Matando a la gallina de los huevos
Carlos Camacho [email protected] | Martes 16 mayo, 2023
Hay un viejo refrán que aconseja no matar a la gallina de los huevos de oro. Aplica en múltiples aspectos de la vida cotidiana.
En Costa Rica desafiamos a diario el viejo refrán y su sabiduría. Son tantos los ejemplos como el espacio que tenemos para escribir o la paciencia del lector para leer. Me referiré exclusivamente a tres recientes, en los que matamos a la gallina sin importar si son huevos de oro o simples huevos al menos.
Casos como el de CINDE, el nuevo hueco fiscal y la inseguridad ciudadana manifiesta en todo su espectro nos deben hacer un llamado a la conciencia.
El Poder Ejecutivo decidió cortar relación y recursos a la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo. Una histórica institución, con más de cuatro décadas de ser protagonista en la atracción de inversión extranjera directa y con consecuencias económicas positivas para el país.
CINDE podría ser atribuida como la responsable histórica en la morfología del parque empresarial costarricense. La entidad ha sido una agencia de desarrollo que viaja, sale a capturar inversión allí, junto a los tomadores de decisiones en lugar de esperar, como muchas otras instituciones que todos financiamos, a que “llegue el inversionista a nuestra puerta.”
CINDE ha sido el promotor de la inversión extranjera directa en el país y ha fomentado y logrado encadenamientos entre los inversionistas extranjeros con proveedores locales. Es responsable de un efecto multiplicador en la generación, distribución y beneficio de una Costa Rica más democrática, económicamente hablando.
Las inversiones en estas cuatro décadas han sido disparadores positivos de la demanda por personal calificado de altísimo nivel. Aprovechan la inversión histórica altísima en educación desde hace dos siglos.
Han cosechado talentos bien formados, dotándoles de un nivel de ingresos personal y familiar que difícilmente habrían, tan siquiera, ambicionado en la triste década de los años 80 del siglo pasado, cuando apenas salíamos del barreal económico de los años setenta.
CINDE colocó a Costa Rica en el mapa de los inversionistas de la más alta sofisticación internacional. Elevó el valor agregado nacional y diversificó la oferta exportable nacional. Generó una riqueza consecuente.
Por supuesto, muchos de esos esfuerzos fueron complementados por el Ministerio de Comercio Exterior y PROCOMER. Las tres instituciones eran un equipo de lujo preocupado por poner las alfombras respectivas a las inversiones globales. Competían de tú a tú con países con presupuestos de inversión y condiciones de competitividad por mucho superiores a Costa Rica.
El equipo de Comercio Exterior, PROCOMER y CINDE iban a las grandes ligas, a darse golpes estratégicos contra países muy desarrollados. Eso les ha merecido reconocimientos locales e internacionales.
En particular, CINDE, es vista como la agencia de atracción de inversión directa modelo para muchísimos países que buscan resultados de manera sostenida. Tal como lo ha hecho el trío liderado por el líbero de CINDE.
Salen, atraen y procuran las condiciones internas para convencer y que el éxito de ejecución sea viable. Como testigos podemos destacar los sectores de alta tecnología, salud, y servicios intensivos de alto conocimiento que se han colocado en el país.
Pretender quitar los recursos necesarios para financiar una función fundamental para el desarrollo del país es una torpeza sin precedentes. Estamos dando pésimas señales a lo interno y a la comunidad internacional. Contrarias a la lógica de atracción y que generan un ambiente ácido, áspero y repelente para la nueva inversión.
¿Cuál será el precio que pagaremos por tal desacierto?
Aun revirtiendo la descabellada idea, nuevamente tendremos que generar confianza a los agentes económicos. Ellos, que de por sí ya miran con cuidado a la región centroamericana, estarán resfriados pues era en Costa Rica en quien se persignaban por su estabilidad y consistencia en la atracción de inversiones, que, con todo y todo, se ha eximido de los desaciertos de cada gobierno en otros ámbitos de la gestión pública.
El no revertir los efectos significa consecuencias gravísimas para la generación de nuevas fuentes de riqueza. Inversionistas que están siendo seducidos por múltiples países podrían cambiar de destino para sus dineros. Competimos todos por recursos escasos en el mercado internacional.
Un efecto en cadena produciría una reversión y disparar la partida de inversión existente ante la estridente torpeza en el manejo de política de atracción de inversiones. ¡Un espaldarazo para la gestión de CINDE!
¡Estamos matando a la gallina de los huevos de oro!¡Insensatos!
Otra amenaza a las gallinas es más local… ¡Anunciaron un nuevo hueco fiscal de más de cuatrocientos cincuenta mil millones de colones!
Se han perdido, no sabemos ni dónde ni como… Se suman al obsequio de novecientos mil millones de colones faltantes de la Administración Solís Rivera que, se fueron sin ni gloria para los responsables, pero con mucha pena y poco talante para los que pagamos la fiesta.
Estos dos eventos abultan las necesidades de recursos que cada uno, como contribuyentes pagamos a través de impuestos.
Afectan la inseguridad ciudadana, la enclenque infraestructura vial cantonal y nacional, los puertos, aeropuertos, escuelas y una serie de programas de atención social que no se podrán ejecutar.
¡El precio es altísimo! Ningún impuesto, por grave que llegue, logrará rendir para cubrir estos actos descarados e impunes de saqueo.
El hueco lo pagan no solo quienes tenemos la capacidad de contribuir mediante impuestos, sino los más pobres y necesitados. Es una acción regresiva de inaccesibilidad a empleo digno, falta de fondeo para atender subvenciones y un rasgado profundísimo en el tejido social por el aumento en la brecha educativa.
La gallina somo todos, salvo los beneficiados por el saqueo. La historia se repite respecto a las condiciones financieras de la Caja Costarricense del Seguro Social, tanto en el régimen de pensiones como en la atención a la salud. Sus consecuencias son mortales para pacientes con colas de años para una cita urgente con un especialista. Largas listas de etcéteras que entre todos pagamos y pagaremos… ¡En particular quienes están en una posición socioeconómica más débil!
La falta de seguridad ciudadana va más allá de la ola de terror desatada en las calles de nuestro país. Por supuesto, son alarmantes las tasas de homicidios, sicariato, tráfico de drogas y otros.
La falta de seguridad jurídica de los habitantes es un problema.
La falta de certeza legal ahoga los intentos privados para generar riqueza, empleo y bienestar. Un ambiente poco propicio para decisiones de inversión, donde vamos a tientas respecto al marco jurídico tributario con el que debemos planificar nuestros negocios.
Han cacareado una reforma fiscal, desde las ocurrencias de don Elián y hasta las incoherencias de don Nogui. Seguimos a la espera de un supuesto proyecto de ley que modifique el sistema de renta actual por uno de características globales.
La incertidumbre se extiende a la gestión de permisos, a cualquier trámite que se convierte en un viacrucis eterno para los actores económicos y los ciudadanos, ya sean asalariados, pensionados o incluso, quienes se encuentran en paupérrima condición de calle.
Debemos retomar el aprecio por la gallina.
En materia de inseguridad ciudadana la gallina en juego es la paz social que, una vez que se pierde, recuperarla es nada sencillo.
¡Cuidemos la gallina! Evitemos gestionar sin destrezas. Pausemos la generación de ocurrencias y planteemos un plan articulado de gestión gubernamental. De momento, lo vemos poco claro.
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