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COLUMNISTAS


Los enemigos de la democracia

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 03 julio, 2009



Los enemigos de la democracia


El tema obligado en estos días lo suministran los intentos de la oligarquía hondureña por mantener sus odiosos y retrógrados privilegios, aun a costa de atropellar las más elementales normas de la democracia formal, recurriendo a métodos que, por trogloditas, ya parecían haber sido desterrados de nuestras tropicales regiones.
Lo que resulta evidente de los vergonzosos sucesos, que han tenido a la Patria de Francisco Morazán como escenario, es que las estructuras políticas ya no están, si es que alguna vez lo estuvieron, a la altura de la dinámica social desarrollada recientemente por ese noble pueblo, explotado por décadas por Mamita Yunai y sojuzgado por las bayonetas al servicio de una oligarquía oscurantista y apátrida.
Ahora que ha aparecido un gobernante que intenta cambiar esa ignominiosa situación recurriendo a formas de una incipiente democracia directa, se conjugan todas esas minorías para hacer el ridículo ante el planeta y, de paso, hacernos aparecer ante la opinión pública mundial en toda la región como sometidos a regímenes propios de banana republics.
Lo maravilloso ha sido la inmediata y unánime reacción de los gobiernos y pueblos del continente que han levantado su puño condenando enérgicamente a los responsables. Espero que esas voces hagan prevalecer la democracia y la dignidad del pueblo hondureño, uniendo sus esfuerzos a las luchas patrióticas de quienes, al interior del país, se enfrentan heroicamente a los traidores.
Pero más allá de la normal indignación de quienes arriesgan su vida o levantan su voz en pro de la dignidad de nuestros pueblos, debemos preguntarnos por qué se dan esos ignominiosos hechos. Porque, contrariamente a lo que sucede en la naturaleza, en la historia las cosas no se realizan solas; siempre hay causantes y, por ende, responsables.
No resulta difícil, en este, como en otros casos similares, señalar a las oligarquías criollas como las principales responsables de este atropello a la dignidad de nuestras patrias y del atraso ancestral de nuestros pueblos. Ellas son las culpables de que América Latina ostente el triste récord de ser la región de las mayores disparidades entre los sectores sociales. Ellas son los gestores de todas las dictaduras militares y de todos los genocidios perpetrados en nuestra historia y que han manchado con sangre cada una de sus páginas.
No ha sido sino en las dos últimas décadas que se han erradicado esos regímenes y que nuestra región ha comenzado a crecer económica y socialmente y, sobre todo, en el ejercicio real de las libertades ciudadanas. Lo que hoy sucede en Honduras, el país más pobre del continente después de Haití y uno de los diez más pobres del mundo, no es más que un vano y criminal intento de esa tribu que deshonra a ese país y avergüenza a nuestra región, habituados como están a nutrirse del sudor y la sangre ajenos.
La indignación mundial fuera del país y los valientes patriotas dentro, ya los han condenado. Es mi ferviente deseo que, una vez instaurado el orden constitucional, sean castigados con todo el peso de la justicia para que también en otras latitudes aprendan la lección.

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