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Mediación: piano piano se va lontano

Pedro Oller [email protected] | Martes 14 julio, 2009



Mediación: piano piano se va lontano


Como hacía mucho tiempo no veíamos, el golpe de Estado en Honduras, ha revivido discusiones que se creían superadas y crispado tonos pseudo-ideológicos que, a primera vista, resultan exagerados.
Lejos de resurgir posiciones propias de la guerra fría, nos enfrentamos a realidades del siglo XXI que, a pesar de lo retrógrado que nos pueda resultar un golpe de Estado, deben atender el contexto actual.
Dentro de esta tesitura, las palabras del cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga evidencian claramente las polarizaciones que hoy vivimos: Honduras contra la comunidad internacional, Hugo Chávez y la imposición de una dictadura de izquierdas en Honduras legitiman las acciones que instauraron al nuevo régimen.
En entrevista publicada ayer, Monseñor decía: “Somos un país pequeño e insignificante y da la sensación de que a los pobres se nos abandona a nuestra suerte. Ya vivimos 20 años bajo regímenes dictatoriales y lo que se estaba preparando ahora era otra dictadura”.
El proceso de mediación que emprendió el presidente Arias se enfrenta a esta realidad que complica, junto con la reticencia de los dos presidentes de sentarse frente a frente, una salida rápida al problema.
A pesar de lo anterior, nos llena de orgullo y de esperanza la figura de nuestro Premio Nobel de la Paz quien, hoy como ayer, les hace frente a problemas de contexto regional que indudablemente, tienen efectos locales. Si no, pensemos solamente en las complejas negociaciones conjuntas con la UE que hoy, en vista de lo acaecido, se encuentran suspendidas o, en las pérdidas que sufrieron los exportadores por el breve bloqueo a Honduras.
Don Oscar lo tiene claro. Su política exterior, punto alto de la presente administración, ha tendido lazos a las fuerzas que emergen, lejos de los grupos tradicionales que, no obstante, subsisten y por ende tampoco han sido obviados.
Centroamérica como un todo, no Costa Rica u Honduras individualmente, es uno de esos casos que requieren visión y no miopía. El concierto internacional pareciera entender lo frágil que es la institucionalidad en nuestra región. Por eso el llamado del señor Presidente de que seamos los centroamericanos los que nos ocupemos de resolver los problemas de Centroamérica, aunque válido, resulta insuficiente así sea en respuesta a las provocaciones del alborotador de Caracas.
Arias, quien en el 86 nos sacrificó para sacar adelante un proceso de paz al final de cuentas nos favoreció a todos, tuvo la sabiduría de emprender un proceso irreversible del que nos hemos visto beneficiados. Su mediación presente, debería medirse con la misma vara.
Quienes en su mezquindad y por la politiquería imperante en medio de un año electoral, han errado al no reconocer la capacidad del presidente Arias y su estatus o institucionalizar las discusiones en torno a Honduras como temas partidarios, terminarán por vender barato sus pretensiones.

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