Logrando dar una buena retroalimentación
Sonia Alvarado [email protected] | Miércoles 12 julio, 2017
Con frecuencia nos vemos envueltos en situaciones del ámbito personal y laboral en las cuales es necesario retroalimentar a otros y poder así construir relaciones genuinas, duraderas y sólidas que permitan tanto al que brinda como al que recibe la retroalimentación, la oportunidad de crecer y mejorar. Esto es tan cierto, que se vuelve prácticamente una obligación para poder interactuar y convivir con otros sanamente.
¿Por qué nos genera incomodidadel brindar retroalimentación? Bueno, es fácil identificar si hemos desvirtuado el sentido original de la retroalimentación, cuando en vez de verlo como un regalo que le permite al otro tener una oportunidad de mejora, lo vemos desde un enfoque que no construye y lo que tenemos para brindar al otro, es una lista interminable de quejas y aspectos a criticar. Por ejemplo, si enfocamos toda la retroalimentación únicamente en aspectos negativos,si evitamos hacerlo en el momento oportuno y preferimos ignorar la situación, entonces vamos por mal camino.
Tanto el recibir, como el brindar retroalimentación no son tarea fácil e implica diferentes retos. En esta oportunidad, centraremos nuestra atención en el brindarla y sobre todo en cómo prepararnos y aprender a transmitir en el momento justo el mensaje correcto de una manera adecuada, fácil y efectiva.
Retroalimentar consiste en compartir con una persona o un grupo de personas, las observaciones y sugerencias identificadas en algún acto o proceso ya pasado, con el fin de mejorar su funcionamiento. Cuando se realiza o se cumple una tarea relevante es importante analizar qué se hizo bien, qué se puede mejorar y qué se debe evitar que vuelva a suceder, así como identificar qué originó los puntos anteriores. Este es el corazón y propósito de cualquier retroalimentación. Debe servir como herramienta de aprendizaje, mejora y desarrollo. Sin la retroalimentación, éstas anteriores se ven ampliamente limitadas en tiempo y espacio.
Aunque visto así, suene como una práctica necesaria y por ende frecuente y fácil; la realidad es que no nos enseñancómo hacerlo de forma correcta ni lo hacemos recurrentemente, o peor aún, caemos en no retroalimentar para evitar afrontar a otros.
En el entorno laboral, muchas empresas han dejado de incentivar la realización de esta práctica omitiéndola de su cultura organizacional; ya sea no apartando los espacios pertinentes, olvidando el instruir a sus colaboradores en cómo hacerlo o simplemente porque no lo tienen por costumbre. En estos ambientes es común que se repitan continuamente las mismas equivocaciones, que la cultura sea un poco hostil limitando la iniciativa de sus colaboradores y que por ende éstos carezcan de confianza para cometer errores y aprender de éstos.Por otra parte, existen empresas que incluyen la retroalimentación dentro de su agenda, pero el uso incorrecto de este instrumento de comunicación hace que pierda su efectividad y credibilidad en la práctica. Las empresas que por una u otra razón deciden limitarse de esta maravillosa herramienta, están cediendo a la posibilidad de convertirse en organizaciones inteligentes en las que el aprendizaje continuo les permita desarrollar colaboradores y equipos, lograr mejores ejecuciones, reducir costos, e incrementar la efectividad.
Sin embargo, no todo está perdido. Podemos, a pesar de las características del entorno en el que nos encontremos, recuperar el verdadero sentido de la retroalimentación y con ello beneficiarnos de las ventajas que puede traer a nuestras relaciones personales, a nuestro equipo de trabajo o a las organizacionesa las cuales pertenecemos.
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