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Jueves, 13 de febrero de 2025



COLUMNISTAS


Los aranceles del presidente Trump como medios de negociación geopolítica y comercial

Óscar Álvarez Araya [email protected] | Jueves 13 febrero, 2025


El presidente de los Estados Unidos Donald Trump utiliza los aranceles como instrumentos de negociación para obtener objetivos geopolíticos, económicos y de seguridad nacional. A veces utiliza los aranceles como medio de presión o negociación y a veces como medida típicamente proteccionista.

Los aranceles son impuestos a las importaciones/exportaciones en el contexto del comercio internacional. Siempre han sido un mecanismo para obtener nuevos ingresos para los estados así como un medio de negociación para obtener objetivos que pueden ser estrictamente comerciales o incluso políticos o de otra naturaleza.

Los gobernantes pueden financiar el gasto público mediante impuestos a sus ciudadanos, recurriendo a la inflación como forma velada de impuesto, aumentando el endeudamiento público o, también, incrementando los aranceles a los productos importados.

Desde el tiempo de la campaña electoral y más ahora durante las primeras semanas de su administración, el presidente Donald Trump viene demostrando su preferencia por el establecimiento de aranceles a las importaciones como medio para lograr objetivos geopolíticos y económicos.

Su gran inspirador y referente histórico es William McKinley, el vigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, quien gobernó la gran nación del norte de 1897 a 1901. Siendo congresista promovió como nadie la imposición de aranceles a las importaciones y logró que se aprobara la Ley McKinley de Aranceles de 1890. Entonces la prensa estadounidense le llamó “Napoleón de la protección”. Según creía Mckinley los aranceles era el mejor instrumento para la protección y el desarrollo de la industria nacional. Donald Trump se está perfilando como el William McKinley del siglo XXI.

Sin embargo conviene precisar que ya siendo presidente de los Estados Unidos McKinley moderó su posición económica sobre aranceles y acepto la conveniencia de los acuerdos comerciales, es decir lo que hoy entendemos como tratados de libre comercio.

Desde entonces ningún presidente estadounidense recurrió tanto a los aranceles como lo está haciendo Donald Trump.

Es decir que en esta materia de política comercial externa gobierna a contracorriente de toda la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo y la doctrina de la libertad de comercio como fuente del crecimiento económico, creación de riqueza y prosperidad de Adam Smith.

Para conocer las ideas favorables al libre comercio y críticas del proteccionismo recomiendo la lectura de los apartados sobre Adam Smith, Ibn-Jaldún y David Ricardo en mi libro titulado “Pensadores de política y economía” (2022).

Ya durante su primer mandato Trump había implementado una serie de aranceles a China alegando que se justificaban como respuestas a lo que denominó prácticas desleales y proteccionismo de China. Trump criticó a China por lo que llamó subsidios a industrias y manipulación de divisas. Es decir que según el mandatario de Washington su “guerra comercial” con Beijing era defensiva frente a prácticas desleales del adversario asiático.

Durante la campaña electoral del año pasado Trump anunció más aranceles para los productos importados de China hasta de un 60% y también de un 25% para sus vecinos de México y Canadá.

Más adelante firmó órdenes ejecutivas con aranceles de 10% a China y de 25% a los productos importados de Canadá y México, aunque estos últimos quedaron suspendidos por un mes hasta tanto los gobiernos vecinos mostraran avances en sus políticas y prácticas de seguridad fronteriza y freno a los migrantes ilegales.

El lunes de esta semana Trump firmó un nuevo arancel de 25% en vigor a partir del 04 de marzo próximo a todas las importaciones de acero y aluminio, sin excepciones ni exenciones. El nuevo arancel aspira a favorecer al sector industrial del acero y el aluminio en Estados Unidos y va a golpear sobre todo a los mayores exportadores de acero y aluminio del mundo que son Canadá, México, Brasil y Corea del Sur. Ya Canadá anunció algún tipo de represalia. México también ha contestado. El arancel afectará también a países aliados como Reino Unido y Argentina.

El nuevo arancel repercutirá en un incremento de los precios del acero y el aluminio para los consumidores estadounidenses y un aumento de los costos de producción para los fabricantes del país que utilizan tales materias primas. También se puede prever un aumento de la tasa de inflación en los Estados Unidos contradiciendo las políticas y los objetivos de la Reserva Federal de Jerome Powell. Asimismo el nuevo arancel puede generar cierta incertidumbre financiera en las Bolsas de Valores.

En el caso de Costa Rica, no es previsible ninguna repercusión directa, pues el país no es exportador ni de acero ni de aluminio en bruto, pero si podría tener consecuencias a mediano plazo para sus exportaciones que incluyen dichos metales como materias primas.

Una vez más el presidente Trump demuestra ser un negociador nato y duro que utiliza los aranceles como uno de sus mecanismos favoritos de negociación para promover sus propios objetivos geopolíticos, comerciales y de seguridad nacional. Así también como un medio para proteger la industria nacional de la competencia, estimular la reindustrialización de los Estados Unidos y la generación de empleos en su territorio.

Formulemos votos para que el diferendo sobre aranceles entre los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se resuelva de manera negociada y pacífica con salidas ventajosas para las tres grandes economías de América del Norte.

Ojalá que el T-MEC, con sus objetivos de una economía abierta e integrada, pueda salir ileso y fortalecido de este diferendo sobre aranceles.

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