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Madrigal = Memorable

Pedro Oller [email protected] | Martes 16 agosto, 2016


Comparto porque sé que muchos ticos viajamos de trabajo, de negocio y de placer a Panamá. Me atrevo entonces a recomendar Madrigal para que disfruten una comida especial

Madrigal = Memorable

Me atrevo por vez primera a destinar este espacio a experiencias culinarias. Aunque, en mi caso no solo son frecuentes, sino también, que mi madre tiene a bien recordarme cuanto se nota.

La decisión de no opinar por aquí no es vanidosa. Claramente de eso ya no me ocupo. Es más bien que hay cucharas que disfruto mucho en este país, en especial la de mi madre, como para ponerme en el predicamento de escoger una sobre otra donde vivo.
Candilejas en estas mismas páginas así como Buen Comer hacen un trabajo muy bueno.
No obstante, en sitios como Zagat (primero) o Tripadvisor (ahora) he compartido experiencias magníficas y desastrosas en lugares que he escogido para comer. Me nutro también de esas reseñas —tan constructivas como nada— para decidir donde planto el diente.
Atención que yo pienso que son los temas culinarios los que han ido más rápido, han sido más efectivos, han abarcado más para lo que hoy se descuenta como comunidad social. Reitero, Zagat era un directorio que si bien llegaba por correo, se hacía a partir de los aportes de decenas de miles de contribuyentes.
Foursquare que tiene alcance local, ofrece puntos de referencia (no siempre compartidos). Yelp afuera apunta a lo mismo. Ambos con el mismo grado de naivité.
Vuelvo a lo de Madrigal porque dado que Tripadvisor es una guía muy completa y el chef ostenta el lugar 2 y tiene una que otra estrella ganada en Madrid donde Michelin sí las otorga, pues nos hemos comprometido un par de veces.
A Madrigal llegué por recomendación de un amigo y confirmación de un directorio.
Desembarcamos primero un Jueves Santo en familia. Me recibió para la cena con mis tres chiquillos, que por bien portados no son de sugerencia. Puso a Charlie Chaplin en la pared, todos quietos en primera. Todos. Yo primero aunque hubiese querido a Harold Lloyd.
Comimos como dioses. Todos. Memorable el pulpo en papas revolconas. Mismas que me recuerdan a mi madre. Largo de explicar, pero así son las experiencias de cuchara.
Hemos seguido en contacto porque dejamos unas guayaberas de los niños que debían usar para una boda ese día y si Andrés hubiera podido, me las trae caminando del Casco Viejo. Ese es el chef.
¿Como no volver?
Le pregunte por Twitter si me recibía y me respondió con el horario. Esta vez, Andrés me recibió en la puerta.
Regresé solo. Estaba trabajando y me quedaba un rato que debía ocupar antes de acercarme a Tocumen. Cuando solo, a modo de consejo, coma solo. Deje el iPad o el iPhone lejos. Recuerde quién es usted y que importa. Tenga una conversación consigo mismo. El periódico se vale si el diálogo interno le resulta insulso.
Al verme con el menú, preguntó ¿le sirvo? Y dejé que trajera su oferta libre de todo. Pocas veces he sido más feliz.
Ese nigiri con huevos de codorniz evocó a Ratatouille y arrancó alguna lágrima de cuando niño solo comía huevo con arroz.
Comparto porque sé que muchos ticos viajamos de trabajo, de negocio y de placer a Panamá. Me atrevo entonces a recomendar Madrigal para que disfruten una comida especial. Casco Viejo, la dirección la averiguan fácil.
Con esto solo les confirmo a D. Roy & Hilda Mitchell que hay un lenguado que les debo honrar. Pronto y mucho más cerca. Panamá tiene qué ofrecer.

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