No se debe consolidar la injusticia
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 24 septiembre, 2018
No se debe consolidar la injusticia
La educación pública es el mejor instrumento para la justicia social si desarrollan en niños y en jóvenes las habilidades numerarias, literarias, científicas, los valores y aptitudes blandas (inteligencia emocional) que les permitan tener oportunidades para bien vivir y progresar.
Por ello es una injusticia mayúscula consolidar un sistema educativo ineficiente.
Está demostrado y es evidente que la calidad de la educación depende esencialmente de lo que ocurre en el aula.
Países a la cabeza en las comparaciones internacionales sobre sus resultados educativos siguen diversas opciones respecto al momento de iniciar la educación, la extensión del tiempo lectivo, los métodos más o menos abiertos a la iniciativa del alumno, la utilización de tecnologías. Pero todos se empeñan en tener maestros muy preparados, a los que se da apoyo en el arte de enseñar y se evalúan por sus resultados.
Para América Latina el informe Profesores Excelentes, producido para el Banco Mundial, por Barbara Bruns y Javier Luque, con base en evidencia empírica de siete países, concluye que la calidad de los docentes es el principal obstáculo que impide el avance educativo de la región.
Se puede capacitar a los maestros para que sean excelentes, pero para tener éxito se debe empezar por contratar a quienes tienen los conocimientos requeridos.
Desdichadamente entre nosotros ello no se hace y son conocidos los muy pobres resultados de profesores en servicio en pruebas de matemáticas y de inglés.
Por eso no es de extrañar los muy deficientes resultados en las pruebas internacionales de PISA de 2009, 2012 y 2015 de nuestros jóvenes de 15 años en el uso del lenguaje, las matemáticas y la ciencia.
En las últimas décadas hemos aumentado muy considerablemente los recursos destinados a la educación pública pero no hemos avanzado en la calidad de la educación y la adquisición de habilidades de nuestros jóvenes.
El gasto público en educación ha crecido vertiginosamente. De 2006 a 2015 el gasto en educación aumentó un 67% como proporción del PIB.
El gasto en educación por estudiante entre los seis y los 15 años de Costa Rica es mayor al de Turquía, Uruguay, Bulgaria, Chile, Lituania, Hungría y Taiwán que son países con mejores (en muchos casos mucho mejores) resultados en las pruebas de PISA. Todos los países con ese gasto igual o mayor al de Costa Rica tienen resultados muy superiores
Por ello me llenó de regocijo la resolución de la Sala Constitucional 12-007163 del 29 de mayo de 2012 que estableció: “Se ordena …(al) Director General de Servicio Civil…que de inmediato proceda a realizar los estudios requeridos a fin de que en un plazo de un año contado a partir de la comunicación de esta sentencia, en los procedimientos de selección de personal a cargo de esa dependencia, se evalúen aspectos relacionados con el razonamiento verbal, numérico o abstracto, así como conocimientos científicos atinentes al ámbito profesional objeto del concurso respectivo”. Posteriormente la Sala IV aclaró que esta obligación incluye a los docentes y se amplió el plazo para su ejecución a siete años y seis meses que se cumple el 4 de junio de 2021.
Pero el señor ministro de Educación, don Edgar Mora, declaró que no considera necesario aplicar pruebas de comprobación de conocimientos en los docentes y se pretende dar propiedad a 15 mil maestros y profesores interinos sin realizar comprobación de sus conocimientos, lo que dentro de tres años sería imposible por la resolución dicha de la Sala Constitucional.
No se trata de dejar sin oportunidades a los profesores interinos que no tengan los conocimientos suficientes. Pero sí que sea obligatorio que los adquieran –en beneficio de sus alumnos— para que puedan acceder a la propiedad de sus posiciones.
Está comprobado (los maestros excelentes se hacen) que los conocimientos se pueden adquirir y el arte de enseñar no es innato, sino que se obtiene con su práctica supervisada.
Claro que no basta con contratar docentes que dominen el arte de ser profesores excelentes. Se requiere además —como ocurre en la adquisición de habilidades y en el desarrollo de capacidades deportivas— entrenamiento, supervisión y evaluación constante, no solo sobre los resultados, sino sobre la conducción de las clases.
No consolidemos la injusticia de dar clases que no preparan a los jóvenes en las habilidades necesarias para ser exitosos en este siglo XXI de la robotización y la inteligencia artificial. No condenemos a Costa Rica a vivir como una economía ineficiente y una sociedad atrasada.
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