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Liderazgo en sociedad

Leiner Vargas [email protected] | Martes 31 enero, 2017


Un buen liderazgo articula, integra, desarrolla redes, afianza nuevas esperanzas para quienes han sido excluidos

Reflexiones

Liderazgo en sociedad

Existen sociedades que dan cabida e ilusión al liderazgo en todos los niveles, lo que se expresa en resultados innovadores, dinamismo y cambio social y sobre todo, una mejora en la convivencia humana y democrática. Sin embargo, también existen sociedades que han virado en sentido contrario, inhibiendo el desarrollo de las competencias y el accionar de sus líderes, creando serias restricciones para la innovación, la creación de mejoras producto del dinamismo social y sobre todo, dejando escapar un recurso sustantivo de la sociedad que favorece el capital social.

El liderazgo es una de las capacidades más esenciales en las organizaciones, las familias, el sector público y en general, en la sociedad. Un líder es aquel que tiene capacidad de llevar a otros a realizar sus sueños, capaz de emprender nuevos proyectos, nuevas aventuras, nuevas visiones y sobre todo, capaz de tener resultados. El líder es esencialmente el motor del cambio social, que permite a sus seguidores la confianza, la esperanza, el entusiasmo, el compromiso y la energía positiva para concluir sus metas. Muchas de las capacidades y habilidades del líder son innatas, vienen en su desarrollo desde el vientre materno, sus primeros años en familia y en general, pueden amoldarse y complementarse con su experiencia de vida. Existen en todas partes, la única diferencia entre las organizaciones, empresas y gobiernos en que tienen éxito y las que no, es el ecosistema social donde conviven estos líderes. Por eso, más que quejarnos de la inercia social y la falta de liderazgo, debemos hacer un análisis todos sobre qué hacemos nosotros para fomentar, impulsar y darles a nuestros líderes el espacio para desarrollarse como tal.
El asumir una posición de liderazgo no te convierte en líder, de la noche a la mañana. Cómo bien dice el dicho popular, “el hábito no hace al monje”. La capacidad de escuchar y de comunicar son dos de las más importantes competencias que debe cultivar un buen líder social. Expresar claramente sus objetivos, convertir dichos objetivos en emociones compartidas por sus colaboradores, anticipar con agudeza las amenazas y convertirlas en oportunidades, pero y sobre todo, ser consistente entre lo dicho y lo hecho. El líder social debe regirse dentro de principios muy fuertes, consistencia, compromiso, persistencia, solidaridad, ética. El líder es aquel que en situaciones difíciles, ante la tormenta fuerte, en medio de las grandes demandas y crisis, es capaz de ponerse de frente y asumir con entereza la conducción del barco. Es aquel que no se esconde, apoya a sus seguidores y los impulsa a salir de los momentos difíciles.
Existen buenos y malos liderazgos, aquellos que conducen a sus seguidores por el camino del egoísmo, del individualismo, del desprecio a sus valores, del racismo, del odio. Esos que basan su fortaleza en destruir a sus enemigos o pasar por encima inclusive, hasta de sus amigos. Cuando en una sociedad el liderazgo negativo se apropia del pensamiento colectivo, se destruye el capital social y se encamina al más rotundo fracaso. Por el contrario, un buen liderazgo articula, integra, desarrolla redes, afianza nuevas esperanzas para quienes han sido excluidos. Este liderazgo provoca un retoño nuevo de oportunidades para todos y mejora, la convivencia, la tolerancia, la esperanza y como tal, el capital social.
La sociedad requiere cultivarse y cultivar nuevos y fuertes líderes. Sociedades integradas, solidarias, tolerantes y emprendedoras motivan mucho más el desarrollo del líder social positivo. Un semillero de nuevas oportunidades en las comunidades, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones públicas; de eso estamos urgidos de dejar florecer. Cuánta energía, cuánto tiempo perdido, cuánto desgaste pasamos para destruir o para avasallar lo que han hecho los otros, si podemos ilusionar, proyectar y construir lo que haremos nosotros. No perdamos tiempo y recursos en mirar atrás, hagamos posible llegar a nuestro destino. Construir entre nosotros requiere persistencia. Luchar siempre y con vehemencia por lo que se quiere, no importa cuantas veces se fracase, no importa cuanto tiempo o cuantas angustias se vivan, la verdadera prueba del liderazgo está en hacer posible lo imposible.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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