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Lunes, 25 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Mi pasión por el fútbol

Vladimir de la Cruz [email protected] | Miércoles 13 julio, 2022


Nadie podría negar que el fútbol, como una expresión del deporte, es el Rey y la Reina de las actividades deportivas que con más pasión se disfruta, y en cierta forma se participa, por parte de todos los ciudadanos en general, y que hace de la actividad deportiva del fútbol, la fiesta popular más destacada del país, y probablemente del mundo en la cantidad de personas que se identifican, se mimetizan y se mueven por el fútbol.

Es también un deporte que se practica a todo nivel social, y en los barrios populares es una práctica de calle y de potreros, que genera relaciones sociales intensas. Desde los niños que se identifican con equipos deportivos y con las grandes figuras del fútbol nacional hasta adultos, que no escapan a esta pasión.

La propaganda y la vida comercial ha hecho qué en la vestimenta usual, y específica deportiva, de la población, estén expresados los colores de los equipos de fútbol, las imágenes de sus jugadores y el número de sus camisetas.

La propaganda ha llevado a estas vestimentas a colocar las marcas de los patrocinadores deportivos y de las sedes deportivas internacionales. Obviamente las empresas comerciales, y las de los anuncios, que aparecen en la ropa no le pagan nada a quienes andan, por todo lado, haciendo propaganda a las marcas que llevan como tatuajes sobre sus cuerpos, y poniéndolos a cumplir el papel de “los hombres sándwich” que usaban para propagandizar en calles ciertos productos, portando una persona, caminante, dos carteles con propagandas comerciales, colgados de sus hombros sobre pecho y espalda.

Han tenido cuidado de no colocar nada encima de los colores de la Bandera Nacional, cuando en la vestimenta y en otros usos sociales, se pone la Bandera, porque protocolariamente no puede ponerse nada encima del Símbolo Nacional de la Bandera o el Pabellón Nacional.

No me considero un fanático del fútbol. No me enferma, ni me indispone, ni me deprime una derrota deportiva, ni tampoco me exalta venenosamente un triunfo o ganar un campeonato.

He conocido y conozco personas qué al día siguiente de una derrota de su equipo de fútbol, llegan de mal humor al trabajo, indispuestos con todo el mundo, y hasta se ausentan y enferman. Y, si han ganado llegan “sacando pecho” y hasta se comportan de manera prepotente en sus comportamientos.

La raíz del fanatismo en favor de un equipo probablemente se desarrolla desde la infancia por diversas razones.

La primera, y la más importante es quizá la razón familiar, porque en la casa todos siguen a un equipo y los adultos, padres y madres, principalmente, influyen en ello, siguiendo al equipo de las simpatías por radio y televisión y por llevar a los niños a los estadios dándole ánimo al equipo de los padres y madres, con el cual los hijos se van identificando también.

La segunda porque el equipo campeón impone la simpatía, casi como un imán, y la identificación social con los ganadores.

La identificación con el fútbol ha hecho que grandes figuras políticas se vinculen fanáticamente a distintos equipos. Las figuras, como personas, pueden jugar el papel de modelos a seguir, no solo en el deporte sino también en la vida.

La importancia del fútbol en la vida social y política ha desarrollado comportamientos colectivos, e identificaciones nacionales, que no se pueden despreciar ni alejar de quienes participan de las esferas de la vida pública. Ocupa un lugar muy destacado y muy importante de la vida economía nacional, por la cantidad de recursos que se mueven en esta práctica deportiva.

No casualmente han sido Presidentes de la Federación Costarricense de Fútbol grandes personalidades políticas y de la vida cultural y científica del país, entre otros, José Albertazzi Avendaño, 1921, el Dr. Ricardo Moreno Cañas, 1922 y 1924, Moisés Vicenzi, Miguel Brenes Gutiérrez, 1934, el Dr. Julio César Ovares, 1936, el Presidente Rafael Angel Calderón Guardia, 1941, Manuel Jiménez de la Guardia, 1942, Virgilio Calvo Sánchez, 1960, Antonio Escarré Cruxent, 1963, 1964, Jorge Luis Villanueva Badilla, 1975, el Dr. Longino Soto Pacheco, 1989, 1990, el Historiador Oscar Aguilar Bulgarelli, 1993, Economista Federico Vargas Peralta y Walter Niehaus, 2006, 2007, y recientemente una mujer, Victoria Gamboa Ross, que preside la UNAFUT.

La tercera razón es por la residencia de las personas. Los de Cartago mayoritariamente serán simpatizantes de su equipo Cartago, los alajuelenses lo serán de Alajuela, los limonenses de Limón, los heredianos se identifican con Heredia. Regionalmente lo hemos visto con Puntarenas, con Barrio México. En San José hay quizá mayor identificación con el Saprissa, y localmente Tibás se identifica con su Monstruo.

Así podría seguir citando experiencias de identificación por residencia en sus expresiones más locales o cantonales, con equipos como el Orión, el Carmelita, el Uruguay de Coronado, la Gimnástica Española, y el Nicolás Marín, entre otros equipos.

En mi caso nací en la Clínica Maternidad Carit, por lo que soy josefino, pero nunca he sido saprisista. He vivido en la ciudad de San José, dos años residí en Heredia, y tengo más de treinta en el Cantón de la Unión de la Provincia de Cartago, y siempre me he mantenido simpatizante del Club Sport Herediano.

La cuarta razón es por las amistades que se forjan desde la infancia, con los gustos y simpatías deportivas de los amigos de infancia y juventud.

Mi pasión por el fútbol, no siendo fanático, me lleva a ver, por televisión, generalmente, los juegos en que participa Heredia, las finales de los campeonatos aunque Heredia no sea finalista.

Me gusta ver, también, los partidos de los campeonatos mundiales, clasifiquemos o no, porque se puede apreciar “buen” fútbol y grandes jugadores. Igual con los campeonatos regionales en que participamos como país o como clubes deportivos.

Con la participación de jugadores costarricenses, de manera exitosa, en el extranjero me gusta seguirlos a ellos, a veces, y a sus equipos europeos, sin fanatizarme por alguno de los equipos europeos. Si Keylor se mueve de un equipo a otro, sigo a Keylor con el equipo en que se encuentre. Hay personas especialistas en el fútbol internacional y sus equipos y son fanáticos de algunos de ellos. Yo no he llegado a eso todavía.

En este final del campeonato nacional, residente de Tres Ríos, iba con Cartago, de manera que disfruté el partido, me gustó su triunfo, y vi la Televisión hasta casi las 2 de la mañana, siguiendo las alegrías del triunfo y la información dada, de un triunfo bien recibido en el país, especialmente en Cartago y en Alajuela, que bien pudo haber merecido haber ganado. Hasta me llamó la atención de que uno de los jugadores de Cartago, que se retira, tiene un hijo llamado igual que el mío, Lautaro.

¿Por qué soy herediano? Probablemente porque cuando era escolar viví, lo que era para mí, la época gloriosa de Heredia con los campeonatos de 1951, 1955, 1959, 1961 y la clasificación para la Concacaf en 1962, y los subcampeonatos de la década de 1950, en 1953 y 1960, que seguramente me marcaron, década en que el Club Sport Herediano jugó casi 60 partidos internacionales, que en ese sentido eran seguidos por todo el país.

Al finalizar la década del 50 e iniciar la del 60, de joven, me desarrollé como deportista de la natación, participando en campeonatos nacionales y centroamericanos, y me mantuve en el fútbol fiel al Herediano, practicando otro deporte, la natación, durante mi juventud, porque nunca me atrajo el fútbol como práctica, ni lo fue de manera pasional de mis amigos del barrio.

A ello agrego, otra razón de identificación deportiva con el Herediano. Mi abuelo materno, Jacobo de Lemos, casado en un segundo matrimonio, con Rosario Carmona, vivía en Heredia, y todos los domingos iba a visitarlo con mi madre, para almorzar con él y su nueva familia y sus hijos, los hermanos menores de mi madre, y mis tíos, que eran menores que yo.

En mis dos familias, la paterna y la materna yo he sido el sobrino y el nieto mayor. De mi abuela materna, Ofelia Rodríguez, de un segundo matrimonio suyo tuvo un hijo, hermano menor de mi madre, y tío que también era menor que yo. Este tío sí era aficionado apasionado por su equipo.

Adolescente con el triunfo de la Revolución Cubana me identifiqué con Fidel, el Che y los líderes de la Revolución, con la misma Revolución y su significado, participé de la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana y de la Juventud Socialista Costarricense, que era la organización juvenil del Partido Vanguardia Popular.

En esa década con motivo de la celebración del 1 de Mayo, que Vanguardia Popular y sus sindicatos celebraban en distintas partes del país, empecé a ver como el Deportivo Saprissa iba a jugar gratis a la zona bananera para sabotear el desfile que se programaba en esas regiones, en ese día. Por esa razón me hice anti saprisista, además de que se decía que, en ese tiempo, en el Saprissa había racismo institucional y no admitían o contrataban jugadores negros.

Yo había sido educado en tradiciones políticas comunistas, socialistas y de izquierda y por ello no podía aceptar ese racismo del Saprissa. Razones suficientes para mí para no ser seguidor del Saprissa siendo josefino.

Hasta hoy me mantenido alejado del Saprissa, y de cualquier otro equipo, que no sea Heredia, excepto cuando juegan internacionalmente, porque allí está representándose Costa Rica, aunque ya no sea el Saprissa un equipo racista y saboteador de los primeros de mayo.

Con la Liga Deportiva Alajuelense me simpatizaba su bandera, roja y negra, porque estaba asociada, para mí, a las tradiciones de la lucha obrera mundial, especialmente anarcosindicalistas. El color rojo por la vida, el color negro por los caídos en la lucha.

En México y en otros países, cuando una empresa, fábrica o institución está, o entra en Huelga, se colocan banderas rojinegras en las afueras de los edificios indicando que se está en huelga.

En la lucha insurgente de los Frentes de Liberación Nacional, que ha habido en distintos países, generalmente usan la bandera roja y negra, probablemente arraigada en esa tradición de lucha obrera. Así se puede apreciar en las Banderas, entre otros, del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, que impulsó la Revolución Cubana, la del Frente Sandinista de Liberación Nacional que condujo al triunfo contra la dictadura somocista, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en México, el Ejército de Liberación Nacional de Colombia, los Montoneros de Argentina, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru del Perú y el Movimiento Izquierda Revolucionaria de Chile.

En algún momento traté de ligar el origen de esa bandera rojinegra, en la Liga Deportiva Alajuelense, a la tradición de las luchas sociales y anarquistas del país, y las que había en Alajuela, en tiempos de fundación de la Liga, en 1919, cuando había caído la dictadura de los Tinoco, con gran resistencia político militar, y movilizaciones populares y estudiantiles, y la influencia que pudieron haber tenido anarquistas alajuelenses en ese sentido. Me han dado también razones más económicas sobre el color de la bandera, de quien donó el primer uniforme. Con cualquier razón que se explique no se puede negar el significado que tiene internacionalmente esa bandera asociada a luchas obreras y anarcosindicalistas.

Culturalmente el fútbol se manifiesta y se usa como una ideología, como un factor de dominación, y de distracción y desviación de los asuntos políticos y de los temas importantes, que deben preocupar y ocupar a los ciudadanos. Cualquier problema social y político queda relegado frente a la pasión que genera el fútbol.

El fútbol opera como una droga muy poderosa, entre el sueño y la vigilia cuando aún no se ha perdido la conciencia. Produce en los fanáticos un sopor frente a su entorno social y económico principalmente. Si los resultados positivos, de un partido, hacer coincidir los sentimientos de los fanáticos con los de Presidente de la República, se identifican los fanáticos con el Presidente aunque hayan votado en su contra.

El fútbol para algunos es un embotamiento de sus sentidos, que les impide atender sus problemas esenciales y vitales.

El fútbol iguala a toda la sociedad, no distingue entre clases sociales, en los eventos masivos, en estadios, y en las calles, que reúne miles de personas se reúnen de todos los sectores.

El triunfo de un equipo borra, mientras dura la alegría, cualquier angustia social, económica y política que se pueda tener.

Los programas radio televisivos, de opinión y análisis deportivo que se mantienen alrededor del fútbol, contribuyen a este sopor, a esta evasión de las dificultades.

Basta ver cómo ya se están promocionando, a nivel popular, las compras de paquetes completos, desde el avión hasta el estadio, para acompañar a la selección a la sede mundial del campeonato, una de las ciudades y países más caros del mundo…

Poco falta por decirle a los fanáticos, que sí van a ir, haciendo sacrificios económicos fuertes, “¡olvídese de sus problemas, viaje con la selección, no se preocupe de la deuda que adquiere, páguela en cuotas, quede bien endeudado, aunque después no le alcance la plata… porque se le puede seguir financiando…la deuda que adquirió!”, aunque el salario o los ingresos queden maltrechos, estrujados o reducidos.

El fútbol puede influir también en las encuestas nacionales. Un triunfo deportivo de relevancia puede influir en la percepción que se tiene del gobierno, del gobernante, de los políticos y de los partidos políticos, sin dejar de considerarnos el país más feliz del mundo.

La mejor bandera para mí en el Deporte es la de Costa Rica, donde juegue o participe, nos vaya bien o no. Con los deportistas que nos representan, en cualquier deporte con ellos siempre estoy, y estamos todos.

Mi mayor preocupación con las celebraciones que se hicieron en el partido de la final del campeonato y de su resultado, fueron las aglomeraciones de personas que se realizaron en Alajuela y Cartago, no solo en el Estadio de la Liga, sino también en las calles, y sitios públicos donde se pudo seguir el partido, donde se podía observar casi el 100% de las personas sin mascarillas protectoras del COVID 19.

En el mes de junio hubo 2000 infectados diarios, con un saldo de una veintena de niños hospitalizados en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Nacional de Niños. Las celebraciones alrededor del resultado del campeonato siguieron igual, sin protección, varios días en Cartago, y sin protecciones contra el COVID. ¿Qué resultado tendrá esto? Lo veremos con las estadísticas del mes de julio.

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