Mujeres, poder y política
Nuria Marín [email protected] | Lunes 02 marzo, 2009
Mujeres, poder y política
Nuria Marín
A pocos días del Día Internacional de las Mujeres y en el año del sexagésimo aniversario de la obtención del sufragio femenino (Constitución Política de 1949), es oportuno recordar memorables páginas de la historia, para lo cual recomiendo la lectura del libro de mi estimada colega columnista Macarena Barahona, “Las sufragistas de Costa Rica”.
Detrás de tal conquista está la lucha de mujeres y hombres quienes a partir de fines del siglo XIX (la autora hace referencia a 1890) empiezan un largo camino de superación de obstáculos, traspiés y hasta burlas. Por cierto esta última un arma muy costarricense.
Destacan numerosas pero ante todo valientes mujeres, quienes desde varias trincheras como la Liga Feminista (1923) o la activa y determinante participación en la convulsa década de los 40, como es el caso de las manifestaciones del 15 de mayo de 1943 o la del 2 de agosto de 1947 (lucha por “la pureza del sufragio”) ganaron a pulso el respeto y derecho a la ciudadanía.
Desde entonces los avances han sido prolíferos, muy especialmente a partir de la Ley de la Igualdad Real (1990), al que seguiría la reforma electoral del 96 y varias resoluciones de la Sala Constitucional y del Tribunal Supremo de Elecciones, todos ellos pilares para la creciente participación de mujeres en altos puestos de decisión política.
Gracias a nuestros indicadores de género y legislación avanzada ocupamos un lugar de privilegio en el mundo. En la última elección, llegamos casi al 40% de participación femenina en la Asamblea Legislativa y en las municipalidades nuestra representación ronda el 50%.
Los costarricenses no dudan en otorgar poder a las mujeres, de ahí el abultado número de estas en puestos claves en el gobierno, así como en las jerarquías de la Procuraduría General de la República, Contraloría General de la República, y Defensoría de los Habitantes. En el Poder Judicial, se ha incrementado el número de magistradas. Es indudable la evolución democrática a niveles mayores de madurez.
Me precio de pertenecer a una generación privilegiada, hija de quienes lucharon por obtener el derecho a votar y dieron los primeros pasos como ciudadanas, pero también contemporánea de quienes lograron hacer efectivo el derecho a ser elegidas.
Se trata de la generación de “las primeras”, aquellas que con gran sacrificio personal, excelencia y mérito fueron derrumbando una a una, barreras que a veces parecían infranqueables, para finalmente lograr ocupar por primera vez tal o cual posición.
En su reciente visita a Costa Rica, la presidenta de Chile Michelle Bachelet recomendaba que tuviéramos muy presente que cuando una mujer está sola en política, cambia la mujer, pero que cuando a muchas mujeres se les daba la oportunidad de participar, mejoraba la política.
En ese cambio, qué mejor inicio que fomentar una sociedad más justa, igualitaria, e inclusiva en el que las personas sean juzgadas, no por su etnia, credo o sexo, sino por sus valores y fortaleza de carácter.
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