Los costarricenses olvidados
Jonathan Prendas [email protected] | Lunes 21 septiembre, 2020
Estoy seguro que usted conoce a alguien sin empleo, o quizá usted mismo no tiene uno. Los fríos números y las estadísticas hacen que esta frase no sea aventurada: uno de cada cuatro costarricenses está desempleado y muchos más quisieran cambiar de trabajo, laborar más horas o apenas subsisten en la informalidad. Más de un millón de personas tienen problemas en esta área, ¡casi la mitad de la fuerza laboral del país!
Detrás de estas cifras se esconde una realidad que no nos imaginábamos posible en nuestra Costa Rica. Muchísima gente -amigos, vecinos o familiares- hoy tienen serias dificultades para llevar sustento a sus hogares, pagar las cuentas, el alquiler e incluso apoyar a sus hijos con el internet para que no pierdan el curso lectivo.
Este es un tema que sale a relucir en prácticamente todas las reuniones con compañeros o parientes, porque a estas alturas se hace imposible no preocuparse por Fulana, quien no tiene para pagar el recibo de la luz, o por Zutano, quien sobrevive apenas con la comida que el MEP le da, una vez al mes, para los chiquillos.
En esas mismas conversaciones, la solidaridad del costarricense siempre aparece. He sido testigo directo de cómo nos organizamos como comunidad para ayudar, con lo que se puede, y de cómo de repente muchas manos y hasta organizaciones se suman para llevar alivio y algo de consuelo a esa gente cercana, e incluso desconocida, que sufre.
¿Y el gobierno? Su respuesta no llega, apenas le alcanza para medio enfrentar al Covid-19 y por eso dice que pensará en la necesaria reactivación económica cuando pase la pandemia. Sí, apenas va a empezar a ponerle interés al tema y a intentar planear algo cuando el coronavirus sea una historia. Eso no va a pasar en el corto plazo.
Mientras tanto, ¿qué hace la gente que no está ganando suficiente dinero para vivir? Padece, se desespera, se deprime. Es víctima de un gobierno que le da la espalda, que no le interesa, que solo piensa en unos pocos, en el negocio de un trencito mal sustentado, en una ideología que ya se hundió de manera catastrófica en Cuba y Venezuela.
Se trata de un Ejecutivo indolente que, con estas cifras de desastre, debería estremecerse como cuando chocan dos placas tectónicas: el 29% de los costarricenses vive en la pobreza. Los hogares pobres sufren ahora condiciones más difíciles, y muchos de la clase media han visto una pérdida significativa en sus ingresos.
El país va en caída libre y este gobierno sigue sin reaccionar. En lugar de proponer acciones para reactivar la economía, la producción y generar empleo, la semana pasada planteó un paquete de nuevos impuestos que afectan por igual a empresas, profesionales y ciudadanos, tributos que significan un retroceso en los avances de bancarización y que le ponen un freno a la inversión.
Mientras este Ejecutivo sigue dando vueltas en círculo, ¿qué hace la gente que no está ganando suficiente dinero para vivir? Levanta la voz, y le recuerda al mandatario que el tico no quiere depender del gobierno, pero quiere un gobierno que genere las condiciones para que el sector privado produzca, contrate personal, genere riqueza. Le reitera que todo lo que quiere es trabajar.
El clamor se hace cada vez más fuerte, porque la desesperación cada día es mayor. Esa gente olvidada necesita respuestas hoy; no solo son cifras, son costarricenses que ya no pueden más.
Jonathan Prendas
Diputado
Nueva República