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Más sobre El Mundial

Humberto Pacheco [email protected] | Martes 13 julio, 2010



TROTANDO MUNDOS
Más sobre El Mundial

Sustraerse al Campeonato Mundial de Fútbol, el más grande espectáculo del planeta tierra, el más visto en la televisión, al punto de que supera en audiencia- a pesar de la TV norteamericana- al juego que ellos llaman football pero que se juega contradictoriamente con las manos, al béisbol y al basket, todos juntos y abrazados, es virtualmente imposible. En medio de un viaje de trabajo muy cargado de reuniones y países, hemos podido, no obstante, ver casi todos los juegos que nos interesaban, que eran casi todos.
En ese proceso vimos a los grandes, apoyados por sus carísimos ídolos de azúcar como Kaká, Messi y Ronaldo, caer doblegados. Igualmente a equipos africanos que en el pasado prometieron muchísimo y se quedaron curiosamente en el camino. Y vimos a un Uruguay corajudo devolvernos el orgullo, porque haber perdido el repechaje con un equipo como el Uruguay, nos ha hecho sentir orgullo. Nuestra pena por un papel menos que decoroso en la eliminatoria de nuestra área, se vio un poquito redimida de haberle jugado un gran partido a ese valiente equipo chico sudamericano en su propio reducto. Muy poco muy tarde, es cierto, pero redhibitorio.
Esta columna, que escribimos al termino del juego en que España acabó con las especulaciones de un invencible equipo germano, no es sobre calidad futbolística; es sobre el sufrimiento de quienes nos entregamos en apoyo de un equipo. El nuestro, tras la despedida de Costa Rica, han sido los demás equipos latinos- Concacaf, España y Sudamérica en ese orden. Pero el equipo de España no nos había dado ni una mano en que apoyar nuestra fe. Sus juegos anteriores, comenzando por la derrota contra Suiza, nos habían venido a confirmar- leales que somos a las personas- que al haberse desecho de Luis Aragonés, el hombre que hizo un verdadero equipo de la Selección de España, sin dejarlo bajarse del avión que lo traía de regreso ostentando la Copa Europea, para sustituirlo por un entrenador que acababan de despedir del Real Madrid, la Federación Española había cambiado su mama por un burro.
El juego de este miércoles no fue suficiente para descartar esa posibilidad, pero ciertamente fue un oasis en el que España brilló casi como en los mejores tiempos de Aragonés, salvo por la falta de goles. Y los goles son los que hacen a los equipos grandes. El de platino de Puyol salvó a España de un desgastante tiempo extra, pero al tiempo que ganaba un partido que dominó hasta la exageración, también la Selección Española siguió acusando la falta de anotaciones de que ha padecido en este campeonato.
Coincidimos con Del Bosque en que había que sentar al Niño Torres por Pedro- San Pedro- que venía jugando mucho mejor en los cambios, y la estrategia le dio resultado. Fernando Torres ha perdido su brillo y cual las otras estrellas- estrelladas en el Mundial pero contratadas por sumas millonarias en equipos europeos- ha dejado mucho que desear. Su entrada en el segundo tiempo no hizo sino confirmarlo.
Es obligado y placentero resaltar que el juego entre ibéricos y germanos destacó sobradamente por el juego limpio. Ambos equipos probaron que los grandes equipos no necesitan de la suciedad para jugar al fútbol. Lo celebramos, en un campeonato lleno de suciedad y errores arbitrales.
Todavía falta el sábado el juego del tercer y cuarto lugares en el que esperamos que ese coraje charrúa se mantenga, no importa que gane ó pierda- ojalá lo primero- y el domingo la final. Dos juegos en que estamos aspirando a que tanto Uruguay se saque de la manga el tercer lugar contra Alemania, para acabar de idealizarlo, como que España derrote a una Naranja Mecánica que ha quedado debiendo bastante en el ámbito del Fair Play. Pero para Uruguay con que juegue un buen partido ante un equipazo como el germano, aunque pierda, habrá bastado para que haya realizado un Mundial inolvidable. Para España en cambio, nada menos que la victoria es admisible.
Los sueños de muchos mundiales están en juego.

Lic. Humberto Pacheco A., M.C.L.
[email protected]

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