Los nuevos compromisos voluntarios nacionales de reducción de emisiones adquiridos en el 2020, dentro del Acuerdo de París, se adicionarán a los incumplimientos (I)
Roberto Dobles [email protected] | Lunes 26 abril, 2021
En las últimas cuatro columnas se demostró, con base en información pública oficial, que el país ha venido incumpliendo de manera flagrante y muy amplia el compromiso voluntario internacional adquirido por el Gobierno en el 2015, dentro del marco del Acuerdo de París, de reducir las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero (GEI).
Estas columnas fueron las siguientes: “¿Está cumpliendo el país con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París sobre el cambio climático? I y II”, “¿Por qué las emisiones del sector energía crecen continuamente?” y “El desarrollo de la infraestructura energética del país responde a la demanda de energía y no al Acuerdo de París”.
En el 2015, el Gobierno se comprometió internacionalmente, sin tener todos los estudios que lo justificaran (técnicos, económicos, financieros, fiscales, políticos, sociales, etc.), a que el país iba a tener una trayectoria decreciente de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero, cuando la realidad de los datos estaba demostrando una trayectoria creciente muy arraigada estructuralmente.
Hace unos pocos meses, en diciembre del 2020, el Gobierno, también sin tener todos los estudios que lo justificaran (técnicos, económicos, financieros, fiscales, políticos, sociales, etc.), hizo lo mismo que en el 2015 y se comprometió a que el país iba a tener una nueva trayectoria de emisiones con una reducción aún mayor a la se había comprometido en el 2015.
Lo sorprendente de este nuevo compromiso del 2020 es que conociendo el Gobierno que se estaba incumpliendo totalmente con la trayectoria de disminución comprometida en el 2015, y que más bien se tenía una trayectoria creciente, se decidió adquirir voluntariamente un compromiso más elevado al que se adquirió en el 2015, por lo que el incumplimiento internacional del país será todavía mayor.
A la fecha, no solamente no ha habido ningún cambio importante para disminuir las emisiones por falta de acciones relevantes, sino que la trayectoria real existente actualmente es creciente, la cual es totalmente contraria a la trayectoria decreciente a la que el Gobierno comprometió al país en el 2015 y en el 2020.
I. Nuevo compromiso de reducción adicional de emisiones de GEI adquirido en el 2020
Este nuevo compromiso voluntario adicional de reducción de gases de efecto invernadero quedó plasmado en un documento titulado “Contribución Nacionalmente Determinada de Costa Rica” , el cual señala, entre muchas otras cosas, lo siguiente:
“La Contribución Nacionalmente Determinada de Costa Rica (NDC, por sus siglas en inglés) es el compromiso voluntario en términos de acción climática que asumió el país ante la comunidad internacional, en el marco del Acuerdo de París. En el 2015, Costa Rica presentó su primera NDC y en diciembre de 2020 la actualizó con un proceso robusto que incluyó modelación climática, construcción de escenarios narrativos y consultas ciudadanas”.
“La NDC 2020 es el documento oficial que reúne las políticas públicas en materia climática que el país planea implementar entre 2021 y 2030. Esta actualización de la NDC anterior aumenta la ambición y compromete a Costa Rica a tomar acciones alineadas con una trayectoria consistente con la meta global de limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1.5 °C.”.
“Costa Rica está comprometida con promover el bienestar de todas las personas y de la naturaleza del país y reconoce que el mejor camino para hacerlo es reforzando los compromisos adquiridos en su Contribución Nacionalmente Determinada, presentada ante la comunidad internacional cinco años atrás”.
“Este documento contiene la Contribución Nacionalmente Determinada 2020, una actualización y mejora de la primera contribución, presentada en 2015. La presente actualización aumenta la ambición y compromete a Costa Rica…”
“Costa Rica se compromete a un máximo absoluto de emisiones netas en el 2030 de 9.11 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e)… Esta meta es consistente con la trayectoria del Plan Nacional de Descarbonización, la Estrategia de Largo Plazo presentada por Costa Rica en 2019, que busca emisiones netas cero en 2050…”.
“Costa Rica se compromete a un presupuesto máximo absoluto de emisiones netas para el periodo 2021 al 2030 de 106.53 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) incluyendo todas las emisiones y todos los sectores cubiertos por el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero correspondiente”.
“La contribución de Costa Rica en energía está centrada en acelerar la electrificación de diferentes usos en el país, limitar y reducir la utilización de combustibles fósiles, promover la eficiencia energética e innovar en fuentes de energía”.
“Esta versión de la NDC se presentó el 28 de diciembre de 2020”.
II. Realidad de lo que acontece en el país con los compromisos voluntarios adquiridos internacionalmente por el Gobierno
El Gobierno señala claramente en la nueva Contribución Nacionalmente Determinada presentada en diciembre del año pasado que este compromiso adicional es “… una actualización y mejora de la primera contribución, presentada en 2015” que “… aumenta la ambición y compromete a Costa Rica…”.
También señala que este nuevo compromiso “… es consistente con la trayectoria del Plan Nacional de Descarbonización y la Estrategia de Largo Plazo presentada por Costa Rica en 2019”.
El problema es que ese Plan, esa Estrategia y ese documento que contiene la nueva Contribución Nacionalmente Determinada son de “escritorio” y fueron elaborados sin tener todos los estudios rigurosos necesarios (técnicos, económicos, financieros, fiscales, sociales, políticos, etc.).
Esos planteamientos no tienen tampoco las capacidades necesarias de ejecución para poder modificar la trayectoria creciente de emisiones que existe actualmente a una trayectoria decreciente como la comprometida en el 2015 y en el 2020.
Lo anterior se hace más evidente cuando se constata que esos documentos de escritorio no han tenido ningún efecto notable en la reducción de las emisiones nacionales de GEI y más bien estas emisiones han venido aumentado vertiginosamente.
La evidencia presentada y analizada en mis cuatro columnas anteriores muestra que la trayectoria de las emisiones reales nacionales, después de la firma del Acuerdo de París en el 2015 y del compromiso internacional voluntario adquirido (Contribución Nacionalmente Determinada, NDC), no solamente demuestra que el país va en contra de la trayectoria a la que el Gobierno se comprometió internacionalmente, sino que más bien va en sentido contrario, ya que lejos de reducir las mismas, éstas tienen una fuerte tendencia de crecimiento.
Como parte del Plan Nacional de Descarbonización, la Estrategia de Largo Plazo presentada internacionalmente por Costa Rica en el 2019 y del nuevo compromiso adquirido en el 2020 (sin tener todos los estudios necesarios para tal efecto) el Gobierno señaló que “La contribución de Costa Rica en energía está centrada en acelerar la electrificación de diferentes usos en el país, limitar y reducir la utilización de combustibles fósiles, promover la eficiencia energética e innovar en fuentes de energía”.
La evidencia presentada y analizada en mis cuatro columnas anteriores muestra una realidad radicalmente diferente a lo que señala la anterior aseveración.
La trayectoria de la contribución de las emisiones de GEI del sector energía tiene una tendencia estructural creciente que se amplía año con año a falta de acciones relevantes que tengan impacto en el mundo real y es totalmente contraria a los compromisos de reducción de emisiones del 2015 y de diciembre del 2020.
En toda esta discusión se debe tener presente que el sector energía del país es por mucho el principal sector emisor de gases de efecto invernadero, el cual representó el 67.1% de las emisiones totales del país en el 2015.
Lo anterior se señala en el último Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero que existe actualmente, el cual fue publicado tardíamente en el 2019 y reporta todas las emisiones nacionales del 2015.
Los otros dos principales emisores nacionales fueron Residuos con el 19.2% y Procesos Industriales y Uso de Productos con el 12.1%, en los cuales no se sabe actualmente qué es lo que está pasando después del 2015, año en el cual el Gobierno hizo la última evaluación de las emisiones nacionales de GEI.
Estos tres sectores representaron en ese año el 98,4% de las emisiones totales nacionales.
El subsector petrolero (impulsado por el creciente consumo de derivados de petróleo en todos los sectores económicos y sociales) es por mucho el principal emisor.
La información disponible sobre el consumo petrolero nacional en el 2015 conduce a la siguiente conclusión:
• El consumo petrolero nacional representó el 91,7% de las emisiones del sector energía y las emisiones de los otros subsectores del sector energía representaron el 8,3%.
• Las emisiones asociadas al consumo petrolero nacional representaron el 61,5% de las emisiones totales nacionales (casi las dos terceras partes) y las de los otros subsectores del sector energía el 5,6%.
La realización de una rápida estimación de la trayectoria de las emisiones del consumo de petrolero nacional permite advertir lo que está pasando en el “mundo real”, el cual es diferente al “mundo de escritorio”.
La trayectoria de las emisiones de CO2 que muestran los datos de las ventas nacionales de RECOPE pasadas (después del 2012) y proyectadas hacia el futuro (hasta el 2039) de los principales derivados de petróleo importados (Gasolinas Súper y Regular, Diésel, Búnker, Queroseno, LPG y Jet Fuel) tiene la siguiente trayectoria creciente (en Gg, Gigagramos), la cual es totalmente contraria a la trayectoria a la que el Gobierno comprometió internacionalmente al país en el 2015 y en el 2020:
• 2012: 6.398,3 Gg
• 2015: 6.693,9 Gg (+4,6%)
• 2019: 7.533,7 Gg (+17,7%)
• 2021: 8.002,1 Gg (+25,1%)
• 2030: 9.229,1 Gg (+44,2%)
• 2039: 10.489,1 Gg (+63,9%)
A falta de acciones relevantes en el mundo real, la trayectoria de las emisiones del principal sector emisor del país se encuentra así en una tendencia totalmente opuesta y contraria a los compromisos internacionales del 2015 y del 2020, adquiridos dentro del marco del Acuerdo de París.
La anterior trayectoria de emisiones de CO2 es también totalmente contraria a lo que el Gobierno señaló en el nuevo compromiso adquirido en el 2020, en el cual indicó que “La contribución de Costa Rica en energía está centrada en acelerar la electrificación de diferentes usos en el país, limitar y reducir la utilización de combustibles fósiles, promover la eficiencia energética e innovar en fuentes de energía”.
No se puede estimar la trayectoria de los otros sectores emisores de GEI del país después del inventario oficial de emisiones del 2015 porque no existe ninguna información de fuentes oficiales para hacerlo, pero debido también a la ausencia de acciones de relevantes en esos sectores, es muy posible que tengan igualmente una trayectoria creciente.
En la siguiente columna se analizarán las razones y las evidencias, basadas y derivadas de datos oficiales, por las que la cruda realidad del sector energético nacional, que es el principal emisor de gases de efecto invernadero del país, difiere de manera diametralmente opuesta a la “realidad de escritorio” observada en los siguientes documentos:
• El Plan Nacional de Descarbonización.
• La Estrategia de Largo Plazo presentada internacionalmente por Costa Rica en el 2019.
• Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas del 2015 y del 2020 que contienen los compromisos voluntarios internacionales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que el país ha adquirido dentro del marco del Acuerdo de París.
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