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Negro literario

Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 17 junio, 2013


Escuchen las transmisiones de la Asamblea Legislativa. Muchos demuestran su ignorancia. Cuando uno lee en los periódicos lo que escriben está clarísimo que ellos no redactaron el artículo


Negro literario

Políticamente incorrecto. Seguro. En el siglo XIX los llamaban negros literarios a quienes escribían sin firmar con su nombre, a los que redactaban para otros bien pagados o no, a los que prestaban su pluma.
El término original es francés y obviamente evoca a la esclavitud, a las mujeres y hombres que aportaban su trabajo para que otros se vanagloriaran de un escrito. El négrier, negrero era el que firmaba y el négre, el que escribía
En inglés, la expresión es más romántica, menos despectiva, con mayor relación a la invisibilidad de la escritura: ghost writer, es decir escritor fantasma.
Alejandro Dumas padre, tenía una fábrica de escritores de novelas por entregas: muchos “negros literarios” entre los que destaca Gerard de Nerval, escribían los folletines que él firmaba. No era que al prolífico novelista y dramaturgo le faltara talento, el tiempo le era escaso. Como “jefe de guionistas”, proponía ideas, reescribía y daba los toques finales a cada escrito.
Algunas figuras públicas, obviamente los presidentes, no tienen tiempo ni conocimiento en ciertas áreas y requieren un profesional orientado por expertos, para redactar discursos sobre temas concretos.
Y ¿los diputados? Está claro que necesitan asesores por la complejidad de los temas que abarcan pero ¿requieren escritores fantasmas?
Se supone, o supongo, suponía más bien, que un legislador era un ciudadano pensante, con posiciones, ideas y propuestas. En el pasado debían ser excelentes oradores, hoy nos conformamos con poco y nada.
Y ahí está el punto, compatriotas, escuchen de vez en cuando las transmisiones de la Asamblea Legislativa. Muchos toman la palabra y demuestran su ignorancia, no hilvanan bien las ¿ideas?, no saben organizar un discurso y carecen de capacidad de síntesis. Entonces cuando uno lee en los periódicos lo que escriben (perdón, firman), está clarísimo que ellos no redactaron el artículo.
Hace algún tiempo, un diputado alajuelense, solicitó a La República su derecho de respuesta ante una columna de mi autoría que evidenciaba su notable ignorancia. Por los argumentos esgrimidos era indudable que el legislador no era el autor de la carta. Mi papá se dio cuenta enseguida y descubrió quién había sido el “negro literario”. Un amigo cercano me confirmó las sospechas. No llegaba a escritor fantasma: era más bien un gnomo.
Otro diputado, del que no mencionaré su nombre porque no me interesa que tenga más espacios en la prensa, ha firmado un par de artículos en el periódico de más circulación, para “defenderse” de otras publicaciones. Basta leer un par de párrafos para convencerse que jamás pudo haber elaborado semejantes argumentos. Sí, su “gnomo” logra plasmar sus ideas obtusas y decadentes, pero con coherencia, dentro de lo que cabe. El escribidor tiene conocimientos legales e investigó ciertos antecedentes históricos que le dan autoridad de respuesta. Insisto: Que no nos engañen. No es justo.}

Claudia Barrionuevo

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