercado costarricense. La demanda interna en Costa Rica se está contrayendo.

Los regímenes especiales como zonas francas están en plena expansión y crecimiento pero no así el sector llamado régimen definitivo.

La economía derivada de la producción y el comercio locales está desacelerándose desde ya hace unos meses. Pareciera que ese crecimiento cada vez más lento se va a complicar más en la medida en que la economía internacional también se está desacelerando.

El régimen de zonas francas y la saludable expansión de sus ventas y producción podrían también crecer a un ritmo más lento. El 90% de los países están viviendo un fenómeno de crecimiento con una tasa de expansión cada vez más pequeña según indica el FMI.

Claramente la demanda interna está creciendo muy poco, el propio Banco Central y las cifras emanadas de él lo indican. Pareciera que no dejaban de tener razón quienes advirtieron que crear condiciones que restringieran la capacidad de consumo de la población produciría una contracción de éste y en consecuencia de la economía local y de la recaudación tributaria. ¿Pero significaría esto que no debían aumentarse los impuestos? ¿Podía dejarse por la libre el déficit fiscal? ¿Podía arriesgarse el país a que no le prestaran más o que las tasas de interés fueran exageradamente altas? Muchas veces las decisiones y las soluciones posibles giran en torno a escoger el menor mal de todos. Recordemos que en un presupuesto de 10.5 millones de millones los préstamos para pagar tal monstruosidad llegan a 5 millones de millones de colones este año.

Para dejar todo igual los políticos no han reducido o reformado el estado hasta el momento. La consecuencia de esta medida es que los impuestos no alcanzan. La reducción de sueldos y pluses redujeron el consumo no solo de los empleados públicos sino del resto de la población, quien en miedo y desconfianza dejó de consumir y se comenzó a atrincherar. Los impuestos no alcanzan, pero ahora la reforma del estado para reducir el gasto tendría consecuencias no muy deseables al reducir aún más el consumo y al generar una contracción mayor de la demanda interna. Expandir el gasto gubernamental en una clásica maniobra keynesiana pareciera imposible con el déficit fiscal actual.

Cuando se vive una crisis y se atraviesa un período de inseguridad personal en el puesto de trabajo no se gasta, se pagan deudas y se guarda todo lo posible. Pareciera que la capacidad de endeudamiento de las personas y de las familias está agotada y en consecuencia esto también limita el consumo. Si se desploma el consumo se desploma la importación. ¿Si se desploman el consumo y la importación de dónde recauda el gobierno para pagar sus gastos?

Muchos personajes señalan que hay que cobrar los impuestos a los evasores. Tienen razón. Hay que recaudar mejor los impuestos. El principal evasor es la economía informal que totaliza cerca del 46% del total de la producción nacional y en ella trabaja cerca de un millón de personas.

Los consumidores viven en zozobra y sus índices de confianza son históricamente bajos. ¿Alguien va a invertir dineros prestados o reservas de efectivo en medio de una crisis política, económica, de consumo y fiscal? Mejor esperemos a que se aclaren los nublados del día dicen todos los inversionistas. La confianza en el Poder Ejecutivo resulta en ello crucial. La oposición se ha cebado sobre la persona del Presidente. ¿Sin confianza en él cómo solventaremos esta crisis? Sin confianza en el piloto las personas tienden a bajarse del avión.

Si se reforma el estado y se producen despidos se agrava la crisis fiscal. Solo despedir 800 empleados de JAPDEVA cuesta 30 mil millones que no se tienen. ¿Cuánto le costaría al país reducir un 10% su planilla despidiendo treinta mil personas de todo el sector público? A su vez despedir empleados públicos haría más aguda la crisis de consumo. ¿Pero cuanto más aguantará el país pidiendo prestado para pagar gastos corrientes? ¿Qué ha sido primero el exceso de gasto o el límite al endeudamiento? ¿Qué es peor en estos momentos la contracción económica o el déficit fiscal?

La crisis es de demanda interna, ¿pero cómo estimular la demanda más? Se ha buscado reducir los intereses en el país. El préstamo de 5000 millones de euros pretendía no afectar los intereses del mercado local que ya que están muy altos. Falta reducir el margen de intermediación financiera en los bancos comerciales a niveles internacionales. Falta reducir el margen de intermediación en la compra venta de moneda extranjera. ¿Será suficiente? ¿Tocamos el redescuento? ¿Aumentamos la masa monetaria? Pareciera que no está surtiendo el efecto deseado lo implementado hasta el momento.

Muchas personas piensan que devaluar es una salida para reducir el nivel real de los gastos del estado en colones. Pero una devaluación reduciría la capacidad de consumo de los costarricenses y aumentaría la exigencia hacia quienes tienen deudas en moneda extranjera, ¿ayudaría esto? ¿Ayudaría al país devaluar o se profundizarían las dificultades?

Es claro que el país se excedió en construir un estado más grande de lo que puede en la actualidad sostener. Es claro que el fácil expediente de pedir prestado en lugar de aumentar los impuestos ha llevado a Costa Rica a financiar con préstamos más o menos la mitad del Presupuesto Nacional todos los años desde hace rato.

Es claro que los generosos mecanismos que permitieron que el gasto en salarios creciera más aceleradamente que los ingresos son insostenibles, pero afectar ingresos futuros hace que el consumo presente se contraiga también. Situación similar se vive en pensiones.

Para sacar un pollo se necesita quebrar un huevo. Para resolver la crisis es menester un análisis serio y sereno de las consecuencias de cada paso. El país está seriamente enfrentado a una coyuntura excepcionalmente compleja y la lucha entre los seguidores de Hayeck de la escuela austríaca y de John Maynard Keynes de la escuela socialdemócrata británica se hace patente todos los días en medios y redes sociales. Por dicha que en el Banco Central y en el Ministerio de Hacienda todavía están firmes en sus puestos los trapitos de dominguear.

Recordemos que la Patria siempre es primero. Dios nos guarde y nos ayude a todos los costarricenses.



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